No será lo mismo que en la presentación de su pacto con Pablo Iglesias, con esos besos con las patillas y esos abrazos enredando los sables, como la pedida de mano de dos cosacos. Ya sin pasión, ya sólo con protocolo y pereza, ofreciendo la mano blanda de las infantas o los párrocos, entrenadas para dar un tacto de paloma gordezuela y calenturienta de su fe, Sánchez recibe a Casado y luego a Arrimadas. La gente dice que eso no sirve para nada, pero yo creo que poner la mano floja e ir haciendo fila de fieles o infieles ante ella le sirve a Sánchez igual que al cura, a la infanta o a esos santos de besamanos, ya con escorrentía, a los que el sacristán les limpia con un pañuelito de tísico la saliva de enfermedad y puchero de la última señora. Es decir, le servirá para hacer de farol de poder (en su sentido de fanal y de bluff), para ir construyendo mitología y para ir templando la mano al beso y el beso a la mano, o sea templando el poder a su dueño.
Todo alrededor de Sánchez trata del poder. Cuando se encama con Iglesias como dos merry men de Robin Hood o cuando se desvelaba por las noches por esos mismos bandidos; cuando quiere aplicar el 155 e intervenir en la educación y en TV3, pero de repente ve en Cataluña un evidente “conflicto político”, todo es por el poder. No es contradicción, sino que el valor medido, la única constante, es el poder. Sánchez, simplemente, hacía cada vez lo que tenía que hacer para conseguir el poder. Dicen que Sánchez no es fiable, pero yo cada vez lo veo más fiable. Objetan que dice una cosa y la contraria, y que ha mentido a su partido, a sus votantes y hasta a sí mismo. La verdad es que esto es lo que lo hace más confiable que nadie. Visto que hará cualquier cosa por el poder, la única táctica con él es ofrecerle más poder que los demás. En este caso, más poder que el amante bandido y que el sedicioso que amarillea en fraile, que le darían la Moncloa y quizá un tripartito con el PSC en Cataluña.
Todo alrededor de Sánchez trata del poder. Cuando se encama con Iglesias como dos merry men de Robin Hood o cuando se desvelaba por las noches por esos mismos bandidos
Casado y Arrimadas no llegan igual ante la mano globosa de Sánchez. Si Casado sostiene a Sánchez, Vox se comerá al electorado del PP en platos talaveranos. Pero si Arrimadas se presta, no ya al PSOE, sino para mediar entre PSOE y PP, podría recuperar el centro que Sánchez ha abandonado decidiendo ir a lo comando por las selvas del populismo de tipi y el nacionalismo de marmita y amonal. Arrimadas sabe que no es imprescindible aritméticamente, pero sí políticamente. Pero es un pacto que Casado no podría justificar ante esos votantes que se están dejando atontar (con la pasividad del PP, que no los refuta) por los de la fiesta del trabuco y la verbena de Agustina de Aragón. No podría justificarlo a menos que Sánchez quedara como derrotado. Sánchez no se va a ir, así que Casado tendría que forzarlo a coger prestada otra vez la bandera de cupletera de Marta Sánchez, a ser duro en Cataluña, y decir que ha sido una conversión patriótica como un cristazo en la frente. Esto, sin embargo, sería el fin del cuento de la lechera que se va montando el PSC. La vía Arrimadas daría a Sánchez la misma Moncloa, seguramente más estable, pero dejaría al PSOE sin participar del botín catalán. Y devolvería protagonismo y un lugar político a Cs, también en Cataluña, cuando ya estaba derrotado.
Casado viene como un archienemigo pero Arrimadas viene como una diosa Ceres, con trigo en las manos y en la barriga, intentando aún enseñarnos a plantar y a hacer pan. Sánchez no sólo no me parece ya inestable, sino bastante controlable. He llegado a la conclusión de que es el político más sencillo, menos complicado de manejar de toda nuestra democracia. Había que darse cuenta, claro, de que no se trataba de buscar otra lógica, otra coherencia, otra ideología, que el purísimo poder. Con Sánchez se puede negociar mejor que con nadie. Asegurándole suficiente poder y suficiente gasolina emocional para su Falcon, como decíamos el viernes, se podría conseguir de Sánchez cualquier cosa, hasta que gobernara con moderación. Era falso eso de que no gobernaría a cualquier precio, ya lo está demostrando, vendiendo nuestra democracia a la rapiña tribal nacionalista y a la rapiña ropavejera populista.
Sánchez recibe a Casado y a Arrimadas con su mano fofa de apretón de entierro o de anillo de obispo. Sánchez no espera nada porque ya tiene su plan (sí, el que dijo Rivera). Pero creo que es la primera vez que acepto que de Sánchez no depende nada. No, porque es la única constante en este juego: siempre se quedará con la opción que le otorgue más poder. No ha habido nadie más venal en nuestra democracia, y eso hace que todo con él sea, a la vez, sencillo y carísimo. La vía Arrimadas estaría bien, pero no iguala la oferta de poder de la solución Frankenstein. O sea, que Sánchez no la aceptaría nunca. La única manera de equilibrarla sería ofertar también a la vez la destrucción del centro derecha español. O sea, el apoyo de Cs y PP gratis. Sí, el futuro no está en las manos de Sánchez, sino en las de los otros. Y siempre saldrá caro. Ahí está la clave: con Sánchez siempre saldrá caro. Mientras el peso absoluto del poder sea la única constante, lo único que se puede medir delante de Sánchez, esto no puede tener una salida que no sea la catástrofe. Estas reuniones en las que Sánchez recibe con mano mollar, mano ya hervida o embalsamada en sus fingimientos y en sus mentiras, es verdad al final que no servían para nada. O sólo le sirven a él, para que parezca que no hay otra fila que la suya.
No será lo mismo que en la presentación de su pacto con Pablo Iglesias, con esos besos con las patillas y esos abrazos enredando los sables, como la pedida de mano de dos cosacos. Ya sin pasión, ya sólo con protocolo y pereza, ofreciendo la mano blanda de las infantas o los párrocos, entrenadas para dar un tacto de paloma gordezuela y calenturienta de su fe, Sánchez recibe a Casado y luego a Arrimadas. La gente dice que eso no sirve para nada, pero yo creo que poner la mano floja e ir haciendo fila de fieles o infieles ante ella le sirve a Sánchez igual que al cura, a la infanta o a esos santos de besamanos, ya con escorrentía, a los que el sacristán les limpia con un pañuelito de tísico la saliva de enfermedad y puchero de la última señora. Es decir, le servirá para hacer de farol de poder (en su sentido de fanal y de bluff), para ir construyendo mitología y para ir templando la mano al beso y el beso a la mano, o sea templando el poder a su dueño.
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