Ser o no ser. Ciudadanos, el partido que hace menos de un año logró el respaldo de 4,1 millones de votantes y 57 escaños, se juega su futuro en los próximos quince días.
Inés Arrimadas, que ha asumido el liderazgo de la organización tras la dimisión de Albert Rivera, después del estrepitoso resultado del 10-N (1,6 millones de votos, 10 escaños), se enfrentará en primarias al líder del partido en Castilla y León, donde ocupa la vicepresidencia del gobierno regional, Francisco Igea.
Arrimadas, que logró un éxito sin precedentes al ganar las elecciones autonómicas en Cataluña en diciembre de 2017, ha conseguido atraer a las figuras más relevantes que aún siguen en el partido: desde el socialdemócrata Jordi Cañas, al empresario Marcos de Quinto, pasando Joan Mesquida, el ex director de la Policía y Guardia Civil en tiempos de Rodríguez Zapatero.
Hay pocas dudas de que la mujer que fue el azote del independentismo catalán heredará la hercúlea tarea de intentar resucitar la marca C's. Pero, más allá del debate interno que movilizará a la militancia, Arrimadas debería aprovechar estos quince días para mostrar a la sociedad cuál es su proyecto. Es decir, si tiene sentido mantener un partido liberal embutido entre el conservador PP y el populista Vox.
Ser o no ser. Esa es la cuestión. Muchos votantes de Ciudadanos se preguntan precisamente si el partido en el que confiaron terminará absorbido por el PP, después del intento de coalición en Galicia y País Vasco, que se ha cerrado con un fracaso en tierras de Ñúñez Feijóo y un acuerdo en Euskadi que le ha costado la cabeza al dirigente popular Alfonso Alonso.
Es lógico que los ciudadanos estén algo despistados. Desde el PP se alienta la idea de una coalición nacional (España Suma) que sería el primer paso para una fusión por absorción de Ciudadanos. Otro motivo de duda: la buena relación -confesada por ambos- que mantienen Arrimadas y Pablo Casado.
Arrimadas tiene en la cabeza convertir a Ciudadanos en partido decisivo, para lo que bastaría con alcanzar una treintena de escaños
En conversación con El Independiente, a la que hacía referencia ayer Ana Belén, Arrimadas apostaba claramente por mantener la independencia: "Sin centro político, Sánchez gobernará diez años más". El reto para la líder naranja es demostrar que, en época de polarización y fragmentación política, el centro tiene un espacio propio entre los electores.
Al perro flaco, todo son pulgas. En medio del rifirrafe público con Igea, sale a la luz que el catedrático de Derecho Administrativo de la Pompeu Fabra, Andrés Betancort, que fue elegido miembro de la Junta Electoral Central en 2017 a propuesta de Albert Rivera, estaba cobrando, al mismo tiempo que ocupaba ese cargo, un sueldo como asesor del partido.
Arrimadas tendrá que hacer frente a ese asunto de dudosa legalidad pero de indudable falta de ética justo en el momento en que comienza la competición de primarias, que se dirimirá el próximo fin de semana. No es un tema menor: Ciudadanos llegó a la política con un mensaje de regeneración que Arrimadas no debería olvidar.
La forma y el fondo. Si Ciudadanos quiere seguir siendo un referente para los liberales españoles debe dar una respuesta contundente a cualquier sombra de corrupción que empañe el comportamiento del partido.
Una de las cuestiones sin respuesta, al menos internamente, es por qué el partido perdió dos millones y medio de votos en apenas seis meses
Que hay espacio para el centro lo demostraron las elecciones de abril de 2019. Una de las cuestiones que aún no tienen respuesta, al menos internamente, es por qué el partido perdió dos millones y medio de votos en apenas seis meses. Rivera se marchó sin haber hecho un análisis del batacazo, más allá de asumir su responsabilidad personal en el mismo. Arrimadas parece no querer mirar atrás, pero en política, como en la vida, es imposible avanzar si no se aprende de los errores cometidos.
Hay un espacio liberal y de centro sin duda. Gente que defiende la economía de mercado pero que, al mismo tiempo, está a favor de la eutanasia. Cuando Rivera decidió dar el salto a la política nacional su idea era que Ciudadanos fuera una organización necesaria para el gobierno de España, evitando así el papel del nacionalismo como apoyo para los dos grandes partidos cuando estos no lograban la mayoría absoluta y que les daba una posición de fuerza sobre valorada y permitía un chantaje constante al Estado.
Rivera quiso trascender ese papel para intentar ganar las elecciones y ese salto en el vacío lo hizo en solitario, prácticamente sin contar con nadie, sin escuchar a nadie, y en un momento personal un tanto evanescente. Su fracaso fue evidente.
Ahora le toca a Arrimadas volver a las esencias, recomponer un partido que puede ser decisivo sin necesidad de lograr muchos más escaños de los que tiene ahora.
En unos días de mucho ruido y mucha tensión, Tezanos hizo público su CIS de febrero en el que, ¡oh sorpresa!, a Ciudadanos le daba un avance de casi punto y medio sobre los resultados del 10-N (de 6,7% a 8,1%). Aunque los sondeos del socialista son menos fiables que una escopeta de feria, ese repunte coincide con la sensación que tiene Arrimadas: después del golpe mucha gente vuelve a mirar a Ciudadanos como una opción esperanzadora.
Una vez que la lucha interna se haya resuelto, el partido tiene que volver a la brega diaria. Compaginar la dureza en la oposición al gobierno con pactos con el PP, pero sin perder de vista que, a veces, la agregación no suma, sino que resta. Y, desde luego, sin cerrar el paso a posibles acuerdos con el PSOE. Un partido de equilibrio que debe seguir asentado sobre la regeneración, la igualdad de oportunidades y la unidad de España.
Si alguien puede hacer esa reconversión, una especie de vuelta a los orígenes, esa es Inés Arrimadas, nuestra particular Birgitte Nyborg, la protagonista de la serie danesa Borgen que hace ocho años nos enseñó como un pequeño partido puede llegar a ser determinante.
Ser o no ser. Ciudadanos, el partido que hace menos de un año logró el respaldo de 4,1 millones de votantes y 57 escaños, se juega su futuro en los próximos quince días.
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