Convengamos en que el entrenador del Málaga C.F., Víctor Sánchez del Amo, cometió un tremendo error al masturbarse delante de su ordenador, pasara lo que pasara, pues nunca es buena idea mostrar ante una cámara destapada cualquier cosa que tenga que permanecer en secreto. Desde un robo hasta el ofrecimiento de un soborno o un pedazo de la anatomía humana.
El exfutbolista decidió mostrar su intimidad a otra persona en internet o, simplemente, fue espiado a través de su ordenador o teléfono móvil. Por alguna razón, esas imágenes han trascendido y se han vuelto en su contra. La distopía tecnológica no era la aniquilación de la raza humana por parte de las máquinas. Era esto. Que un mero fallo, un momento de bajeza y una traición o un descuido sea capaz de reventar la reputación de una persona. Lo peor es que esto es habitual. Es cosa del día a día. Y eso aterra.
El asunto invita a reflexionar sobre lo sencillo que resulta actualmente ejercer el sicariato en esta realidad híper-conectada, en la que no hay rincón que no apunte una cámara y en la que los datos personales de los ciudadanos circulan por los más insondables lugares de la Red y pueden ser utilizados como arma mortal.
La distopía tecnológica no era la aniquilación de la raza humana por parte de las máquinas. Era esto. Que un mero fallo, un momento de bajeza y una traición o un descuido sea capaz de reventar la reputación de una persona
Hace no mucho, se puso de moda una técnica de extorsión por la que determinadas personas recibían un correo electrónico en el que se les advertía de que habían sido grabados mientras se masturbaban, frente a su ordenador o su teléfono móvil. Si se negaban a abonar una determinada cantidad monetaria a los delincuentes, eran castigados con su muerte social. ¿Cómo? Con el envío del documento comprometedor a todos sus contactos en las redes sociales y a sus compañeros de trabajo.
Descuidos que matan
La realidad se vuelve insoportable cuando alguien puede perder la confianza de sus allegados y su salario por el mero hecho de haber cometido un descuido. O, simplemente, porque unos extorsionadores hayan sido capaces de acceder a los archivos de su ordenador o de activar su cámara a distancia. La intimidad es hoy más difícil que guardar que nunca y aterra pensar que el hecho de estar en en el sitio inadecuado en el momento justo puede provocar la muerte civil.
Aterra pensar que el hecho de estar en en el sitio inadecuado en el momento justo puede provocar la muerte civil
Una vez se filtra esa información, detenerla es complicado. Hay una conocida serie de Netflix, llamada Black Mirror, que está dedicada a los riesgos del desarrollo tecnológico. En su primer capítulo, se muestra cómo unos terroristas secuestran a una princesa y amenazan con matarla si el primer ministro británico se niega a mantener relaciones sexuales con una cerda frente a las cámaras de una televisión. En un primer momento, las autoridades tratan de frenar la difusión de ese mensaje, pero, a cada vídeo que borran, surgen en YouTube múltiples réplicas. Internet representa a lo imparable, para bien y para mal.
Un caso similar al de Víctor Sánchez del Amo fue el de Olvido Hormigos, que tuvo la nefasta idea de enviar un vídeo erótico a un hombre y éste decidió distribuirlo, según ella, con la ayuda del entonces alcalde de la localidad de Los Yébenes. También fue sonado el caso de Sergi Enrich y Antonio Luna, dos futbolistas que se grabaron manteniendo relaciones sexuales con una mujer, presuntamente, sin su consentimiento. La Fiscalía de Guipúzcoa pidió el pasado diciembre 5 años de cárcel para ambos. Su vídeo fue viral durante unos cuantos días, en 2016.
Lo que ha ocurrido en este último caso, el de Sánchez del Amo, es especialmente cruel, pues el Málaga C.F ha decidido apartarle de su puesto de entrenador tras la difusión del vídeo. El afectado asegura que ha sido extorsionado y ha avanzado que denunciará los hechos, pero eso no ha sido óbice para que los responsables del club, impresentables a todas luces, le hayan penalizado. También lo han hecho decenas de usuarios de las redes sociales, quienes, con un número de neuronas especialmente mermado, han optado por difundir el vídeo y por faltar de forma flagrante al respeto del afectado por este evidente delito. ¿Sería más fácil ver que es una víctima si Sánchez del Amo fuera una mujer?
Dijo Isaac Asimov que el aspecto más triste de la vida actual es que el avance científico es más rápido que la evolución de la sabiduría humana. Ciertamente, cuesta evitar sentirse sobrepasado ante la magnitud del cambio tecnológico y el enorme avance de las comunicaciones, que han provocado que cualquiera de los cientos de millones de ciudadanos conectados a internet tenga la posibilidad de saber todo de una persona que no conoce. Y de amenazarle con hundir su vida con un par de movimientos de ratón. La falta de comprensión hacia todo eso, que es la que han exhibido diversas personas en estas últimas horas, entre ellos, el Málaga C.F., resulta, sencillamente inmoral.
Convengamos en que el entrenador del Málaga C.F., Víctor Sánchez del Amo, cometió un tremendo error al masturbarse delante de su ordenador, pasara lo que pasara, pues nunca es buena idea mostrar ante una cámara destapada cualquier cosa que tenga que permanecer en secreto. Desde un robo hasta el ofrecimiento de un soborno o un pedazo de la anatomía humana.
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