Poco tiempo ha durado el luto por la caída del Muro de Berlín, que desencadenó la de los comunismos europeos y dejó al descubierto todos sus desastres económicos, sociales y morales. Al desvanecimiento del comunismo occidental le siguió poco tiempo después la asunción de la economía de mercado en la China comunista.
Los resultados económicos y sociales cosechados en el mundo desde la caída del Muro son los mejores de la historia: las condiciones y la esperanza de vida, el acceso a la salud y la educación, la extensión de los derechos humanos, el nivel de empleo, la renta per cápita, han mejorado extraordinariamente a lo largo y ancho del mundo, mientras que la pobreza extrema se ha reducido extraordinariamente.
Con ser muy importante lo sucedido, lo es más aún que los grandes beneficiados hayan sido las personas mas débiles y desprotegidas: los pobres, los niños, las mujeres, los inmigrantes, los desempleados, los enfermos, los viejos, etc… y en suma las regiones menos desarrolladas.
En vez de estar satisfechos por tales logros históricos, se ha puesto de moda últimamente criticar el sistema capitalista con la intención de arreglar sus imperfecciones. Tras la caída del Muro y el triunfo de la economía de mercado en China, los filocomunistas de siempre no sintiéndose cómodos con la franca reivindicación de su alternativa paradigmática al capitalismo -pues todavía apestan los resultados de su aplicación- andan criticando el sistema institucional responsable de los enormes progresos de la humanidad a lo largo de la historia.
Las amenazas en ciernes del gobierno en formación contra los ricos y las grandes empresas, de materializarse conseguirían justamente lo contrario que prometen
Una reciente avalancha [1] de ensayos han puesto inequívocamente de manifiesto los extraordinarios logros económicos y sociales de las sociedades humanas, ninguno de los cuales tiene origen comunista; todos son consecuencia de la economía de mercado.
Curiosamente, a los críticos del capitalismo no les preocupa –en realidad las auspician–sus verdaderas imperfecciones todas ellas relacionadas con restricciones a la libre competencia que benefician a los buscadores de rentas y el capitalismo de amiguetes.
Llama mucho la atención, por otra parte, que los críticos del capitalismo y del orden político liberal se sientan portadores de los intereses de los pobres, desvalidos y más débiles de la sociedad para legitimar sus críticas “al sistema”, cuando es evidente -como antes se ha dicho- que son éstos quienes más se han beneficiado del capitalismo.
Desde que se descubriera el concepto de utilidad marginal en la economía sabemos que es de naturaleza decreciente: cuando tenemos sed la utilidad del primer vaso de agua es muy grande, la del segundo menor, hasta terminar siendo nula. Siguiendo este lógico principio, la utilidad personal que los pobres del mundo están obteniendo del crecimiento económico saliendo primero de la extrema miseria, para ir logrando cada vez más medios de subsistencia y mejores condiciones de vida, es extraordinariamente alta, mientras que la que obtienen los ricos es casi nula.
Sin embargo, los progresistas de nuestro tiempo no pierden su tiempo hablando del progreso de los pobres, pues parece que les incomoda, sino criticando la riqueza de los ricos; algo muy cuestionable por, al menos, estas razones:
- La riqueza conseguida en mercados abiertos a la competencia cumpliendo con las leyes, sólo puede ser objetada desde una perspectiva comunista denigradora de la propiedad privada que ofrece como alternativa una probada miseria económica y moral.
- La riqueza conseguida por los buscadores de rentas y el capitalismo de amiguetes es debida a la intervención socialista de los mercados. [2]
- La mayoría de los más ricos del mundo han alcanzado su estatus por estricta meritocracia, se han hecho a sí mismos y no deben nada a herencias pasadas; en todo caso se han beneficiado de una economía globalizada que ha amplificado sus éxitos, junto con la prosperidad de todo el mundo. [3]
- Según ha probado el premio Nóbel de economía 2018, William Nordhaus, en un artículo científico [4] publicado en 2004, entre 1948 y 2001 los más ricos del mundo sólo percibieron el 2% del valor añadido que crearon. Para los progresistas sería deseable que no recibieran ese 2% a costa de perder por el camino el 98% de la riqueza y empleo que generaron.
Es terrible pensar que cerca de tres millones de españoles -los que votan a Podemos– tengan por enemigo a Amancio Ortega -quintaesencia de la función empresarial-, un hombre hecho a sí mismo que en el libre mercado mundial hace felices a los millones de personas que todos los días adquieren libremente sus productos a unos precios que han multiplicado su poder adquisitivo. La más que merecida riqueza de Amancio Ortega procede mayormente de fuera de España y representa una ínfima parte de la riqueza y empleo que crea. ¿Qué alternativa “bolivariana” existe a la figura de nuestro admirable empresario schumpeteriano? No tenemos noticia de ello, por lo que cabe recurrir a Aristóteles cuando señaló en su Retórica que “la envidia es la pena por el bien ajeno y el gozo por el mal ajeno” y también a Kant, quien en su Metafísica definió la envidia como “la inclinación a contemplar con dolor el bien del otro, a pesar de que no perjudica –en nuestro caso, beneficia– el bien propio”.
Como la envidia es un sentimiento inconfesable necesita vestirse de ideología igualitaria de carácter justiciero necesariamente demagógica e hipócrita. Las amenazas en ciernes del gobierno en formación contra los ricos y las grandes empresas, de materializarse conseguirían justamente lo contrario que prometen: menos riqueza, menos empleo, menos ingresos impositivos, menos bienestar social, etc para perjuicio –sobre todo– de aquellos a los que dicen defender. Todo un regreso a lo que acontecía al este del Muro, cuya caída “fue una mala noticia” para ¿el próximo? vicepresidente del gobierno español.
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[1] THE EVOLUTION OF PROGRESS C. Owen Paepke, 1993. THE STATE OF HUMANITY Julian L. Simon, 1995. THE RATIONAL OPTIMIST Matt Ridley, 2010. THE GREAT SCAPE Angus Deaton, 2013. MASS FLOURISHING Edmund Phelps, 2013. PROGRESS Johan Norberg, 2016. ENLIGTMENT NOW Steven Pinker, 2018. FACTULLNESS Hans Rosling, 2018
[2] El catedrático Jesús Huerta Soto, en su ensayo EL SOCIALISMO COMO ERROR, 2015 define el socialismo como “todo sistema de agresión institucional y sistemática en contra del libre ejercicio de la función empresarial”
[3] Dos tercios de los más ricos del mundo –Jeff Bezos AMAZON, Bill Gates MICROSOFT, Amancio Ortega ZARA, Larry Ellison ORACLE, Mark Zuckaberg FACEBOOK, Larry Page y Sergey Brin GOOGLE,…– lo son por sí mismos compitiendo abiertamente en los mercados mientras hacen felices a millones de consumidores incluidos los populistas .
[4] SCHUMPETERIAN PROFITS IN THE AMERICAN ECONOMY: THEORY AND MEASUREMENT, April 2004.
Poco tiempo ha durado el luto por la caída del Muro de Berlín, que desencadenó la de los comunismos europeos y dejó al descubierto todos sus desastres económicos, sociales y morales. Al desvanecimiento del comunismo occidental le siguió poco tiempo después la asunción de la economía de mercado en la China comunista.
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