¿Qué España ha salido de las elecciones del 10-N? Una España más difícil de gobernar, más crispada y más dividida.
¿Por qué? En primer lugar, porque los independentistas han subido su representación respecto a las elecciones del 28 de abril (la pérdida de 2 escaños de ERC se compensa con la subida de JxC y la entrada de la CUP). A ello habría que añadir el aumento de Bildu, que pasa de 4 a 5 asientos en el Congreso.
Pero, además, el partido populista de derechas Vox se ha disparado hasta los 52 escaños (desde los 24), situándose como tercera fuerza política. Y lo que no es menos relevante, la repetición electoral ha hundido al partido de centro liberal Ciudadanos, que se ha quedado con 10 escaños (¡perdiendo 47 en sólo seis meses!).
Pedro Sánchez ha ganado las elecciones, sí, pero bajando de los 123 escaños conseguidos el 28 de abril a los 120 de la triste noche del 10 de noviembre.
Si hay alguien responsable de este panorama, ése es el presidente del gobierno, que pensó que una repetición electoral situaría al PSOE cerca de los 150 escaños, justo los que le dio Félix Tezanos en esa vergonzosa encuesta del CIS hecha en plena precampaña electoral.
El presidente del gobierno, que quería la repetición electoral, no ha logrado que el PSOE suba y, a cambio, ha hundido a Ciudadanos y ha propiciado (Franco mediante) la irresistible ascensión de Vox
Sánchez no pactó con Unidas Podemos un gobierno de coalición y de ese fracaso, del que Pablo Iglesias tuvo también culpa, el principal responsable fue el presidente, que hizo todo lo posible para que no saliera adelante. Tampoco hizo un gran esfuerzo para llegar a un acuerdo con Ciudadanos, ni tampoco con el PP. Los consensos no se predican, se consiguen arriesgando, ofreciendo acuerdos y cediendo, algo que el presidente nunca quiso asumir.
Si el plan era ampliar la ventaja del PSOE y hundir a Unidas Podemos, se puede decir que Sánchez ha quedado muy lejos de sus objetivos.
Si con la exhumación de Franco lo que quiso fue movilizar a la izquierda y acomplejar a la derecha, lo que ha logrado es situar a Vox con un resultado que no preveían ni los sondeos más catastrofistas.
¿Podrá gobernar Sánchez con este panorama? Es muy difícil que el presidente sume escaños suficientes como para conformar un gobierno estable. A los 120 escaños del PSOE tendría que sumar los 35 de UP, los 7 del PNV, los 3 de Más País, el escaño de Revilla y... ¡los 10 de Ciudadanos! si pretende alcanzar la mayoría absoluta. O bien echarse en manos de los independentistas.
Pero, ¿funcionaría esa sopa de siglas? ¿Aceptará esta vez Iglesias dar de nuevo un paso atrás y renunciar a entrar en el gobierno? No parece posible.
Si Sánchez no podía dormir tranquilo con un gobierno en coalición con UP, imagínense ahora, teniendo que conciliar a diputados de partidos tan distintos como los populistas de izquierda y los nacionalistas vascos. Será una auténtica pesadilla.
Por otra parte, el PP de Pablo Casado ha salido reforzado (ha subido 22 escaños), pero se ha quedado con la miel en los labios. El ascenso fulgurante del partido de Santiago Abascal (el gran triunfador del 10-N) le ha perjudicado enormemente.
Por otra parte, la posibilidad de una gran coalición (al estilo de Alemania), un gobierno de PSOE apoyado por el PP, con estos resultados se antoja prácticamente imposible. Casado no se puede permitir el lujo de dejarle a Vox el monopolio de la oposición por la derecha.
El resultado de Más País ha sido un desastre para Errejón. Iglesias ha demostrado que su proyecto es capaz de resistir -aunque ha perdido siete escaños- las operaciones de desgaste desde el poder y hasta las embestidas de ex dirigentes de Podemos que han contado con un apoyo mediático injustificado.
La influencia que han tenido en estos comicios los graves incidentes de Barcelona tras la sentencia del Supremo es innegable. Vox los ha capitalizado mejor que ningún otro partido. Pero Abascal lo ha hecho apelando a la mano dura y haciendo casi imposible una solución que no pase por el estado de excepción o la aplicación de un 155 permanente en Cataluña.
Por último, el desastre de Ciudadanos no es tanto achacable al oportunismo de Sánchez como a los graves errores de Albert Rivera. el líder de C´s no supo que hacer con la victoria electoral en Cataluña en 2017 ni con los 57 escaños que obtuvo el 28 de abril. Un partido de ideología difusa puede tener sentido por su utilidad para dar estabilidad y crear consensos, pero Rivera no ha hecho ni lo uno ni lo otro. Tiene que dimitir sin dilación. El hundimiento de su partido es una de las peores noticias de la jornada de ayer.
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