“Si algo ha de matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, probablemente será un virus muy infeccioso más que una guerra. No misiles, sino microbios”. Bill Gates, fundador de Microsoft, anticipó en 2015 en una apocalíptica charla TED, la posibilidad de que un virus se llevara por delante miles y miles de vidas humanas sin que la humanidad estuviese preparada para ello.
Antes, en 1981, el escritor estadounidense Dean R. Kootz publicó la novela Los ojos de la oscuridad, en la que imaginaba una pandemia global a causa de un virus, que llamó Wuhan-400, desarrollado en unos laboratorios de China. Situó la historia alrededor del año 2020.
Nos creíamos los dueños del mundo, presumíamos de tener un poder casi omnímodo y ahora zozobramos por la pandemia del coronavirus. En primer lugar, mi solidaridad con las víctimas y enfermos y mi eterna gratitud al personal sanitario, ejército, policías, transportistas, empleados de negocios aun en marcha, empresarios, y demás actores de la sociedad civil por su ingente labor estos días.
La familia empresaria constituye un complejo ecosistema donde conviven negocios (razón) y familia (emoción) que debe ser gobernado con inteligente equilibrio
Poniendo el foco en la afectación de este compleja e insólita situación en el mundo empresarial y tratando de aportar alguna inspiración para los lectores me permito acudir a las vivencias a las que he podido tener acceso con líderes de referencia de empresas familiares de longevo éxito. Creo que sus aprendizajes con especialmente bienvenidos ahora.
En estos tiempos turbulentos, más que nunca, conviene actuar desde la responsabilidad, la serenidad y el sentido común. Como bien saben en las grandes sagas familiares, hay que mirar las cosas con perspectiva y pensar que, antes o después, tras la tempestad vuelve la calma. Ganar dinero en el corto plazo para el accionista no es la cuestión. Las verdaderas empresas familiares permanecen porque tienen un propósito que las conecta con la sociedad. Hoy más que nunca lo estamos comprobando. Así fue en el pasado, basta leer o escuchar historias de familias centenarias, y así seguirá siendo en estas horas tan turbulentas.
El aluvión de iniciativas a las que estamos asistiendo estos días por parte tanto de las grandes corporaciones del Ibex como de pymes y autónomos es una clara muestra de este sentido de propósito que ha de imperar en la acción de gobierno y gestión de las compañías. La empresa es una actor social de primera magnitud que debe atender, permítaseme el anglicismo, no sólo a sus shareholders (accionistas) sino también a sus stakeholders (sus grupos de interés). Las empresas que actúen la necesidad de conexión con las demandas sociales van a tener un futuro próspero por delante.
Esos grandes líderes a los que me refería nos enseñan también que las crisis son siempre tiempo de oportunidad. Vamos a tener la gran oportunidad de repensar estrategias, procesos, mapas de riesgos, todas esas cosas que el día a día nos dificulta tratar. Vamos a tener la oportunidad de entender que hoy necesitamos empresas con propósito y actuar con determinación desde ese propósito para poner nuestra empresa al servicio de los grandes retos de la sociedad. Vamos a tener la oportunidad de dedicar más tiempo a la formación y advertir que la educación on line existe y funciona muy bien. Vamos a tener la oportunidad de experimentar a fondo las ventajas del teletrabajo y darnos cuenta que se puede avanzar enormemente en términos de conciliación. Van a existir oportunidades de mejora empresarial que van a ser clave para la salida de la crisis. Hay que parar en boxes pero luego se sale a toda pastilla. Las empresas deben prepararse para ello por más que ahora parece que nos veamos abocados al fin del mundo.
Pero también vamos a tener la oportunidad de convivir más con nuestra familia, con nuestros hijos y seguramente cultivar algunas aficiones indoor. Vamos a tener la gran oportunidad de advertir las verdaderas prioridades de la vida.
Las familias empresarias, mirándose en el espejo de los líderes de referencia, han de valorar que estos mares embravecidos se surcan mejor desde la unión y la cohesión. La familia empresaria constituye un complejo ecosistema donde conviven negocios (razón) y familia (emoción) que debe ser gobernado con inteligente equilibrio. De modo que está muy bien el gobierno corporativo y la gestión de las empresas, pero esto debe venir también acompañado del gobierno y gestión de la familia para conseguir el necesario alineamiento y el orgullo de pertenencia. Trabajar los ¿para qué? que acaban perfilando el propósito de la familia empresaria. Revisar los valores que han permitido a los propietarios de un negocio perdurar en el tiempo es una eficaz receta para generar esa pasión compartida tan necesaria para abordar los más difíciles retos. Todos juntos podremos salir de esta crisis. Como asegura en privado un líder de tercera generación de una importante empresa familiar española, “ahora más que nunca hay que poner foco en fortalecer los valores que nos han hecho perdurar”.
Del trabajo y la comunicación entre generaciones se van a crear las mejores condiciones para robustecer el legado de la familia
Las familias empresarias deben entender que la clave del éxito sostenido en el tiempo pasa por combinar sabiamente la experiencia de las generaciones senior con el potencial innovador que aportan unas generaciones continuadoras que traen la digitalización y la globalización en su código genético. Justo en estos momentos estamos ya viendo casos de jóvenes aportando soluciones on line en empresas familiares para facilitar las comunicaciones, la gestión interna, las relaciones con proveedores y cliente o abordando procesos de inteligencia artificial. Creo firmemente en la colaboración multigeneracional como base de la continuidad de la empresa familiar. Los viejos paradigmas de la sucesión que emulaba las luchas en las manadas de leones donde era uno el que, tras voraz batalla, eliminaba al resto de aspirantes deben ser superados. Antes al contrario, del trabajo y la comunicación entre generaciones se van a crear las mejores condiciones para robustecer el legado de la familia. La salida de esta crisis va a demandar este esfuerzo y compromiso multigeneracional que también la evidencia científica demuestra estar detrás del éxito en el tiempo de mucho negocios de familia.
Desde el liderazgo emprendedor que acostumbra a impregnar la acción de muchas empresas familiares, se aplicará medicina darwinista en esta situación de emergencia no sólo para adaptarse a los ingentes retos que está causando esta pandemia, sino que sabrán salir refortalecidos cuando las aguas vuelvan a su cauce. Nada va a ser como antes. Es una lección que debemos aprender de cada crisis. El mundo que va a venir va a ser distinto del apacible entorno con el que nos despertábamos en los primeros días del mes de marzo de 2020. Atisbo la aparición de muchas propuestas innovadoras para adaptarse a una sociedad mucho más polarizada, con desaparición de intermediarios, fortalecimiento de nuevos medios de comunicación, auge de medios de pago con menos papel moneda, apuesta por la automatización industrial, más teletrabajo o desarrollo de nuevos canales comerciales. Cada empresario en su sector deberá hacer una inteligente lectura de estos cambios para adaptarse con extraordinaria rapidez para sobrevivir. Esas transformaciones deberán afectar a estrategias, modelos de negocio, estructuras organizativas, diseño de oficinas, pero también a los estilos de liderazgo. El cambio organizacional debe empezar siempre por la evolución de la mentalidad.
Atisbo muchas propuestas innovadoras: desaparición de intermediarios, fortalecimiento de nuevos medios de comunicación, auge de medios de pago con menos papel moneda, automatización industrial, más teletrabajo
Hemos asistido, y lo seguiremos haciendo, a pruebas extraordinarias de líderes empresariales con propósito. Por ejemplo, en el caso de España, el mensaje tranquilizador del dueño de Mercadona, Juan Roig, asegurando que el abastecimiento de mercancías estaba asegurado. La enorme contribución de Amancio Ortega. La postura de hoteleros como Abel Matutes o Kike Sarasola para poner a disposición de las autoridades algunos de sus hoteles para convertirlos en hospitales. La transformación de Grupo Antolín para fabricar material sanitario.
Este liderazgo que emana desde el empresariado, como protagonista relevante de la sociedad civil, sin duda contribuirá a un desarrollo sostenible e inclusivo. Desde ese liderazgo con propósito siempre se ganan las batallas por cruentas que estas sean. Espero así que la ciudadanía tenga una mirada más cómplice hacia los empresarios.
Es de extraordinaria relevancia la anhelada continuidad transgeneracional de las empresas familiares. Un objetivo bueno para las empresas, pero también trascendental para construir una España y un mundo mejor. Allá donde hay buenas familias empresarias con sólidos valores y negocios competitivos se generará empleo, riqueza y bienestar, y habrá, por tanto, una sociedad mejor, más libre y con más oportunidades.
Manuel Bermejo, PhD, presidente en The Family Advisory Board y profesor IE Business School
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