Hace bien el Rey en iniciar la tanda de contactos con los líderes de los partidos presentes en el Congreso, pero una vez más las condiciones en que se mueve la situación no permitiría que el Monarca encargase a ningún candidato la tarea para formar gobierno. Y eso es así porque tampoco Pedro Sánchez, el único candidato con posibilidades de ser investido, está en disposición de asegurarle a Felipe VI que cuenta con los apoyos necesarios para acceder a la presidencia.
Porque, una de dos: o nos están engañando y Sánchez cuenta ya con la promesa de abstención por parte de los republicanos y eso es lo que le va a contar hoy al Rey, o efectivamente el acuerdo con ERC está lejos de alcanzarse y en la misma medida no está clara la celebración de la sesión de investidura.
Pero el único que puede dar la versión de la realidad es el propio Sánchez, dado que los representantes de Esquerra no han tenido bien acudir a la audiencia con el Rey porque dicen que no reconocen su autoridad ni su papel institucional como jefe del Estado. Es decir, que no reconocen la validez y la legitimidad de la Constitución española.
Y con esa gente es con la que el candidato socialista está celebrando conversaciones y haciendo cesiones -por lo pronto, una fundamental: aceptar otra vez la tesis independentista de que estamos ante un "conflicto político", lo cual deriva en unas determinadas condiciones para la negociación-, cesiones que iremos conociendo cuando ya sea imposible revertirlas y que vendrán además envueltas en ese lenguaje vaporoso a que nos tienen acostumbrados los políticos cuando quieren que no se sepa de verdad lo que han pactado.
Solo un ejemplo: en el acuerdo de Pedralbes, firmado el 20 de diciembre del año pasado "entre los gobiernos de España y Cataluña" -ojo, que esto era lo más próximo a una escenificación de una conversación bilateral de igual a igual, que es lo que quieren aparentar siempre los secesionistas-, además de afirmar eso, se añadió que "deben seguir potenciándose los espacios de diálogo que permitan atender las necesidades de la sociedad y avanzar en una respuesta democrática a las demandas de la ciudadanía de Cataluña, en el marco de la seguridad jurídica".
El único que puede dar la versión de la realidad es el propio Sánchez, dado que los representantes de Esquerra no han tenido bien acudir a la audiencia con el Rey
Ni una sola mención al marco constitucional. Naturalmente, aquella fue una exigencia del presidente de la Generalitat, Quim Torra, exigencia que la delegación del Gobierno aceptó, para vergüenza general, sin rechistar. Y luego sus portavoces intentaron decirnos que esa mención a "la seguridad jurídica" quería decir a la Constitución. Ya, lo querría decir pero el caso es que no lo decía y no lo decía porque los independentistas se habían opuesto y el Gobierno se había plegado. La realidad es que la Constitución como marco jurídico de aquellas conversaciones estuvo ausente del comunicado conjunto.
Pues con estas conversaciones secretas va a pasar lo mismo. Que cuando se informe a la opinión pública de del acuerdo alcanzado con ERC, si es que finalmente se llega a alcanzar, los términos en que se expresará el comunicado serán los necesarios para que nada quede meridianamente claro, de modo que se necesitará después una labor periodística de investigación para que podamos enterarnos de verdad de lo que se ha cedido a cambio de una mera abstención en la sesión de investidura.
Y hablo constantemente de cesiones porque es lo que se aprecia a primera vista: nunca hemos tenido constancia de ninguna cesión por parte del independentismo. Nunca jamás. Únicamente hemos asistido a diversas reflexiones por parte del constitucionalismo sobre qué se les puede ofrecer a los secesionistas para que se sientan a gusto dentro de España y todas las posible ofertas que se están barajando estos días desde las instancias gubernamentales van en esa misma línea.
Oiga ¿y qué pueden ofrecer ellos para que los demás nos sintamos a gusto en esa Cataluña dividida en dos, a una de cuyas mitades se ignora absolutamente desde el independentismo y en cuyo nombre nadie de aquel gobierno habla? Porque ésa es también la cuestión. Pero eso no se plantea jamás.
Lo que se plantea ahora mismo para indignación de la mayoría de españoles, es que un partido que ha violado la ley, que ignora y actúa deliberadamente contra la Constitución, y cuyos líderes han sido juzgados y condenados por el Tribunal Supremo por sedición y malversación, son el interlocutor que el señor Pedro Sanchez ha elegido para negociar su acceso a la presidencia del Gobierno. En definitiva que los sediciosos son hoy, por decisión del líder socialista, quieres tienen la sartén por el mango para decidir el futuro de España los próximos años.
Todo esto es la culminación de una chapuza que dio comienzo 48 horas después de que se celebraran las últimas elecciones y de la que Pedro Sánchez es el único autor
Éstos son los muy defectuosos mimbres con los que el candidato socialista se presenta hoy ante el Rey, mimbres que ni siquiera está en condiciones de asegurar que tiene ya en la mano. Por lo tanto, en puridad, no sería nada absurdo que Felipe VI decidiera esperar hasta que el señor Sánchez esté en condiciones de asegurarle que cuenta con los votos necesarios para ser investido y a continuación formar gobierno.
La cosas se están haciendo al revés y ni se cumplen en este momento los parámetros necesarios para que el Rey ejerza el papel que le corresponde en el encargo de formar gobierno al líder político que realmente esté en condiciones de formarlo, ni el candidato puede ofrecer al jefe del Estado la seguridad de que va a ser investido, ni las compañías elegidas son recomendables para defender el interés general de los españoles.
Todo esto es la culminación de una chapuza que dio comienzo 48 horas después de que se celebraran las últimas elecciones y de la que Pedro Sánchez es el único autor.
Hace bien el Rey en iniciar la tanda de contactos con los líderes de los partidos presentes en el Congreso, pero una vez más las condiciones en que se mueve la situación no permitiría que el Monarca encargase a ningún candidato la tarea para formar gobierno. Y eso es así porque tampoco Pedro Sánchez, el único candidato con posibilidades de ser investido, está en disposición de asegurarle a Felipe VI que cuenta con los apoyos necesarios para acceder a la presidencia.
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