Carmen Calvo no tiene picos, fases, desescalada ni cura. Calvo es la pureza de un ser edénico, transparente como un ala de hada, como una gota sobre un nenúfar. Hay quien puede pensar que Calvo es como el libro de colorear de la tontería política, un ser deshabitado salvo por la posibilidad del garabato infantil y la metedura de pata, pero no. Calvo es la verdad política y la lleva enseñando toda la vida con ilustraciones tan irrefutables como las de Coco, que no eran infantiles sino sólo irreductibles, axiomáticas y fundacionales. Por ejemplo, que “el dinero público no es de nadie”, de ahí que los políticos lo gasten como lo gastan. Calvo es conceptismo político con disfraz de Pixie y Dixie. Y lo ha vuelto a demostrar definiendo el sanchismo como quien define el naranja con una naranja.
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