Crecimos pensando que las hormigas eran insectos a imitar por aquello de que trabajan sin quejarse -o eso parece- y llenan la despensa cuando se acerca el invierno para no pasar hambre ni tener que pedir favores a la familia. Son seres inofensivos, pero si usted sitúa un ejemplar sobre la platina de un microscopio y proyecta el resultado observará una horrible criatura. La hormiga existe, ergo es innegable. También le puede morder, pero es altamente improbable. El sensacionalismo obviaría esto último y describiría al detalle la estructura y el potencial de la mandíbula. El amarillismo no crea monstruos, pero los engorda. También la prensa que actúa de parte.
Los medios han teorizado durante los últimos años sobre el auge de los extremismos en Europa y sobre la eclosión de Vox. Lo han hecho siempre sin mirarse al espejo, pues ahí encontrarían una verdad dolorosa, y es que ellos mismos son una parte importante del problema, pues cada día dedican incontables horas y recursos a difundir los argumentos de los que se alimentan estos partidos.
Cualquiera que visite la web de Telecinco podrá encontrar las pasadas ediciones del informativo de Pedro Piqueras, que es el más visto de España. En octubre, pese al efecto de la retirada de la parrilla de programación de Pasapalabra, logró una media de 2,3 millones de espectadores diarios (15,6%). La fórmula del noticiario es clara: mezcla actualidad con todo tipo de sucesos que hacen concluir irremediablemente al televidente que algo no va nada bien a su alrededor.
El pasado viernes, el noticiario dedicó aproximadamente 7 minutos y medio a los actos de final de campaña de los partidos políticos, cosa lógica. A partir de ahí y hasta el minuto 27, se pudo apreciar a un policía chileno utilizar como escudo humano a un joven manifestante. También una polémica actuación policial en Arizona en la que un hombre recibió una descarga eléctrica mientras sostenía a su hijo en brazos; una pelea entre adolescentes grabada por un móvil, el vídeo de un ladrón que arrastraba 20 metros a una mujer para robarle el bolso, el asesinato de un policía en México por parte de los sicarios del 'narco' o una delincuente que robó en 18 hoteles de Barcelona.
A continuación, varias piezas sobre la emergencia climática: Australia se quema, en el norte del Reino Unido les llega el agua al cuello tras unas inundaciones; y en España no hace frío, sino que ha llegado un “chorro” polar con viento, lluvia, nieve y hasta fuego purificador. Por cierto, sepa usted que una anciana encendió un brasero en Sevilla y murió, quemada. La noticia es ésa, pero el presentador advirtió, en general, sobre el peligro de las estufas.
El matiz es importante: no es lo mismo afirmar que una abuela ha tenido un accidente que advertir del peligro de los braseros. En cada salón, un asesino en potencia. En cada esquina, un inmigrante que espera, con mirada aviesa, a atracarle o violarle. Cada tormenta, un Chernóbil.
El oportunismo de Vox
Vox utilizó en su campaña electoral un vídeo lamentable en el que aparecían varios africanos tratando de saltar la valla de Melilla y algunos atracos en ciudades españolas. De fondo, se escuchaba la voz de Santiago Abascal, durante una intervención en el Congreso de los Diputados. "¿De verdad se creen capaces de convencer a los españoles de que las decenas de inmigrantes ilegales no tienen nada que ver con el aumento de agresiones contra las mujeres y los homosexuales?".
Los medios de izquierda han concluido -con una ceguera terrible- que es necesario aplicar un cordón sanitario a este partido, dado que sus apariciones en los medios contribuyen a 'blanquear el fascismo'. El argumento es de una torpeza enorme, en primer lugar, porque Vox no es un partido fascista. Es una formación de derecha radical que ha ganado músculo pocos años después de que lo hiciera la izquierda populista. El motivo es la total ineficacia de los partidos tradicionales, que han sido incapaces de resolver los problemas de los ciudadanos, hasta tal punto que los han llegado a negar. Mientras tanto, el descontento ha aumentado y una parte de la sociedad se ha empobrecido, sin que hayan obtenido muchas explicaciones convincentes al respecto desde los partidos tradicionales.
Los homicidios y asesinatos han descendido en España el 15% desde principios de la actual década, mientras que los hurtos lo han hecho el 4% y los robos con fuerza en las cosas, el 45%.
Cualquiera que criminalice la inmigración es un irresponsable, pero es evidente que hay extranjeros que, según su nacionalidad y cultura de origen, tienen mayores problemas de integración. Y eso lo perciben los habitantes de los barrios populares, que lógicamente se indignan cuando la izquierda niega la mayor sobre esta circunstancia. Tras observar los resultados electorales del domingo, quizá Unidas Podemos y el PSOE tengan que empezar a preguntarse el porqué el cinturón rojo madrileño se ha teñido de verde.
Combatir los argumentos de Vox contra la inseguridad en las calles sólo requiere una sencilla consulta a los datos del Ministerio del Interior, que son públicos. Ahí se puede apreciar que los homicidios y asesinatos han descendido en España el 15% desde principios de la actual década, mientras que los hurtos lo han hecho el 4% y los robos con fuerza en las cosas, el 45%. Los robos con violencia e intimidación, el 27%. El tráfico de drogas lo ha hecho el 7%.
Según este artículo, entre 2012 y 2016, España fue el país de la Unión Europea con una menor tasa de homicidios. Y es evidente que la población extranjera comete delitos y que la inmigración ilegal es un problema complejo, pero conviene abordar estos temas con cautela. Entre otras cosas, porque la seguridad no ha degenerado en este país. Al revés, los problemas de orden público que se han producido en los últimos meses tienen que ver principalmente con la política. Con ese desafío secesionista, que también ha dado alas a la derecha populista, por cierto.
Sucesos, sangre y crímenes
La percepción es que los problemas han empeorado, entre otras cosas, porque las empresas que deberían dedicarse a informar de ellos en su justa medida, han decidido exagerarlos. Son varias las televisiones generalistas que dedican sus mañanas a narrar con detalle los asesinatos que ocurren en España. En los informativos, sucede algo similar y los sucesos que hasta hace no mucho estaban confinados en programas como 'Impacto TV', ahora ocupan una buena parte de los noticiarios. Incluidos los telediarios de RTVE, por cierto. Tanto en DMax como en Mega se emiten periódicamente programas sobre actuaciones policiales que dan la impresión de que este país está sin control. A merced de las mafias internacionales.
La situación alcanzó el absurdo la semana pasada, cuando varios partidos comenzaron a advertir del riesgo de que los CDR reventaran la jornada electoral. No hubo informativo que no se hiciera eco de ese mensaje. Sin embargo, el 10 de noviembre transcurrió sin incidentes en Cataluña -al contrario que el día después-. ¿Quién asume la responsabilidad del alarmismo?
El crimen es existir
La cosa no sólo va de asesinatos, sino también de los temas que se encuentran a la vanguardia dentro de la agenda 'progresista', como el cambio climático o la igualdad. Son varios minutos los que se dedican cada día en informativos como los de La Sexta a relatar los efectos de la “emergencia climática”, que no sólo tienen que ver con el hielo que se desprende de los polos, sino también con la simple tormenta veraniega que cae en cualquier lugar de España.
Ocurre lo mismo con el tema de 'las manadas' de violadores. Los medios vieron la posibilidad de lucrarse con la acción delictiva de los cinco o seis mamarrachos de las fiestas de San Fermín y, entre todos, convirtieron acciones deplorables y aisladas en todo un problema social de primera magnitud. Al final, en esta campaña, la derecha que quieren combatir ha sacado tajada del monstruo que ellos mismos habían engordado: las manadas están compuestas, en su mayoría, de inmigrantes, dijo en un debate Iván Espinosa de los Monteros.
Mientras los periodistas especializados en crear alarmismo llenan sus bolsillos y elevan a la categoría de emergencia nacional hechos que son propios de ambientes marginales y episodios aislados, los extremistas ganan fuerza.
Mientras los periodistas especializados en crear alarmismo llenan sus bolsillos y elevan a la categoría de emergencia nacional hechos que son propios de ambientes marginales y episodios aislados, los extremistas ganan fuerza.
Pocas son las televisiones y los periódicos digitales que prescinden hoy en día del amarillismo y de los titulares enrevesados en los que se describen, con pelos y señales, todo tipo de crímenes. Todo forma parte de la batalla por ganar audiencia y rentabilizar el negocio. Mientras tanto, todos dedican sesudos editoriales a analizar las causas del aumento del extremismo en España -que no sólo ha aparecido por la derecha- sin darse cuenta de que una de las principales son ellos mismos.
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