Con la mayoría parlamentaria asegurada para renovar por sexta vez el estado de alarma, el foco de atención de la sesión de control celebrada ayer estaba centrado en cómo iba el presidente del Gobierno a responder ante la crisis abierta en el Ministerio del Interior tras la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos.
Las distintas versiones dadas por el ministro se demostraron falsas tras la aparición del documento firmado por la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, en el que se justifica la destitución del jefe de la Comandancia de Madrid por "no informar del desarrollo de las investigaciones y actuaciones de la Guardia Civil, en el marco operativo y de Policía Judicial, con fines de conocimiento".
El documento "reservado" daba la razón a la versión difundida por fuentes próximas al coronel y dejaba en evidencia las variopintas versiones dadas por el ministro en Moncloa, tras el Consejo de Ministros; en el Congreso de los Diputados, y en el Senado. Sobran documentos audiovisuales para demostrar que Grande-Marlaska mintió con descaro, aunque con escasa convicción.
Era la oportunidad para conocer de primera mano la posición del presidente sobre un escándalo político que, irremediablemente, terminará en los tribunales.
¿Qué hizo el presidente? No sólo respaldó a su ministro, sino que echó mano del cubo de la basura para arrojárselo a la oposición: "Le atacan -vino a decir- por destapar a la policía patriótica".
Como Pedro Sánchez se ha puesto en manos de asesores de imagen, su táctica nada tiene que ver con la política sino con el despiste, el ruido y la confusión. No hay mejor defensa que un buen ataque.
Es lo que se conoce entre los genios de la imagen como "poner un gato muerto sobre la mesa". El "gato muerto" que ayer puso sobre la tribuna de oradores del Congreso el presidente fue la "policía patriótica", al insinuar que el enfado de la oposición con Marlaska tiene que ver con su vocación de limpiador de las cloacas del Estado.
Acusar o insinuar que el coronel Pérez de los Cobos forma o formó parte de la llamada "policía patriótica" es una infamia, que demuestra la falta de argumentos de Sánchez para defender a su ministro
Situar al coronel Pérez de los Cobos en la nómina de la llamada "policía patriótica" no sólo es falso, sino que es una infamia.
El ministro limpiador de cloacas debería saber que Eugenio Pino (DAO de la Policía con Jorge Fernández Díaz) intentó por todos los medios apartar de su puesto como director del Gabinete Técnico en el ministerio del Interior a Pérez de los Cobos con la justificación de que era "miembro del comando de Rubalcaba".
Pérez de los Cobos hizo todo lo que estuvo en su mano para que los policías a las órdenes de Pino, entre los que destaca el comisario José Manuel Villarejo, no hicieran de las suyas.
Las cloacas estaban instaladas en Interior desde tiempos anteriores a la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa. Eso también lo sabe bien Grande-Marlaska.
Aunque la memoria es un don que escasea en nuestra clase política, tanto Sánchez como su ministro del Interior conocen a la perfección quiénes estaban en la famosa comida del restaurante Riantxo en la que Villarejo invitó a sus amigos para celebrar la concesión de una medalla pensionada. Estaban la entonces fiscal de la Audiencia Dolores Delgado, el juez Baltasar Garzón, el comisario Gabriel Fuentes, el comisario jefe de la UCAO Enrique García Castaño (El Gordo), y nada menos que el DAO de la Policía, Miguel Ángel Fernández Chico. Corría el año 2009 y en España gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero.
Villarejo ingresó en prisión en noviembre de 2017 acusado de graves delitos y García Castaño fue detenido en julio de 2018 en el marco de la Operación Tándem, aunque el juez Diego Egea decretó su libertad (con medidas cautelares) a pesar de la petición de la Fiscalía.
¿Se refiere el presidente a esos funcionarios cuando habla de "policía patriótica"?
El DAO de la Policía Eugenio Pino quiso cargarse a Pérez de los Cobos argumentando que era "miembro del comando Rubalcaba"
Porque ni Pérez de los Cobos, ni Manuel Sánchez Corbí (ex jefe de la UCO), los dos coroneles de la Guardia Civil destituidos por el ministro en esa supuesta operación limpieza han tenido nunca que ver con esa "policía patriótica", sino todo lo contrario.
Les contaré como nació el término "policía patriótica". En junio de 2015 el entonces portavoz de Interior del PSOE, Antonio Trevin, se citó en una cafetería con dos comisarios afines al partido, Miguel Ángel Santano y Telesforo Monzón. Acto seguido, Trevin estaba citado con el secretario general del sindicato policial UFP, Victor Duque. Este sorprendió a Trevin saliendo de la cafetería acompañado por los dos comisarios, y, ni corto ni perezoso, hizo una fotografía con su móvil que, ¡0h casualidad!, acabó publicada en un periódico.
Dos días después, Santano y Rubio fueron removidos de sus cargos por el entonces DAO de la Policía, Eugenio Pino.
A partir de ese momento, Trevín, inspirado por los dos policías represaliados, puso en circulación el término "policía patriótica", para referirse a un grupo de agentes y comisarios que trabajan a las órdenes directas de Pino. Entre ellos, naturalmente, Villarejo, que fue el hombre clave para intentar desacreditar al independentismo en Cataluña.
Sánchez ha decidido apoyar a su ministro. Siguiendo la teoría de Clausewitz, no está dispuesto a ceder una posición porque, mientras esta aguante, el enemigo no puede avanzar. Es decir, mientras que la oposición cargue contra Marlaska, a él le dejarán tranquilo.
Sacar a colación las "cloacas del Estado", o, lo que es lo mismo, la "policía patriótica", al margen de que no tenga nada que ver en este caso, tiene la ventaja de que es un argumento que gusta a sus socios de ERC, y sobre todo, deleita al vicepresidente del Gobierno, que se dice víctima de una operación llevada a cabo por los cuerpos de seguridad para desacreditarle.
El problema que tiene esta táctica del gato muerto es que puede servir para despistar durante un día, pero poco más. Nadie está blindado contra la verdad. Ni Grande-Marlaska ni el presidente.
Con la mayoría parlamentaria asegurada para renovar por sexta vez el estado de alarma, el foco de atención de la sesión de control celebrada ayer estaba centrado en cómo iba el presidente del Gobierno a responder ante la crisis abierta en el Ministerio del Interior tras la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos.
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