El ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, ha reconocido -tras haberlo negado- que se reunió en la madrugada del pasado lunes con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, que tiene prohibida su entrada en territorio Schengen, según una resolución aprobada a instancias del ex ministro de Exteriores español, Josep Borrell.
Ábalos ha querido quitar hierro al asunto e incluso ha afeado la actitud de los periodistas que le han preguntado por ese encuentro inexplicado y difícilmente explicable.
El ministro debería actuar con menos soberbia y recordar que sus reuniones con altos mandatarios, más aún si se trata de una persona de la máxima confianza de Nicolás Maduro, son un asunto relevante y, por tanto, merecedor del escrutinio público.
Los hechos aún no están claros. Entre otras cosas porque oficialmente la información que se ha dado es incompleta y poco clara, cuando no contradictoria.
Lo que sabemos es lo siguiente:
A primera hora de la madrugada del lunes 20 de enero aterrizó en el aeropuerto de Barajas de Madrid un avión de la compañía Sky Valet, que se dirigió a la terminal de vuelos privados. En dicho avión viajaban la vicepresidenta de Venezuela, el ministro de Turismo, Félix Plasencia, y personal de sus respectivos gabinetes.
Al pisar suelo español, Delcy Rodríguez debería haber sido detenida. ¿Evitó el ministro que la policía cumpliera con su obligación?
Cuando se produjo el aterrizaje saltaron las alarmas en la Comisaría de Policía que se encarga de la seguridad del aeropuerto ya que en sus ordenadores aparecía como pasajera del avión que acaba de aterrizar procedente de Caracas la ciudadana venezolana Delcy Rodríguez, que tiene prohibida su entrada en España y todos los países europeos que firmaron el acuerdo de Schengen en virtud de una serie de sanciones por ser su gobierno responsables de delitos de torturas y de persecución política.
Según la versión oficial del Ministerio, el ministro fue al aeropuerto a recibir a su amigo Félix Plasencia (que tiene nacionalidad española y no está afectado por la prohibición). Pero, casualmente, se encontró con Delcy Rodríguez, con la que mantuvo una entrevista de larga duración en el interior del avión.
Porteriormente, Rodríguez se dirigió a la Sala de Autoridades del aeropuerto de Barajas donde pasó la noche y parte de la mañana hasta que su vuelo partió hacia Estambul a las 14,42 del lunes.
Si el ministro espera que la opinión pública se trague esa versión sin más es que piensa que los ciudadanos son imbéciles.
Las dudas sobre su angelical versión son evidentes y, en lugar de hacer chanza, debería comparecer ante el Parlamento para responder, como miembro del gobierno, a preguntas como estas:
1º ¿Por qué Ábalos negó al periódico Vozpópuli -que publicó la información sobre la entrevista- que había mantenido un encuentro con Rodríguez?
2º ¿Es tan amigo el ministro de Plasencia que fue a recogerle de madrugada cuando al día siguiente le recibió en el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana?
3º ¿Es normal que una mandataria del nivel de Rodríguez aterrizara en España sin que tuviera conocimiento de ello el Ministerio de Asuntos Exteriores?
4º ¿De qué asuntos trataron en su conversación en el interior del avión?
5º La Sala de Autoridades del aeropuerto de Barajas está en suelo español. Por tanto, la señora Rodríguez debería haber sido detenida en ese momento. ¿Evitó Ábalos la detención de la vicepresidenta de Venezuela?
6º ¿Cómo se produjo el traslado desde el avión a la Sala de Autoridades? Lo habitual es que ese tránsito se realice en coches oficiales. AENA depende de Transportes (anterior Fomento). ¿Autorizó el Ministerio el traslado en coches oficiales de la vicepresidenta de Venezuela hasta la terminal donde se encuentra la Sala de Autoridades?
La entrevista secreta entre Ábalos y Rodríguez se produce en un contexto especialmente complicado en las relaciones con Venezuela. El presidente del Gobierno se ha negado a entrevistarse con el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, que llega en las próximas horas a Madrid. España ha reconocido oficialmente a Guaidó, lo que, en la práctica, significa que no reconoce al gobierno de Maduro. Sin embargo, mientras que Guaidó es recibido por Angela Merkel, Boris Johnson o el comisario europeo de Exteriores, Josep Borrell, en España Sánchez elude recibirle.
Las simpatías de los socios del gobierno por el régimen de Maduro son conocidas. Uno de los grupos que fue germen de Podemos (Centro de Estudios Políticos y Sociales) recibió financiación del gobierno venezolano cuando estaba encabezado por Hugo Chávez. El propio Pablo Iglesias estuvo en Venezuela asesorando a dicho gobierno. El dirigente de IU y hoy ministro de Consumo, Alberto Garzón, calificó como "golpista" a Guaidó.
Todos esos elementos hacen inexcusable y urgente la comparecencia de Ábalos en el Congreso. La transparencia, señor ministro, no es una opción, es una obligación.
El ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, ha reconocido -tras haberlo negado- que se reunió en la madrugada del pasado lunes con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, que tiene prohibida su entrada en territorio Schengen, según una resolución aprobada a instancias del ex ministro de Exteriores español, Josep Borrell.
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