La campaña anterior llegamos a los debates pendientes de si Sánchez iba a ir o no. Hasta bromeábamos con que acudiera solo (no solamente, sino solo) al de TVE, el suyo, el que estaba preparado como un invernadero para la rosa de su cara, rosa de cartel y de raza como la de una zarzuela. Ferreras le preguntaba sobre el asunto por entonces, en otra entrevista con contrapicados y mucho trávelin como para Escarlata O’Hara, y él aún contestaba que su gabinete tenía que estudiarlo y tal. Insisto: estando Sánchez en la Moncloa como una Preysler de la Moncloa, teniendo la presidencia de altavoz, de podio, de pilón de Ferrero Rocher y de yate con leopardo en el colchón de agua, para qué va a ir a un debate en el que lo pueden humillar empolloncetes y meritorios. Sánchez no quería estar en los debates como creo que no quiere estar, en realidad, en política, sino sólo en sus saloncitos de billar y coñac. Por eso él lo que quiere es que lo invistan o lo vistan, como un Cristo acicalado por monjitas ruborizadas, para ya no tener que hacer más política, sino limitarse a aparecerse a preñadas y pescadores con un versículo progresista.
Para seguir leyendo Regístrate GRATIS
Identifícate o Regístrate con:
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Avance semanal de 'La Promesa' del 24 al 28 de febrero
- 2 La larga lista de falsos infiltrados que ETA asesinó
- 3 Lo que enseña la caída de Álvarez Pallete en Telefónica (y III)
- 4 Las siete casas que acorralan a Ábalos un año después del inicio del 'caso Koldo'
- 5 Llega a España el "spoofing", la estafa que deja tu cuenta a cero
- 6 EEUU vota en la ONU contra la salida de Rusia de Ucrania
- 7 Los barones del PP votarán en contra de la quita de la deuda
- 8 Abascal apuesta por Trump y Sánchez apuesta por Abascal
- 9 Telefónica no cedió a la presión de Sánchez para defender la causa de Begoña Gómez