Chile se ha erigido en ejemplo en Latam en la lucha contra el COVID-19, tanto por su rapidez de respuesta para mitigar el impacto sanitario como en la ejecución de medidas económicas para paliar los efectos del choque externo. Según las encuestas, la percepción de la población es que la crisis se ha manejado adecuadamente. Y existe un alto compromiso social para reducir los efectos desfavorables de la pandemia. Como resultado, la popularidad del presidente Piñera ha aumentado y, probablemente, saldrá fortalecido por el buen manejo de la situación.
En el ámbito económico, el Gobierno ha tomado las medidas correctas para esta etapa de la pandemia, con la meta de mantener a flote a familias y a empresas afectadas por las estrictas medidas de cofinanciamiento. De igual modo, el Gobierno chileno cuenta con herramientas macro para responder durante la etapa de recuperación, puesto que posee espacio fiscal y monetario para llevar a cabo políticas de expansión. Esto lo coloca en una posición privilegiada en Latam, y por ello el impacto económico de la crisis, si bien importante, debería ser moderado en comparación con otros países. Es el resultado de décadas de estabilidad económica y de importantes ahorros en los fondos de estabilización fiscal, que permiten ahora al Gobierno tener las herramientas para capear el temporal sin poner en riesgo la sostenibilidad a largo.
Las protestas sociales de 2019 se dieron en un momento en el que la economía comenzaba una leve recuperación tras una desaceleración de mediados de 2018. Aunque las demandas de los grupos que se manifiestan son variadas, es posible identificar dos causas para el malestar social: la percepción de desigualdad, exacerbada por falta de movilidad social, y la pérdida de la confianza en las instituciones. La respuesta del Estado fue rápida y apropiada ante un evento inesperado de gran proporción, y tuvo varios componentes. En primer lugar, el banco central actuó rápidamente para mitigar los efectos negativos de las protestas en los mercados, especialmente sobre el tipo de cambio. En segundo, el Gobierno aumentó el gasto público para responder a algunas demandas. Y, en tercero, la respuesta política fue una enmienda constitucional que fija el procedimiento para redactar una nueva Carta Magna en dos años.
La pandemia llegó en mal momento, cuando las exportaciones estaban proporcionando un soporte fundamental a la recuperación. La desaceleración de China y la recesión global causada por el COVID-19 tienen un impacto particularmente negativo en la economía chilena, por su apertura al comercio internacional. El 18 de marzo, el Gobierno adoptó medidas de emergencia por 90 días y cerró fronteras. Luego, impuso el toque de queda nocturno y se cerraron teatros, gimnasios y centros comerciales.En el lado económico, se implementaron transferencias de efectivo para personas sin empleo formal, con la creación de un fondo para proteger los ingresos de los trabajadores más vulnerables; se aplazó el pago de impuestos para empresas y otras medidas adicionales para proteger la actividad, garantizando liquidez a las compañías, y se impulsó una nueva ley para regular el teletrabajo. Y se anunció un ambicioso plan para mitigar el impacto económico del virus por 11.750 millones de dólares, el 4,7% del PIB.
Respuesta rápida contra la pandemia
A día de hoy, Chile es uno de los países con menor número de contagios en la región. La comparación destaca un dato positivo para Chile: un sistema de salud que ha demostrado estar a la altura en el tratamiento de los enfermos y una red de laboratorios capaces de hacer gran cantidad de pruebas, una de las medidas más eficaces contra el COVID-19. Chile reporta una tasa de mortalidad del 0,5%, muy por debajo de la media del área. La clave ha sido que en promedio se están realizado unas 3.000 pruebas al día, el mayor número total de pruebas por habitante en el área. Adicionalmente, Chile cuenta con 49 laboratorios capaces de hacer diagnósticos, lo que sitúa al país en Latam como líder en realización de pruebas a gran escala. Cabe destacar, además, que los chilenos se han unido para enfrentar la crisis, puesto que la mayoría de los manifestantes se retiraron rápidamente y la población ha cumplido con las recomendaciones de distanciamiento social.
Otro factor de éxito de la estrategia ha sido la celeridad de la toma de medidas de distanciamiento social una vez detectado el primer caso de coronavirus. Por ejemplo, las escuelas se cerraron 12 días después de que el primer caso fue conocido, mientras que en Italia esto pasó 33 días más tarde y en Brasil 21 días después. Con respecto al cierre de fronteras, Chile lo decretó 13 días después del primer caso, mientras que en Brasil y en Italia esta decisión se tomó 28 y 38 días después, respectivamente, a partir de que el primer caso fuera detectado.
El manejo exitoso de la crisis ha producido un aumento en la aprobación del presidente Piñera y de su Gobierno. Según la encuesta de la firma CADEM, la primera semana de marzo, sólo el 11% de los chilenos aprobaba su gestión. A finales de marzo, su popularidad alcanzaba un 21% de aprobación, cerca del nivel alcanzado antes del comienzo de las protestas (29%). Es importante destacar que la opinión pública chilena asocia al presidente Piñera por su capacidad de gestionar situaciones de crisis. Los chilenos recuerdan la buena gestión del terremoto de 2010 y el rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José a más de 700 metros de profundidad ese mismo año.
La incertidumbre económica causada por la Pandemia hace muy difícil realizar proyecciones económicas, sin embargo, la mayoría de los entes internacionales, bancos de inversión y calificadoras de riesgo prevén un impacto relativamente moderado en Chile, comparado con otros países de Latam y del mundo. El FMI prevé que el PIB chileno caerá en 2020 el 4,5% y que rebotará con un avance del 5,3% en 2021, una evolución más favorable que la media regional: -5,2% y +3,4%. Hay que tener en cuenta que el principal socio comercial de Chile es China, que ya empieza a recuperarse y elevará la demanda de los productos que compra al país.
Germán Ríos es profesor de IE University, senior partner de ATREVIA y exdirector de Asuntos Estratégicos en Madrid de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina
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