El relato que la Guardia Civil hace al juez García-Castellón de las actividades de los CDR detenidos y las conclusiones que el propio magistrado deja claras en sus autos nos describen la creación, organización y planificación de la tercera pata -hasta ahora secreta- del independentismo que siempre se ha autoproclamado pacífico y que ahora necesita, para intentar eludir la evidencia, recurrir a excusas ramplonas como que las confesiones hechas por algunos de los detenidos han sido obtenidas bajo condiciones sospechosas. No se atreven todavía a decir que han confesado bajo tortura porque el aspecto rozagante de algunos de los miembros de esos CDR "especializados", llamados Equipo de Respuesta Táctica (ERT), mientras prestan declaración ante el juez no permiten colar esa trola ni al más fanatizado de sus seguidores.
Pero lo importante aquí es que esa pata violenta que se ha mantenido secreta hasta que la Guardia Civil ha descorrido el velo de "la pau i els somriures" tras el que se ocultaba, estaba a punto de rematar el segundo intento de doblegar al Estado, esta vez ya sin disimulos: asaltando mediante el uso de la violencia y la fuerza el Parlament con la ayuda de los dirigentes políticos de la Generalitat, atrincherándose en él durante varios días, blindándolo para impedir la entrada de gentes ajenas al asalto y declarando a continuación desde su interior la independencia de Cataluña por segunda vez en dos años.
Esa pata violenta que se ha mantenido secreta estaba a punto de rematar el segundo intento de doblegar al Estado
Lo explica con toda claridad el juez: lo que se buscaba era "subvertir el orden constitucional y generar una crisis de graves e imprevisibes consecuencias políticas e institucionales, todo ello con la finalidad de conseguir la independencia de Cataluña". Habíamos visto la pata política y la pata social del independentismo. Pero ésta, la de la acción violenta, era la pata que faltaba por asomar y que ahora vislumbramos todavía parcialmente porque solamente se ha levantado una parte del secreto del sumario mientras la otra permanece todavía oculta para la opinión pública. Eso quiere decir que aún podemos encontrarnos con más sorpresas.
Pero de lo que conocemos hasta ahora hay un dato de extraordinaria relevancia y de la máxima gravedad: la abrumadora frecuencia con la que los dos detenidos que se han mostrado dispuestos a declarar mencionan al presidente de la Generalitat Quim Torra.
Las confesiones del detenido Ferran Solis Guardiola son muy elocuentes. A él le dijeron que él y sus compañeros iban a entrar por la puerta principal del Parlamento porque los que estaban dentro -y "dentro" no pueden estar más que los diputados y los miembros del gobierno catalán, además de la policía autonómica- les iban a facilitar la entrada y que sería el propio Torra quien desde allí, protegido por los comandos a los que el juez ha procesado por terrorismo, declararía la independencia de Cataluña.
Independientemente de lo ridículo de la situación que se plantearía con un presidente de la hipotética república catalana atrincherado en el Parlamento y sin poder salir ni asomar la nariz fuera de él porque inmediatamente sería detenido por la Policía Nacional o por los Mossos d'Esquadra, lo que Quim Torra y su jefe Puigdemont buscaban con ese plan era otra cosa.
Torra y Puigdemont buscaban con ese plan crear en el ámbito político el mismo caos que han creado en las calles de Barcelona
Buscaban crear en el ámbito político el mismo caos que han creado en términos prácticos y de orden público en las calles de Barcelona en las últimas semanas. La traca final era ésta del Parlamento con el propósito de montar un escándalo de gran calibre que les diera a los independentistas, por fin, el protagonismo internacional por el que llevan penando muchos años y que obligara al Estado a ceder y sentarse a una negociación de Gobierno a gobierno.
Ése era el plan -con el apoyo de una violencia superior incluso a la que se ha padecido últimamente en las calles catalanas- que la Guardia Civil desmontó a tiempo cuando dejó al independentismo sin una de sus tres patas. Porque, como dice el juez "se ha podido constatar la existencia de una estrategia secesionista global, organizada y multidisciplinar, alimentada por la acción de diversas organizaciones, una de las cuales, encargada de capitalizar la lucha callejera, se correspondería con los Comités para la Defensa de la República" . Y, añado yo, rematada por la acción terrorista de la vanguardia de esos CDR que son los componentes de los ERT. Muy elocuente es la respuesta a preguntas del fiscal de uno de los detenidos, Jordi Ros, que ha sostenido que los explosivos que se le incautaron eran solamente para experimentar:
-"¿Para qué tenía anotaciones sobre la Goma 2?
-"Muy buena pregunta. No tengo respuesta para esa pregunta."
Es evidente que esto que hemos empezado a conocer no forma parte de una ensoñación sino de un plan muy preparado, aunque estuviera destinado, como todos los anteriores, al fracaso. Y de sus intenciones terroristas da buena cuenta la relación de materiales incautados que son en su mayoría componentes de material explosivo y los posibles objetivos para sus ataques. Hay incluso un dibujo y unas anotaciones que dicen "esquema bomba". De modo que ya puede la portavoz del grupo de JxCat en el Congreso, Laura Borrás, insistir en que lo que hemos conocido no tiene otro objeto que el de "criminalizar al movimiento independentista que es radicalmente cívico, pacífico y democrático", que su esfuerzo está ya fatalmente destinado al fracaso.
El independentismo está criminalizado porque se apoya en organizaciones criminales
El independentismo está criminalizado porque se apoya en organizaciones criminales como la desmantelada por la Guardia Civil y como la de los grupos de vándalos que arrasaron las calles de Barcelona, a los que el presidente de las Generalitat alentó para que siguiera cometiendo atentados contra el orden público y a los que la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, aplaudió porque, dijo, gracias a su violencia tenía el independentismo más impacto internacional.
Ésta y no otra es la verdad de la estrategia de los secesionistas. Ferran Jolis ha dicho que la ocupación del Parlament "era un encargo que venía de arriba, de residencia, de Torra". Al actual presidente de la Generalitat, alias Gandalf, no le va a bastar con negar en un par de frases unas acusaciones contra él que son de muy grueso calibre. Esto no ha terminado aquí. Ni muchísimo menos.