Si alguien puede salvar a Ciudadanos de la extinción es Inés Arrimadas. Hasta ahora en un segundo plano, a la sombra del liderazgo superlativo de Albert Rivera, la mujer que logró ganar las elecciones en Cataluña en diciembre de 2017 tiene en sus manos la hercúlea tarea de resucitar a un partido que ha perdido, en sólo seis meses, 47 escaños y 2,5 millones de votos.
No me gustaría estar en su pellejo. Pero ella parece de otra pasta. Tras el golpe del 10-N, tras la sangría que provocó el batacazo, la marcha de Albert, de Fran, de Fernando, de Juan Carlos, de Ville,... el dolor, el llanto, han dado paso a una nueva etapa de recomposición, de mirar hacia adelante. "Estamos en un momento zen", dice Arrimadas con una sonrisa que no tiene nada de pose.
Hace unos días lanzó su oferta a Pedro Sánchez. Un gobierno del PSOE en solitario con apoyo de los partidos constitucionalistas, el PP y Ciudadanos. El presidente ha aceptado verse con ella en Moncloa, pero no quiere una reunión a tres, porque eso sería dar esperanzas a una propuesta que él ya ha desechado. Arrimadas se ha reunido con empresarios, con líderes de la sociedad civil que la han animado a seguir. Sin ir más lejos, el Círculo de Empresarios pidió el pasado miércoles al presidente que negociara con Ciudadanos y el PP.
La líder de C's afronta la hercúlea tarea de recuperar la confianza de millones de españoles que el 10-N le dieron la espalda a un partido hecho a la medida de Albert Rivera
Es suplicar en vano. Sánchez ya ha tomado una decisión. Tiene cerrado el acuerdo de coalición con Podemos y casi a punto el apoyo parlamentario de ERC para la investidura. Toda una rectificación sobre lo que dijo en campaña.
Arrimadas no se hace ilusiones. "Con esta propuesta se pone de manifiesto que no es verdad cuando el presidente dice que no tiene más opciones que gobernar con Podemos y con apoyo de los independentistas. La tiene. Lo que nosotros no vamos a hacer en ningún caso es apoyar un gobierno del PSOE con Podemos ¿Estamos locos o qué? Ese gobierno, encima con respaldo de los que han querido dar un golpe de Estado, nos llevará a la ruina".
¡Cómo hubieramos deseado escuchar esa propuesta en boca de Rivera tras los resultados del 28 de abril! Sin decirlo, Arrimadas está haciendo una rectificación en toda regla al gran error de su jefe y amigo.
Arrimadas, a la que a veces se le escapa una expresión en catalán o un acento andaluz, sabe que le espera una larga travesía, pero confía en la supervivencia de Ciudadanos, en la fuerza de un proyecto al que, a pesar de todo, han votado más de 1,6 millones de personas.
El Congreso de marzo, en el que ella, con seguridad, saldrá elegida presidenta de Ciudadanos, no implicará una revisión de las bases ideológicas del partido: "Somos un partido liberal, profundamente liberal. Creemos en el libre mercado, pero también en la defensa de la igualdad de oportunidades, en un feminismo no excluyente, en la defensa del medio ambiente sin fundamentalismos..."
La líder del partido naranja marca su agenda sin tutelas. Su amigo Albert, con el que sigue hablando casi a diario, está manteniendo una exquisita distancia respecto a sus decisiones. "Nunca hablamos de política", afirma.
Mantiene una buena relación con Pablo Casado -los dos han heredado partidos en estado de coma- y es muy probable que en los próximos comicios, sean autonómicos o nacionales, utilicen la fórmula de Navarra Suma, presentando un sólo candidato donde la división entre Ciudadanos y PP sólo favorezca a otras opciones. Otra rectificación sobre lo que hizo en su día Rivera, rechazando la propuesta que le hizo Casado para afrontar el 10-N.
Bajo su dulce sonrisa, su aspecto un tanto frágil, se esconde una mujer de principios, decidida, con capacidad de convicción (como demostró en el Parlamento de Cataluña y en los debates preelectorales en los que participó).
Muchos hemos visto en la caída de Ciudadanos una mala noticia para la democracia española. El castigo por errores evidentes ha sido excesivo.
Ciudadanos ya no es Albert Rivera. Ahora es un partido distinto, más coral, pero con un liderazgo indiscutible.
Si alguien puede salvar a Ciudadanos de la extinción es Inés Arrimadas. Hasta ahora en un segundo plano, a la sombra del liderazgo superlativo de Albert Rivera, la mujer que logró ganar las elecciones en Cataluña en diciembre de 2017 tiene en sus manos la hercúlea tarea de resucitar a un partido que ha perdido, en sólo seis meses, 47 escaños y 2,5 millones de votos.
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