Sorprende la muerte a veces, pues elige a la persona inesperada. Sucedió así el domingo con un exbaloncestista estadounidense, Kobe Bryant, cuyo helicóptero se estrelló en California con fatal resultado para nueve personas. La noticia corrió como la pólvora, entre otras cosas, porque al finado se le tiene como uno de los mejores jugadores de las últimas décadas. Pese a todo, quizá hubo quien se sintió desubicado ante el enorme espacio que dedicaron los medios al suceso.

Pocos días hay en los que se puede observar con una mayor nitidez el eclipse mediático existente, que es el que ha provocado que las empresas del sector busquen su sitio, casi a la desesperada, sin saber muy bien hacia dónde dirigirse. Se mueven porque son conscientes de que el estatismo es la muerte, pero lo hacen por imitación, sin tener claro si lo que hacen genera réditos a futuro o si simplemente sirve para no quedar en una posición inferior ante un acontecimiento concreto. O, peor, ante la última moda de la que se habla en los prescindibles foros sobre la salud del sector.

Internet tiene la cualidad y el defecto de la infinitud, al contrario que el formato tradicional, el periódico, que exigía una selección más precisa de las historias del día siguiente.

Hacer sin soporte lo que antes podía tocarse y olerse tiene sus dificultades y conduce a errores, como se aprecia a diario. Uno de ellos es especialmente peligroso, y es el de conceder un especial protagonismo a temas que no lo merecen y que, en algunos casos, entrañan cierto peligro.

El espacio concedido a la muerte de un deportista estadounidense, que nunca jugó en España, puede resultar chocante, pero no causa ningún daño. No obstante, se puede apreciar el ejemplo contrario al escribir las palabras 'Diana Quer' en el buscador de cualquier periódico digital .

¿Quién era? Una joven asesinada. ¿Por qué adquirió tal protagonismo? Porque protagonizó un crimen mediático, con una desaparición misteriosa que dio lugar a todo tipo de artículos con especulaciones; y una muerte horrible que permitió a los periodistas más sanguinarios abundar en todo tipo de detalles escabrosos.

Mi reino por el tráfico

Lo que todas estas historias tienen en común es su origen, que es la fiebre por el clic. Este asunto merecería un estudio sociológico en profundidad, pues sería bueno conocer el efecto que ha tenido sobre la opinión pública el sensacionalismo de nuevo cuño -y viejo método-. Es decir, el que ha rebrotado como consecuencia de la pelea por la audiencia en el periodismo digital.

Es el que disecciona crímenes, invade las portadas de los digitales con hechos que “incendian” las redes sociales y califica como “históricos”, a cada momento, hechos que, en realidad, forman parte de lo mediocre y lo mundano, como casi todo lo que nos rodea.

Es el mismo fenómeno que ha convertido la política en una sucesión de declaraciones rimbombantes y chascarrillos de mal gusto. El que ha provocado que anécdotas birriosas y salidas de tono de políticos y responsables de propaganda se cuenten a cinco columnas y a todo color. Un tuit exagerado tiene actualmente más valor en el mercado que un discurso bien argumentado.

Todas las redacciones tienen especialistas en generar este tipo de artículos, que cumplen su cometido de forma excepcional, todo hay que decirlo. Por eso, el hecho de que Kobe Bryant muriera un domingo por la tarde, es decir, en uno de los grandes páramos informativos de la semana, fue casi como una iluminación para estos periodistas, que vieron en este suceso luctuoso la oportunidad de 'salvar el día'.

Observar el generoso espacio que mereció en la prensa un hecho tan lejano, sobre una persona que tuvo tan poca influencia en la vida de la mayoría de los españoles, causa sorpresa. Pero claro, ninguna batalla debe darse por perdida si se quiere medrar en la lista de audiencia de ComScore y anunciar cada mes, a bombo y platillo, que este medio, o el otro, o el de al lado, es el más leído, influyente e importante del país.

Aunque, en realidad, todo sea humo. Así estamos.

Sorprende la muerte a veces, pues elige a la persona inesperada. Sucedió así el domingo con un exbaloncestista estadounidense, Kobe Bryant, cuyo helicóptero se estrelló en California con fatal resultado para nueve personas. La noticia corrió como la pólvora, entre otras cosas, porque al finado se le tiene como uno de los mejores jugadores de las últimas décadas. Pese a todo, quizá hubo quien se sintió desubicado ante el enorme espacio que dedicaron los medios al suceso.

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