En el único debate electoral televisado Pedro Sánchez se negó a responder a la pregunta "¿Cuántas naciones hay en España?" que, de forma reiterada, le lanzaron Pablo Casado y Albert Rivera. El presidente en funciones guardó silencio y agachó la cabeza con cierto desdén.
Para Sánchez, parece obvio, este tema resulta incómodo. Recordemos cuando, en plena batalla de primarias por la secretaría general del PSOE, Patxi López le descolocó en presencia de Susana Díaz al preguntarle en pleno debate: "Pedro, ¿qué es una nación?" Ese, probablemente, haya sido el momento más brillante en la carrera política del dirigente del PSE.
Ayer conocimos el texto del Programa Marco que el PSC presentará en su XIV Congreso, que se celebrará entre el 13 y el 15 de diciembre. En él se dice que "Cataluña es una nación" y España, "un estado plurinacional", como, por cierto, también sostiene el rehabilitado Pablo Iglesias.
Definir a España como un "estado" y a Cataluña como "una nación" resume con bastante claridad la confusión que los socialistas catalanes tienen con ese crucial debate. Según su lógica, España no es una nación, sino un aparato administrativo en el que caben varias naciones; una de ellas, Cataluña.
Es un planteamiento alejado de la realidad (España es una de las naciones estado más viejas de Europa) pero que permite una cómoda equidistancia con los que defienden la unidad de España y los que quieren la separación de Cataluña de España. Pero el truco tiene poco recorrido.
Toda nación reclama un estado. Si se admite que Cataluña es una nación, ya se está dando a los independentistas un triunfo esencial para sus tesis y que justifica muchos de los pasos que se han dado en los últimos años para lograr el objetivo final: la autodeterminación para lograr la independencia.
Una de las disputas más enconada en torno al Estatuto de Cataluña en vigor fue precisamente dónde se colocaba la definición de Cataluña como nación. El Tribunal Constitucional entendió que, al aparecer en el Preámbulo del texto, no tenía consecuencias jurídicas y que, por tanto, se podía considerar legal. El caso es que, desde el punto de vista político, con la aquiescencia del PSC, Cataluña ya es una nación. Y, de hecho, la bronca desde 2012 no se ha centrado en si Cataluña es o no una nación, sino en si Cataluña tiene derecho a crear su propio estado.
El primer secretario del PSC respira tranquilo. El presidente ya no habla del 155 ni de prohibir referéndums ilegales. Cataluña es una nación e España un estado plurinacional
El PSC ha vivido en tensión durante muchos años por ese debate interno. Hay gente más próxima a los nacionalistas (como en su día lo fue Pasqual Maragall) y otros menos proclives a aceptar la tesis de que Cataluña es una nación (como lo fue Carmen Chacón).
El PSOE de Zapatero estuvo a punto de abrir un cisma interno en el PSC a cuenta de ese tema e incluso José Blanco (entonces secretario de Organización) estudió la posibilidad de disolver el PSC y crear una gestora para frenar las veleidades nacionalistas del primer secretario del partido en Cataluña. No se pudo hacer porque el PSC es un partido autónomo. Cuestión muy relevante.
Después, en 2013, Chacón Chacón afeó en una carta pública a Pere Navarro (entonces primer secretario del PSC) su acercamiento a las tesis de Artur Mas, todavía presidente de la Generalitat. Hablaba la dirigente socialista sobre la llamada "cumbre por el derecho a decidir". Decía Chacón en su misiva: "No puedo imaginar un proyecto más reaccionario ni más opuesto a los valores y principios del socialismo".
Pelillos a la mar. Sánchez ha pasado de afirmar que en Cataluña sólo había "un problema de convivencia" a reconocer, como piden los independentistas, que lo que hay es "un problema político". Miquel Iceta, líder del PSC, y hombre pragmático donde los haya, encuentra la solución a ese dilema: "¿Es que un problema de convivencia no es un problema político?", se pregunta en una entrevista publicada por eldiario.es La respuesta a eso no es muy complicada: no si antes se ha negado que hubiera un problema político.
Iceta no puede ocultar -dice él mismo- su satisfacción ante la perspectiva de un acuerdo con ERC, que allanaría la investidura de Pedro Sánchez. El PSC ya ha puesto la alfombra para ese pacto a modo de resolución en su próximo Congreso, que coincidirá en el tiempo con la negociación para la conformación de una mesa de diálogo, paso previo que exige ERC para dar su apoyo a Sánchez en la investidura.
Sostiene Iceta que "Cataluña necesita ganar algún partido". Pues bien, ahora, de la mano de Sánchez podrá ganarlo, incluso por goleada. Después del acuerdo con ERC el presidente ya podrá responder a la pregunta que eludió en el debate electoral del 10-N. En España, por lo menos, hay una nación: Cataluña.