Asistimos agotados a un blanqueamiento intencionado del procés, a una falsa beatificación de sus líderes y todo por el interés de Sánchez en cerrar un gobierno tripartito en Cataluña. La mayoría de catalanes están hartos de la independencia, agotados de sus falsos argumentos, hastiados de escuchar mentir a sus líderes de barro y es precisamente ese hartazgo lo más peligroso. Como no se vuelvan a movilizar todos en masa, como cuando Ciudadanos ganó las elecciones con Arrimadas al frente, mucho me temo que tenemos procés para cien años más.
La mayor de todas las mentiras es que no les dejan votar, que piden democracia y libertad, cuando no hay lugar en España donde se haya votado tanto como en Cataluña: elecciones autonómicas en el 2010, 2012, 2015, 2017 y ahora de nuevo en el 2020. Nadie vota más que los catalanes y jamás en unas elecciones el independentismo ha superado el 50% de los votos. Sin embargo, hacen y deshacen como si tuvieran mayoría absoluta en el Parlament, secuestrado por ellos hace años.
El independentismo jamás ha superado el 50% de los votos y, sin embargo, hacen y deshacen como si tuvieran mayoría absoluta
Primero ocuparon, sin prisa pero sin pausa, los medios de comunicación públicos y compraron los privados a golpe de concesión de frecuencias en la radio y dinero institucional en la prensa. El mundo de la empresa, mayoritariamente el pequeño burgués y empresario catalán, dejó hacer mientras le dejaran hacer a él, y vaya si hizo Pujol y Mas en treinta años. Los millones de emigrantes eran mejor tratados si se catalanizaban sus nombres de pila y votaban nacionalista, se sentían más integrados. Más tarde llegó la rotulación de las tiendas en catalán, la educación monolingüe, música en catalán subvencionada en todas las emisoras… Poco a poco se olvidaron muchos catalanes que eran españoles. ¿Cómo iba a ser eso un peligro, si la mal llamada minoría catalana siempre apoyaba al Gobierno español de turno en la Moncloa? El oasis catalán sirvió para engordar a la bestia y normalizarla. Hasta hoy.
Los verdaderos independentistas catalanes de siempre observan estupefactos a estos políticos recién llegados y sin preparación como Puigdemont, Torra, Junqueras o Rufián capitaneando este procés. Pero a la vez, se aprovechan que otros cargos públicos en el Gobierno español, igual de inexpertos y arrogantes, sean capaces de ceder lo indecible a cambio de mantener su poder. El movimiento independentista jamás ha tenido más del 50% de los votos y sin embargo dirige la agenda del Gobierno en Cataluña y en el resto de España.
Ellos, que se consideran de izquierdas, representan a la derecha más rancia, junto a Vox, PNV y Bildu
Los votantes que hicieron presidente a Trump, que decidieron el Brexit o que nombraron a Bolsonaro son los mismos que en Cataluña votan a ERC o Junts per Cat. Anti europeístas, nacionalistas, excluyentes, endogámicos, ellos que se consideran de izquierdas representan la derecha más rancia, junto a Vox, PNV y Bildu, del Congreso de Diputados. Y cuidado que ahora tienen prisa. La convocatoria de elecciones en Cataluña va a ser inmediata para celebrarlas con Sánchez en el Gobierno, un presidente fácil de manipular y con pocos escrúpulos. En un momento en el que Ciudadanos sigue hundido y el PP desaparecido en Cataluña, tan solo Vox es previsible que aumente el número de votos y eso debilita a los constitucionalistas. En las próximas autonómicas sí que podrían conseguir los independentistas más del 50% de los votos si muchos catalanes hartos se quedan en casa y no van a votar. Eso esperan que suceda Torra, Puigdemont y Junqueras.
En los acuerdos inconfesables entre ERC y PSOE está escrito ofrecerle a Ernest Maragall la alcaldía de Barcelona a cambio de que ERC pacte con PSC y En Comú Podem el Govern de la Generalitat. Junqueras desde prisión gobernaría la ciudad y la comunidad autónoma y sería en poco tiempo President de la Generalitat con la rebaja del delito de sedición del Código Penal. Nunca un delincuente en prisión tuvo tanto poder en Cataluña y en España.
Cuando desde el Gobierno de Sánchez hablan de la legislatura del diálogo y la desjudicialización del procés se refieren a esto, a cambiar las leyes para que los delincuentes que les interesan recuperen la libertad. A cerrar acuerdos hasta con el diablo a cambio de unos años de estabilidad, no de resolver el problema. No podían esperar estos políticos de medio pelo del procés, presidente más idóneo para sus intereses que Pedro Sánchez.
Asistimos agotados a un blanqueamiento intencionado del procés, a una falsa beatificación de sus líderes y todo por el interés de Sánchez en cerrar un gobierno tripartito en Cataluña. La mayoría de catalanes están hartos de la independencia, agotados de sus falsos argumentos, hastiados de escuchar mentir a sus líderes de barro y es precisamente ese hartazgo lo más peligroso. Como no se vuelvan a movilizar todos en masa, como cuando Ciudadanos ganó las elecciones con Arrimadas al frente, mucho me temo que tenemos procés para cien años más.
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