Iglesias se balancea en el cargo, su vicepresidencia de sopitas y duros de marquesa (él es el marqués, con todo el Estado de hacienda), como una niña rica de columpio y trenzas de oro. En una época de tirantes, se estiraría los tirantes. Ahora, con un Gobierno tan débil, a Iglesias sólo le queda pavonearse e inventarse guerras contra generales de rotonda con chorreras de palomo y aristócratas del Prado como majos de Goya. Balanceándose como una actriz tirolesa, a Cayetana le sacó lo de “señora marquesa” con retintín jacobino y a Iván Espinosa de los Monteros lo de un golpe de Estado que, aseguró, los de Vox quieren y no se atreven a dar. La cadencia de violetera en el meneo y en las palabras lo que querían decir, por supuesto, es, en el primer caso, “el marqués soy yo” (por clase y por poder real), y en el segundo, “nosotros sí nos estamos atreviendo a dar el golpe”.
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