La Eurocopa se prepara para oprimir al País Vasco mandándole legiones de estrellitas y tuercebotas y árbitros y bebedores de cerveza y gente en general. Equipos de fútbol, selecciones enteras, aficionados con bufanda de poeta, autobuses en los que se pasarán la fiambrera, filósofos del once contra once, guardias jurados especialistas en sospechar de los bolsos, policías de paso de cebra, todos entrenados para la represión sistemática de la identidad de los pueblos. Esta Eurocopa tan maliciosamente europea, que ha desperdigado sus sedes por todo el continente con disimulo y planificación, ha elegido entre ellas Bilbao, donde van a jugar España, Suecia, Polonia y algún bárbaro más. Europa no termina de imponerse con ese dinero como griego que usa ni con esa burocracia de sonotone suya que nos acosa, así que va a emplear el fútbol para invadir a los pueblos libres, ésos que ni siquiera tienen la oportunidad de participar con su selección de curas con chapela e hijos de pelotari. En el País Vasco, por supuesto, se han rebelado. Ya ha habido campañas de concienciación sobre el fútbol de sotana y de publicidad de supermercado y ahora comenzarán las manifestaciones, las movilizaciones y puede que las hogueras de balones buenos de marca.

Si va uno de Ciudadanos a un pueblo abertxándal y tienen que fumigar como para el coronavirus, imaginen una Eurocopa con sus gérmenes de latinidad y su Babel de sudor

El fútbol oprime a los pueblos. El fútbol de fuera, se entiende, no el equipo de la ferretería o de la raza del lugar, que hace cantera de la chavalería, del barrio, de la patria, subiendo por todo el escalafón de la pureza como suben los chiquillos por un árbol, un árbol que puede ser el de Guernica. Ahí está el ejemplo del Athletic, equipo como merovingio, puro espíritu e ímpetu vascos, que ya tiene bastante con soportar a los guiris de la Real Sociedad o del Alavés, con su olor a queso castellano y a locutorio. Yo creo que Iñigo Urkullu ha convocado elecciones con mucha vista, antes de que la monarquía española y la UEFA conviertan Euskadi en una baronía de Florentino Pérez o de Pierluigi Collina. Ya decía hace poco Andoni Ortuzar, refiriéndose a la posible lista conjunta de PP y Cs en el País Vasco, que “vienen a un sitio” y que “esta sociedad no les quiere aquí”, como si no estuvieran ya allí, como si no fueran vascos, como si no formaran parte de la sociedad. Imaginen pues una invasión de fans de Sergio Ramos como fans de Andy y Lucas, o de polacos sin camisa, o de suecos veganos. Si va uno de Ciudadanos a un pueblo abertxandal y tienen que fumigar como para el coronavirus, imaginen una Eurocopa con sus gérmenes de latinidad y su Babel de sudor. Y eso que los jugadores también van en chándal, como los más puros del lugar.

“No a esta Eurocopa, con Euskal Herria no se juega”, es el lema de este levantamiento contra la opresión del Carrusel Deportivo o de esa melodía de Händel de la Champions, imposible de tocar con palos. Todo forma parte del mismo contubernio, ese capitalismo europeísta y globalizador que pretende arrasar el espíritu montés vasco, ese imperialismo de Santiago Bernabéu que viene con la Cibeles como un tanque, esa provocación de la Roja, que es como si llegara Inés Arrimadas vestida con la camiseta de la selección. El fútbol, así con extranjeros, con infieles, con morancos de Camas, catalanes de Jerez o andaluces de Polonia; esta Eurocopa invasora, entre romanizante y otomana, dicen que “llenará Euskal Herria de ‘cipayos’”, o sea de soldados indios, que es lo que significa originalmente la palabra. “Se valdrán de todas las herramientas represivas contra nosotros”, han declarado también los partisanos. Centrales con estampita de Cristo gitano, entrenadores con gomina, utilleros vikingos, pelirrojos no oriundos, africanistas del “loroloro”, guardias de silbato, hinchas de trompetilla, niños con paloma, orquestas beethovenianas y comentaristas de purito franquista; ellos seguirán la tarea opresora de la que aquel limpio pueblo de balón de piedra y porteros jesuitas se tenía que defender a veces también, a ver, a tiro limpio.

La Eurocopa se prepara para oprimir al País Vasco mandándole legiones de estrellitas y tuercebotas y árbitros y bebedores de cerveza y gente en general. Equipos de fútbol, selecciones enteras, aficionados con bufanda de poeta, autobuses en los que se pasarán la fiambrera, filósofos del once contra once, guardias jurados especialistas en sospechar de los bolsos, policías de paso de cebra, todos entrenados para la represión sistemática de la identidad de los pueblos. Esta Eurocopa tan maliciosamente europea, que ha desperdigado sus sedes por todo el continente con disimulo y planificación, ha elegido entre ellas Bilbao, donde van a jugar España, Suecia, Polonia y algún bárbaro más. Europa no termina de imponerse con ese dinero como griego que usa ni con esa burocracia de sonotone suya que nos acosa, así que va a emplear el fútbol para invadir a los pueblos libres, ésos que ni siquiera tienen la oportunidad de participar con su selección de curas con chapela e hijos de pelotari. En el País Vasco, por supuesto, se han rebelado. Ya ha habido campañas de concienciación sobre el fútbol de sotana y de publicidad de supermercado y ahora comenzarán las manifestaciones, las movilizaciones y puede que las hogueras de balones buenos de marca.

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