El centro político es el lugar de la representación moderada, generosa y con amplitud de miras. Es el espacio de unión necesario y seguro en tiempos de zozobra y riesgo. Y, justo ahora, en esta etapa de fragmentación y extremismos basada en la incoherencia, cuando más necesitamos suma constitucional nítida, emerge la posición individual y egoísta.
El espectáculo de malabarismos para acuerdos al que estamos asistiendo es lo contrario a la política. Si los partidos no son capaces de representar lo que dicen los ciudadanos y lo que es un país, entonces, no hay democracia real.
La política es Parlamento, democracia representativa, negociación responsable y generosa. Los populistas y los independentistas temen al centro porque es un lugar inaccesible para ellos. La Constitución resplandece en el centro.
España es democracia parlamentaria, monarquía, suma de Comunidades Autónomas. España es española, europea; Estado miembro de la Unión Europea. Es Constitución. La Constitución española hace posible la vertebración completa multinivel del modelo constitucional europeo; que existe, vaya si existe: es la suma clara de todas las constituciones de sus Estados. La UE es integración constitucional en sí misma.
En este tiempo convulso, los partidos y sus líderes deberían viajar al centro político y encontrarse allí. Adolfo Suárez encontró el lugar para hacer posible la Transición
En este tiempo convulso, los partidos y sus líderes deberían viajar al centro político y encontrarse allí. Adolfo Suárez encontró el lugar para hacer posible la Transición política española. En ese lugar forjó un partido al que llamó Unión de Centro Democrático.
Hoy, con otros mimbres pero también con sentido de España, es urgente recuperar ese viaje. Ahora, el centro necesario para crecer y avanzar sería una coalición: PSOE, PP y Ciudadanos. Lo saben todos pero no dan el paso porque está pesando más el poder partidista que la razón de Estado.
En mi opinión, ese sería el acuerdo de construcción. Es cierto que para los otros partidos constitucionalistas es difícil confiar en el PSOE de Pedro Sánchez. Otro PSOE, con otro presidente socialista en funciones, no estaría actuando así.
Es cierto que ya está encauzando su política de riesgo buscando la negociación con la izquierda republicana catalana. La misma izquierda que argumenta y alienta que continúen los actos incendiarios en Cataluña, que es aconsejable no parar la barbarie en Barcelona. ¿Para qué? Todos lo sabemos, para seguir presionando hasta la posible investidura de Sánchez.
También siguen avanzando las negociaciones con los diseñadores del procés. Qué política tan no política, extravagante y dañina. Para primero neutralizarla y después ganar, los partidos constitucionalistas deben dar un paso al frente.
Siempre digo, y lo seguiré afirmando con fuerza, que creo en la política y en los políticos. Cuando escribo columnas como esta lo hago porque pienso que tengo la responsabilidad de poner mi granito de arena intentando dar luz a lo que creo de verdad. Y, si todos lo saben, escribirlo y volver a decirlo.
Necesitamos partidos que sepan trabajar como un péndulo... desde izquierda o derecha saben ir y volver al centro cuando un país y sus ciudadanos lo precisan
Necesitamos partidos que sepan trabajar como un péndulo. No son iguales, ahí está la riqueza de la democracia, pero desde sus posiciones de izquierda, de derecha o liberales saben ir y volver al centro cuando un país y sus ciudadanos lo precisan.
El PSOE y Unidas Podemos están consultando a sus bases sobre su preacuerdo. Un pacto que bastantes socialistas líderes no aceptan, un preacuerdo que parte de la manipulación de la verdad. Del contraste continuo en las declaraciones, de lo que llaman postverdad.
Utilizan el concepto para ocultar sus contradicciones pero, en realidad, no existe la postverdad. Lo que es verdad, es verdad; lo que es mentira, es mentira. Este preacuerdo no concuerda con lo que la mayoría de los españoles queremos para España.
Para mí, el político que no busca con su brújula el centro no es un buen político. La capacidad de ser líder se mide más que nunca en etapas tan graves como la que está pasando España. Consiste en saber acercar posiciones, defendiendo tus ideales, pero con voluntad de sumar.
Seguramente los militantes del PSOE y de Unidas Podemos votarán que adelante el preacuerdo de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias. Muchos afiliados socialistas no depositarán su voto orgullosos porque saben lo que va a venir: de nuevo, la posible negociación con los independentistas catalanes.
Ahora, con Torra en los tribunales y sus seguidores llamando a la desobediencia civil e institucional. Lo que expresa el independentismo es contrario a la Constitución, los actos independentistas promueven lo anticonstitucional. Se disfrazan de democráticos cuando van contra las reglas de convivencia democrática.
La política no tendría sentido si no existiesen políticos que viajan cada día en su trabajo hacia el centro. Para fraguar, para buscar y encontrar consensos. En la política europea, ejercida en una democracia supranacional, se entrena y se aplica este viaje todos los días. Se trabaja casi siempre así: búsqueda de consenso en la negociación basada en el debate. El logro es la gobernanza multinivel europea.
El trabajo parlamentario que permanece no sería posible sin los políticos transversales. Muy de partido y de democracia representativa. La política de ahora y de futuro es la de las coaliciones, la de la búsqueda del máximo común denominador o del mínimo pero que hace posible la gobernabilidad ética, real y también de ilusión; para hoy, mañana, para toda una legislatura y hacia el largo plazo. Que mira a nuestros hijos. La de la solidaridad intergeneracional.
Si fuese posible preguntar a los españoles qué acuerdo quieren, la respuesta sería una coalición que nos traiga estabilidad
Si fuese posible preguntar a los españoles qué acuerdo de gobierno quieren, la respuesta sería una coalición que nos traiga estabilidad. Que permita que nos concentremos en lo que ya está aquí: afrontar una posible crisis económica, cambio climático, robótica, nueva perspectiva para el empleo, terrorismo, mercados emergentes como China, Brexit, desvaríos de Donald Trump. Que ponga en acción la política multilateral. Que consiga reflejar lo que somos.
Los ciudadanos también mirarían a la coherencia, a la transversalidad, a que no caiga la Bolsa, a que la economía española encaje en la europea y la apoye. Los ciudadanos votarían a una suma sin operaciones formada por PSOE, PP y Ciudadanos.
En esa unión de diversidad estamos representados la gran mayoría de los españoles europeos. Es una suma fácil, directa; no es un cálculo forzado encaminado al fracaso, sino la alianza para crecer.
Es la suma constitucional en España. Miren al centro y viajen a él.
Susana del Río Villar es doctora en Ciencia Política, profesora del Máster UE en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
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