El fundador de la psicología individual, discípulo de Freud, Alfred Adler decía algo que debería oír el nuevo Gobierno: “Es más fácil luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos” y el presidente Pedro Sánchez aprender del filósofo Sanders Peirce que en el XIX ya escribió que “la identidad de un hombre consiste en la coherencia entre lo que es y lo que piensa”. Ambas frases nos las podemos aplicar casi todos en esta sociedad anestesiada en la que se ha convertido España.
¿Qué nos pasa que aceptamos como normal la incoherencia permanente del nuevo Gobierno? Es como si nuestra sociedad hubiese naturalizado que ningún político tiene palabra, ni la va a cumplir. Y lo que es peor, lo aceptamos sin mayor preocupación, como si los 472.660 millones de euros que gestionan no fueran nuestros. Cambiar de opinión es bueno si nuevos argumentos sustentan el cambio; si solo es por interés electoral, por mantenerse en el poder o a cambio de favores que perjudican a tu país, es poco menos que una traición.
Son tantos los ejemplos recientes de incoherencia que abruman. Del no pactaremos con el populismo y no dormiría tranquilo con Iglesias en mi gobierno, a nombrarle vicepresidente y cinco ministros de Podemos. De las palabras de Ábalos: “El PSOE no iría ni a heredar con los independentistas” a ser sus aliados para gobernar. Aunque la incoherencia llegó mucho antes, cuando defendió Sánchez en el Congreso limitar por ley los decretos del Gobierno del PP, y al llegar él al poder dictó siete decretazos en dos meses. O cuando pidió la dimisión del director general de FITUR por enchufar a su mujer y cuatro años más tarde. Nombraba presidente de Paradores al ex secretario general del PSOE Oscar López y a Félix Tezanos responsable de programas del partido, presidente del CIS. Se calcula que a día de hoy ha enchufado a unos 500 cargos públicos.
Debemos concluir que la prensa en España es manifiestamente de izquierdas y les permite a unos lo que no permite a otros, o quizá que la izquierda ha sabido regar de dinero algunos medios
Hemos olvidado cómo el hoy presidente del Gobierno defendía un código ético para el PSOE y dos años más tarde calificaba como “secreto oficial” trasladarse con su Falcon para ir a un concierto en Benicàssim, o cuando acusó a Cifuentes de mentir en su currículum, pero disculpó que lo hiciera su ex ministra de Hacienda y ahora portavoz del Gobierno Mª Jesús Montero, y José Blanco, Patxi López, José Montilla, Elena Valenciano…
Y no sigo, porque son tantos los casos de incoherencia reciente que no hay espacio suficiente en este artículo que solo busca la reflexión. Quizá es lo que no hacemos los votantes, reflexionar. No votamos pensando en lo que han hecho, sino por lo que pensamos que van a hacer. Y hemos perdido el principio de contradicción del Derecho procesal, por el que todos tenemos derecho a confrontar la prueba que se presenta contra uno de nosotros. Se lanzan desde el Gobierno afirmaciones completamente falsas que buena parte del periodismo ni censura ni critica de forma contundente. Sabe el nuevo Gobierno que, si un día nombra vicepresidente a Pablo Iglesias, y al siguiente Fiscal General a la Ministra de Justicia, un escándalo solapará al otro y el periodismo fast food los olvidará rápido, hasta que llega un momento en el que se solapan y eso rebaja su importancia, dando rienda suelta al gobernante, dejando de ser la prensa, fiscalizadora de sus actos.
Hagan un ejercicio muy sencillo. ¿Se imaginan que la mitad de lo que ha hecho Pedro Sánchez, lo hubiese hecho Mariano Rajoy? La calle Génova estaría tomada por manifestantes día y noche, y algunas cadenas retransmitiéndolo 24 horas en directo. Ruiz-Gallardón también era Fiscal en excedencia y fue Ministro de Justicia, ¿qué hubiese dicho Pedro y Pablo si le nombran Fiscal General del Estado? Visto lo visto debemos concluir que la prensa en España es manifiestamente de izquierdas y les permite a unos lo que no permite a otros, o quizá que la izquierda ha sabido regar de favores y dinero algunos medios y cuidar “a los suyos”, cosa que no ha sabido hacer el centro y la derecha.
Entiendo mejor que nunca la marcha de la política de Borja Sémper, siendo honrado, soñador, educado y coherente, poco tiene que hacer en la política. Hoy manda el exabrupto, el insulto y la bronca fácil. Ha muerto la crítica inteligente y la sutileza, han ganado los que nos querían dóciles. Estamos anestesiados.
El fundador de la psicología individual, discípulo de Freud, Alfred Adler decía algo que debería oír el nuevo Gobierno: “Es más fácil luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos” y el presidente Pedro Sánchez aprender del filósofo Sanders Peirce que en el XIX ya escribió que “la identidad de un hombre consiste en la coherencia entre lo que es y lo que piensa”. Ambas frases nos las podemos aplicar casi todos en esta sociedad anestesiada en la que se ha convertido España.
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