Aquí estamos, dentro de una situación que puede parecernos irreal pero repleta de realidad. Este tiempo que estamos atravesando tiene una palabra de salvación, mágica. Esa palabra es Quietud.
Para que el virus no se mueva, debemos quedarnos quietos, en casa. Puede ser que el mundo de la globalización, de las prisas, de lo inmediato, de los virus tecnológicos, de las noticias falsas, haya respondido con esta alarma global para que el mundo ralentice su ritmo vertiginoso y reflexione. Un ejemplo muy visual enlazado al cambio climático es que el aire de algunas ciudades está más limpio estos días por la bajada en la movilidad de los coches.
Es cierto que viendo lo que ha pasado en China y después en Italia se deberían haber tomado medidas antes aquí en España. Pero en esta columna yo no voy a entrar ahí porque quiero que lo que escribo pueda servir un poquito a ese avance que parta de la quietud y de la unión.
Los médicos, enfermeros, celadores, administrativos de hospitales, conductores de ambulancias… son casi los únicos que están en constante movimiento y actividad. Se encuentran agotados y saben que lo peor está por llegar pero ahí están cuidándonos, en alerta. La emergencia sanitaria está mostrando una vez más lo más bonito de los que protegen nuestra salud.
En estas semanas estoy agradeciendo mucho la información seria, rigurosa, real y calmada de médicos, microbiólogos, epidemiólogos... Me estoy acordando aún más de mi abuelo, médico cirujano, con una gran vocación en su trabajo, tanto es así que yo misma pensé en serlo. Estos días imagino cómo me explicaría la situación tan grave que estamos viviendo.
Lo sé. De manera sosegada, miraría sin mirar con su pipa en la mano, entonces vería en sus ojos azules, seriedad. La expresión seria que desde muy niña me indicaba que sí pasaba algo grave. Con tranquilidad me lo explicaría y yo lo entendería. Bueno, puedo decir que me lo ha explicado, que estos días me lo está explicando.
Disculpen que les hable de mi abuelo médico pero para mí no hay mejor manera de exponer aquí lo que creo que, desde mi ámbito de estudio y análisis, es importante. Primero, la quietud que nos lleve a avanzar para vencer. También defender y aplaudir la información veraz y serena. Y muy seria, la situación lo requiere. El equilibrio entre la gravedad de lo que sucede y la transmisión de calma para afrontarlo.
Considero clave la solidaridad junto a la generosidad y la unión. El coronavirus nos está mostrando que debemos ayudarnos todos. Me impresiona ver cómo los chinos están enviando ayuda, personas que nos enseñen con su experiencia cómo superar esta epidemia y material sanitario imprescindible para que, sobre todo las personas que están trabajando sin parar en los hospitales, se protejan y nos protejan.
Son necesarias grandes dosis de solidaridad intergeneracional. Esta vez tiene que arrancar de los jóvenes y adultos hacia nuestros mayores
Son necesarias grandes dosis de solidaridad intergeneracional. Esta vez tiene que arrancar de los jóvenes y adultos hacia nuestros mayores. Casi siempre cuando hablamos de solidaridad intergeneracional nos referimos de los mayores hacia los niños pasando por todas las edades. En esta pandemia es a nuestros mayores a los que más debemos cuidar.
También urge tener muy presente la solidaridad entre continentes, intercontinental, nos debemos preguntar qué pasaría si el Covid-19 se extiende en África y en los lugares más pobres de nuestro planeta. Desde que empezamos a resaltar como medida fundamental lavarnos mucho y muy bien las manos me empecé a preocupar por los que no tienen jabón, muchos ni siquiera agua.
En estas semanas no podemos darnos la mano al encontrar a un amigo, o dos besos, o un abrazo. Los recuperaremos pronto. Me estoy dando cuenta que las sonrisas están tomando aún más fuerza.
En este tiempo que necesita de todos quiero más a las personas que quiero y aprecio más a las personas que me eran indiferentes o no tan amigas.
Lo que está sucediendo también enseña a los políticos y a la política que, cuando algo de este calibre pretende arrasar nuestra capacidad sanitaria, empresarial, financiera, social; nuestro modelo vital, es más urgente que nunca unirse, sumar, tomar decisiones de altura haciendo política elevada con firmeza y sin fisuras.
Los niños no van al colegio, los jóvenes no van a la Universidad y echo de menos ver cada día temprano y a la vuelta de sus lugares de estudio su vitalidad, su alegría, su algarabía. Escuchar sus voces por la mañana pronto a la vez que los sonidos de los pájaros nos anuncian que ya va a despertar la primavera. Veo a mi hija y pienso en todo lo que están aprendiendo los jóvenes y también aprendo de cómo enfocan estas semanas de quietud en plena juventud.
Las instituciones son imprescindibles para atravesar esta gran tormenta. El respeto, la responsabilidad común, la coherencia, la generosidad, la bondad.
Soy creyente y rezo. Estoy segura que todas las personas crean en lo que crean, creen en la Vida. Y esa fuerza vital nos va a ayudar.
Necesitamos mucho liderazgo institucional y político, también sanitario, y financiero, de nuestros maestros y profesores, de nuestras fuerzas de seguridad, y de cada uno de nosotros
El coronavirus nos va a hacer pasar por una de las experiencias más duras y también de mayor enseñanza de nuestra vida. Trabajemos juntos cada uno desde nuestra profesión y mirada. Necesitamos mucho liderazgo institucional y político, también sanitario, y financiero, de nuestros maestros y profesores, de nuestras fuerzas de seguridad, y de cada uno de nosotros.
El distanciamiento social impuesto por las circunstancias, no significa que no podamos estar muy unidos. El que tengamos que ser más individuales en nuestra interacción no significa que no nos unamos más. Estamos luchando unidos. El coranavirus nos muestra la vulnerabilidad global pero también la fortaleza de los ciudadanos de España, de la Unión Europea, del mundo.
Quietud para avanzar y siempre esperanza. Como han escrito en las toneladas de mercancía que han enviado los chinos a Italia: “Siamo con voi. Forza Italia”. Yo lo digo también junto a ¡Vamos España! Un abrazo a todos.
Susana del Río es doctora en Ciencias Polícias, profesora del Máster Unión Europea del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Directora del grupo de trabajo Convención sobre el Futuro de Europa, Consejo Académico de FIDE.
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