Las orejas picudas de Sánchez son la vulva falo y el presidente es el andrógino divino, como un dios hindú que toca la flauta sobre una pierna y sobre el huevo cósmico. Al final, John Carlin se ha quedado en su crónica en una cosa mamífera, fetichista y ochentera, en un macho alfa de leñera, como si el presidente fuera Chuck Norris. Lo de John Carlin, eso que ha escrito como entre desnudeces de marabúes rosa flamenco, es un calentón con alfombra de oso, o con pajar de mozo de cuadra, o con legionario con pectorales depilados, brillantes y temblones como branquias. Carlin se ha quedado en el porno cuando lo de nuestro presidente es una sensualidad teológica, como El Cantar de los cantares, el amor divino expresado a través de éxtasis de pastores, o sea del pueblo.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Muface: las novedades del contrato que ultima el Gobierno
- 2 Sánchez, ridículo imborrable
- 3 Los claroscuros de la duquesa roja: lesbiana y cercana a ETA
- 4 El CNI dice que el espía acusado de traición dio un "rollo de papel"
- 5 Podemos allana el camino para el regreso de Irene Montero
- 6 Comprobar Lotería de Navidad 2024 - El Independiente
- 7 Alerta: su hijo se informa por los influencers de TikTok e Instagram
- 8 Perdóname, Pedro, por haber desconfiado del fiscal y de tu palabra
- 9 Los Reyes y sus hijas visitan por sorpresa Valencia