La reagrupación del centro derecha en España es una necesidad imperiosa porque se ha demostrado que, dividida en tres formaciones, no tiene posibilidad alguna de ganar a las opciones de la izquierda, como se ha demostrado en las dos últimas elecciones generales.

Pero no está claro que los movimientos de aproximación que ha iniciado Inés Arrimadas a Pablo Casado tenga ese propósito concreto o se limiten más bien a intentar salvar a su partido, o lo que queda de él, de la catástrofe anunciada. Como dice un alto cargo del PP, escéptico con este movimiento, "no se puede confundir a la gente".

La duda está en si ese pacto posible que consistiría en sumar las menguadas fuerzas del PP y de Ciudadanos en dos territorios como el País Vasco y Cataluña -luego hablaremos de Galicia- es una base suficiente para lo que debería ser el gran objetivo de Pablo Casado: reagrupar las fuerzas del centro y la derecha para estar en condiciones de disputar el gobierno a la coalición PSOE-Podemos dentro de cuatro años.

El Partido Popular ha recibido y va a seguir recibiendo grandes bocados por parte de Vox, una formación que en este momento está segura de crecer de manera exponencial y que no tiene el menor interés en rebajar sus modos, sus exigencias y su tono para acercarse a un PP al que de momento no aspira a superar pero sí a quitarle una importante porción de votos.

Excluido, por tanto, el acuerdo con Vox para esa tarea de reconstrucción del centro derecha español, sólo queda Ciudadanos como interlocutor posible. Pero da la sensación de que los acuerdos que se buscan no alcanzan la categoría de proyecto de ámbito nacional sino meramente territorial. Y ése no es un buen planteamiento porque parece limitarse a una operación de salvamento recíproco. A la apuesta por la supervivencia de un desahuciado.

Es el caso del País Vasco donde en las últimas elecciones autonómicas Ciudadanos consiguió apenas 21.300 apoyos, lo cual se tradujo en un mísero 2% de los votos y ningún escaño. El PP obtuvo 9 escaños, a la par que el Partido Socialista, con igual número de diputados pero con una diferencia de votos casi 20.000 votos a favor del PSE.

Nada que objetar a que, ante una perspectiva nada halagüeña en esa comunidad para los populares de Alfonso Alonso, quieran apoyarse en las aún más flaqueantes fuerzas de Ciudadanos para agrupar los votos que, de presentarse ambos partidos por separado, darían un más que seguro estrepitoso y segundo fracaso a lo que queda del partido de Albert Rivera y podrían mostrar la debilidad creciente de un PP que corre el riesgo de perder los pocos escaños que conquistó en las últimas elecciones. Una Euskadi Suma podría dar algún resultado positivo o menos negativo.

En Cataluña la relación de fuerzas entre los dos partidos podría parecer muy diferente puesto que el partido naranja ganó las elecciones de diciembre de 2017 con el 25% de los votos, más de un millón de apoyos y 36 escaños. Pero eso no volverá a suceder y Ciudadanos se apresta a asistir a un descalabro descomunal desde su efímero éxito tan pésimamente gestionado por su ex presidente Albert Rivera, mansa y del todo acríticamente mantenido por su mano derecha en Barcelona, Inés Arrimadas.

Es verdad que de los 35 escaños obtenidos entonces por Ciudadanos a los tristes cuatro diputados logrados por el PP hay una diferencia abismal pero ésas son ya aguas pasadas y es muy probable que los resultados de ambas formaciones en los comicios ya anunciados pero todavía no convocados de Cataluña se aproximen a causa de la pérdida espectacular de escaños de Ciudadanos.

El último sondeo, publicado este sábado pasado por El Periódico de Cataluña, Cs podría perder más de la mitad de sus diputados y pasaría a obtener 16-17 escaños frente a los 36 de que goza todavía hoy. Por lo que se refiere al PP, recuperaría algo de apoyos y se colocaría con entre 5 y 6 diputados frente a los cuatro que tiene ahora. Eso sí, parece que Vox hace su aparición en la política catalana y este sondeo le otorga entre 6 y 7 escaños.

Es la asociación dos fuerzas débiles para intentar mantenerse en pie el mayor tiempo posible. La hipotética Cataluña Suma sería también un pacto de socorros mutuos

En esta situación, tiene sentido que PP y Cs se acerquen para unir sus fuerzas y obtener de ese modo una mayor representación. Pero esto no tiene nada que ver con un proyecto serio de reconstrucción y reforzamiento del centro derecha en España, esto es la asociación dos fuerzas débiles para intentar mantenerse en pie el mayor tiempo posible. La hipotética Cataluña Suma sería también, en definitiva, un pacto de socorros mutuos.

Un pacto, por cierto, que no se sabe aún con certeza si se va a poder cerrar porque Ciudadanos está todavía pendiente de celebrar la Asamblea general del partido a mediados de marzo y ahí se escucharán voces que todavía creen ingenuamente en el futuro en solitario de la formación y que pretenden no sólo que no se cierre ningún acuerdo con el PP porque consideran que eso supondría la muerte del partido naranja sino que claman, como clama Francisco Igea, el líder de Cs en Castila-León y vicepresidente del gobierno autonómico, porque se descentralicen las decisiones en la formación y se dé más voz a la militancia.

Es decir, que el futuro de este partido está en el aire y, apunte hacia donde apunte, es un futuro tirando a negro. Por eso tiene sentido la operación salvamento que Inés Arrimadas quiere poner en marcha para evitar la debacle definitiva de sus siglas. Y al PP le puede venir muy bien ese pacto en dos de las tres comunidades que van a celebrar elecciones durante este año. Pero eso es todo.

Y ahora hablemos de Galicia. Esa es la única comunidad en la que el PP gobierna en solitario porque Alberto Núñez Feijóo consiguió en 2016 su tercera mayoría absoluta. Y Feijóo le ha explicado a Pablo Casado que la idea de Galicia Suma ya está hecha en su tierra y se llama Partido Popular.

Y así como en el País Vasco la aspiración d Ciudadanos es sencillamente la de existir, en Galicia no puede ser más que sumarse a las filas populares porque está demostrado que una parte muy importante de los votantes del partido naranja en las elecciones generales le retiran luego su apoyo en los comicios autonómicos (obtuvo 48.000 votos) para dárselo al PP.

Por lo tanto, se puede decir que el espectro político del centro derecha es ya un hecho en Galicia y no tendría ningún sentido pretender organizar una fórmula parecida a las de Cataluña y el País Vasco de modo que se montara una Galicia Suma a pocos meses de las elecciones cuando la marca del PP es la que ha demostrado tener éxito, lo cual aconseja no cambiarla de ninguna manera por una marca nueva y desconocida para los electores.

Es más, según el último sondeo publicado por el periódico La Voz de Galicia, el PP obtendría el 43% de los votos, lo que le permitiría sumar los 38 escaños de la mayoría absoluta. Serían, en todo caso, tres menos de los que tiene ahora pero sería, de confirmarse estas predicciones, la cuarta mayoría absoluta que lograría Núñez Feijó, una hazaña política indiscutible.

Nadie en Génova se va a atrever a imponer en Galicia el acuerdo que se podría cerrar con Ciudadanos para Cataluña y País Vasco

En esas condiciones, nadie en Génova se va a atrever a imponer en Galicia el acuerdo que se podría cerrar con Ciudadanos para Cataluña y País Vasco. Porque si el PP consiguiera una nueva victoria en tierras gallegas, ése sería el territorio desde el que PP podría basar su proyecto de remontada. En consecuencia, y vistas las perspectivas, no va a haber presiones de ninguna clase sobre Galicia por parte de la cúpula directiva del PP.

En cualquier caso, los resultados en las elecciones gallegas serían determinantes también para la política española. "En Galicia estamos hablando de cómo se hace frente al populismo y al independentismo", explica Núñez Feijóo. Es decir, que el éxito del PP gallego podría servir a Pablo Casado de modelo para hacer política en toda España y esa es una posibilidad que el presidente del partido no va a obstaculizar.

Dicho todo esto, es evidente que no estamos, o no estamos de momento, en ninguna estrategia de reforzamiento del centro derecha español porque en este asunto se necesita un planteamiento de índole nacional, no territorial y con vocación de permanencia.

Pero hasta ahora solo contamos con la inclinación inicial de la portavoz de Ciudadanos, aún no ratificada por su partido, de sumar fuerzas allí donde le va mal pero donde le va bien, no. Claramente insuficiente.

La recuperación de la fortaleza del centro derecha es un asunto muy serio que requiere de grandes dosis de reflexión, de extensas conversaciones y de una apuesta de mucho fondo y a muy largo plazo. Algo que, por el momento, no se ve por ninguna parte.

La reagrupación del centro derecha en España es una necesidad imperiosa porque se ha demostrado que, dividida en tres formaciones, no tiene posibilidad alguna de ganar a las opciones de la izquierda, como se ha demostrado en las dos últimas elecciones generales.

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