Fernando Simón no es doctor, porque no tiene el doctorado en Medicina, a pesar de que el Gobierno le atribuye ser doctor constantemente. Se colegió en Huesca, tras acabar la carrera de Medicina en Zaragoza. Es en Huesca donde hizo sustituciones en pueblos y en Zaragoza donde atendió urgencias domiciliarias. Está especializado en Epidemiología. No tiene hecho el MIR (Médico Interno Residente), pero antes de 1995 no era necesario para trabajar en Atención Primaria.
Posiblemente en estos meses de pandemia es la persona que más ha faltado a la verdad a la opinión pública.
El 24 de enero nos indicó Simón que “la posibilidad de infección es muy baja”, pero a la vez ese mismo día publicó un informe en la web del Ministerio de Sanidad que llevaba por título Procedimiento de actuación frente a casos de infección por el nuevo coronavirus (2019-nCoV), informe que, curiosamente, fue borrado de la web del Ministerio dos meses y 6 días después.
En ese informe de 17 páginas se demuestra que era perfectamente conocedor de la gravedad de la situación, en él determina los síntomas de la enfermedad y ofrece medidas de prevención sanitaria, entre otras evitar aglomeraciones. El informe concluía con la necesidad de utilizar guantes de nitrilo y mascarillas FFPP2. Simón era perfectamente conocedor de lo que podía llegar, pero se plegó a las órdenes políticas de sus superiores y, a la vez, creyó que él sabía más de este nuevo virus que algunos organismos internacionales.
El 31 de enero dijo: “Ahora mismo hay indicios de que esta enfermedad sigue siendo poco transmisible y parece que la epidemia tiene posibilidades de empezar a remitir. Creemos que España no va a tener nada más que algún caso localizado".
La historia juzgará a este buen hombre que, con medias verdades y mentiras enteras, siempre pensando en nuestro bien, es posiblemente el mayor responsable de contagios en España
El 10 de febrero Fernando Simón elabora un nuevo informe bajo el título Nuevo coronavirus 2019-nCoV. En sus 20 páginas se recogen los datos epidemiológicos más recientes y se dan consejos sobre Medidas de prevención individual, por ejemplo, el uso de “mascarillas de alta eficacia” y el control de viajeros que lleguen de zonas contagiadas. Una vez más tiene un discurso público muy distinto al que se lee en sus informes privados.
El 18 de febrero Simón se reúne con asesores sanitarios de la Unión Europea en el foro del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades en Estocolmo. En esa reunión reconoce ante sus colegas que España no estaba preparada para hacer un seguimiento epidemiológico de los casos, se mostró preocupado por el riesgo de importación y cómo evitar los focos secundarios. Y, lo más importante, en esa reunión Fernando Simón subestimó el efecto de la transmisión comunitaria y aseguró, en varios momentos según consta en el acta, que esto era irrelevante en los focos principales de la epidemia.
El médico español sabe más que el Centro Europeo de Enfermedades Infecciosas.
El 26 de febrero aseguraba públicamente en rueda de prensa que “no tiene ningún sentido llevar mascarillas por la calle” y pedía “no caer en alarmismos". En mayo reconocía que, de nuevo, lo hizo por nuestro bien “en una situación de escasez en el mercado de mascarillas, quisimos ser muy prudentes a la hora de hacer recomendaciones que no se pudieran aplicar”.
El 2 de marzo el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades aconseja a los países europeos prohibir las grandes concentraciones. Los datos científicos demuestran que provocan la transmisión del virus. Fernando Simón es miembro de esta agencia y conocía esa directiva europea, sin embargo, ese mismo día dijo públicamente todo lo contrario: "No se recomienda suspender eventos sociales", como el 8-M, y sólo recomendó "prudencia".
Hoy sabemos por qué Fernando Simón se negó siempre a dar los nombres de los expertos del llamado Comité de Técnicos para la Desescalada, a pesar que lo exigen la Ley de Transparencia y la Ley General de Salud Pública. Él decía hacerlo para protegerles de los medios de comunicación y las críticas generalizadas. Pero de nuevo nos engañaba, por nuestro bien, claro. Suerte que a las pocas horas la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, descubre que son “funcionarios habituales, miembros del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias”.
Por lo tanto, el supuesto Comité de Expertos no lo formaron nunca los mejores expertos, sino funcionarios del Ministerio.
A partir de ahí y lo sucedido el 8-M y en semanas posteriores lo tenemos todos más fresco en la memoria.
La historia juzgará a este buen hombre que, con medias verdades y mentiras enteras, siempre pensando en nuestro bien, es posiblemente el mayor responsable de contagios en España.
De un político lo podíamos esperar; de un médico, no.
Fernando Simón no es doctor, porque no tiene el doctorado en Medicina, a pesar de que el Gobierno le atribuye ser doctor constantemente. Se colegió en Huesca, tras acabar la carrera de Medicina en Zaragoza. Es en Huesca donde hizo sustituciones en pueblos y en Zaragoza donde atendió urgencias domiciliarias. Está especializado en Epidemiología. No tiene hecho el MIR (Médico Interno Residente), pero antes de 1995 no era necesario para trabajar en Atención Primaria.
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