Del fraile escobero, hablando tristemente a los ratoncitos ciegos de la cárcel de su paraíso soñado y perdido, al Junqueras que hemos visto en el Parlament, orondo como un usurpador restituido, saboreando la humillación del constitucionalismo con retintín y poderío. Lo que va de uno a otro, es Sánchez. “¿Ahora os vais? ¿Ahora que empezábamos a dialogar?”, le soltó a los de Cs, que se marchaban de aquella comisión gemebunda del 155. Lo dijo con una satisfacción que yo definiría como digestiva. Ahí estaba él, recibido en el Parlament como un héroe con manquera de bombarda, pasándoles por las narices a los de Cs que sí, que estaban dialogando, que pese a su contumacia en la independencia, en la desobediencia, en la sedición, en el delito, estaban dialogando nada menos que con el Gobierno, el Gobierno que él mismo le había otorgado a Sánchez. Y tienen que aguantarlo, Cs y todos, como los eructos del rey medieval que Sánchez reconoce en él.
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