Es tiempo de arrimar el hombro, esta situación la superaremos juntos, es momento de solidaridad. Esta y otras consignas han resonado y resuenan en nuestros oídos, inundan nuestros ojos y se han colado en nuestras mentes en los últimos meses, como lo han hecho cada vez que una crisis, catástrofe o situación excepcional golpea nuestro estado del bienestar.
Despertar en nosotros el espíritu solidario, de colaboración y apoyo mutuo demuestra que el ser humano en sociedad tiene sentido de colectividad, de protección y es consciente de que el grupo tiene más fuerza que el individuo para afrontar situaciones complejas o momentos difíciles, y nos hace sentirnos orgullosos de pertenecer a ese colectivo y colaborar en su defensa.
Sin embargo, de un lado acostumbrada la sociedad a este estado de bienestar en constante expansión y, de otro, dirigida y orientada por políticos que pretenden colocar al Estado (y en muchos casos a ellos mismos) como el centro único administrador de ese bienestar, los ciudadanos caemos en la comodidad de pensar que es el Estado quien tiene la obligación y es el único que se ocupa del reequilibrio necesario de las diferencias socioeconómicas entre ciudadanos, territorios o colectivos. Con ello sin querer aceptamos, creemos o asumimos en muchos casos que para el ejercicio de esa función la única obligación que recae en nosotros es la de pagar impuestos y dejar que sea el Estado quien con ellos y sus propios criterios cumpla la función de desarrollo de la sociedad y la economía.
Reconociendo su importancia, que la tiene, con ello olvidamos o a veces infravaloramos que existen numerosos canales al margen del Estado -y, por tanto, que no significan más impuestos- de generar solidaridad, redistribución y fomento al desarrollo de la sociedad.
Arrimar el hombro no sólo consiste en pagar más impuestos y dejar que otros los distribuyan con sus criterios, sino dejar que el libre mercado y la conciencia responsable de miles de empresas se organicen para esta necesaria transformación socioeconómica
El primero y de gran importancia es el de la acción social de las empresas mediante sus programas de responsabilidad corporativa, sus fundaciones e iniciativas de sostenibilidad con los que inyectan de manera constante ingentes cantidades de dinero y de esfuerzo en corregir desequilibrios sociales y fomentar el desarrollo. Con ellos no solo gestionan una ayuda importantísima, sino que además conciencian a sus trabajadores de esos principios de solidaridad y colaboración necesarios de manera individual sin descargar esa responsabilidad únicamente en el Estado. Baste como ejemplo que las más de 70 empresas miembro de la Fundación Seres que han aportado sus datos tan solo en 2019 inyectaron en la sociedad más de 1.200 millones de euros en proyectos sociales y de responsabilidad social corporativa, de las que más del 50% declaran haber llevado a cabo proyectos relacionados con el empleo y la integración laboral.
Pero este no es el único mecanismo. Mientras los poderes públicos alientan constantemente la apuesta por la innovación y el emprendimiento pero los presupuestos públicos dedicados a la innovación y el emprendimiento aun están lejos de los dedicados en Europa o incluso de los dedicados a esta materia en España en periodos anteriores a la crisis de 2008, cientos de empresarios, altos directivos y ejecutivos retirados del sector financiero, energético, consultoría y un sinfín de especialidades invierten su patrimonio y sobre todo su tiempo y conocimientos en apoyar a las nuevas generaciones de emprendedores que a través de sus investigaciones, startups y nuevos productos y servicios intentan abrirse camino en un mercado global y plantar cara a la imparable ola de Silicon Valley cargada con el capital de los grandes fondos americanos.
Numerosos fondos y vehículos nacionales como Kibo, Sevenzonic, K Funds, Fides, Perennius, Lanzadera, Copernion, Alma Mundi y mucho otros liderados por el talento y la experiencia de grandes empresarios y altos directivos españoles en activo o retirados se ponen a disposición de las nuevas generaciones de emprendedores españoles sin apenas apoyo público o fiscal para desarrollar, escalar e internacionalizar ideas Made in Spain que conformen el nuevo tejido industrial y de servicios de la España digital que todos ambicionamos. Este es un modelo bien conocido de los grandes mecenas de la innovación norteamericanos como Bill Gates o Elon Musk.
De estas cocinas salen cada día nuevas compañías que se abren camino con éxito en sectores como la movilidad, la distribución y el retail, las proptech para desarrollar el nuevo turismo, las energías renovables o incluso la munición sostenible como es el caso de Bioammo, una empresa pionera en la fabricación de cartuchos en un pequeño pueblo de Segovia y que con el know-how y el capital de ex altos directivos de grandes empresas triunfa ya en el mercado europeo y norteamericano.
Está claro, pues, que hay que huir cuanto antes del maniqueísmo en que tan fácilmente caemos en España y la polarización entre buenos y malos, el Estado y la empresa privada, el empresario y trabajador que parecen nunca coincidir en objetivos y planteamientos y entender que no es así. Entender que arrimar el hombro no sólo consiste en pagar más impuestos y dejar que otros los distribuyan con sus criterios sino dejar que el libre mercado y la conciencia responsable de miles de empresas, empresarios y ejecutivos se organicen para esta necesaria transformación socioeconómica. Ayudar y ayudarse son caras de la misma moneda pues no hay nada mejor para empresas y empresarios que tener trabajadores satisfechos y con poder adquisitivo, crecimiento y gasto que retroalimente las iniciativas empresariales, ahorro que se canalice hacia la inversión y la innovación.
Arrimar el hombro es precisamente eso, involucrarse, participar, arriesgar, apostar y decidir con los mejores criterios; no es pagar la factura sin mirarla ni opinar sobre el menú elegido.
Todos los caminos llevan a Roma dice el antiguo aforismo por mucho que algunos se empeñen en que solo hay un camino posible, el del Estado y sus impuestos.
Juan Pedro Moreno, ex presidente de Accenture España.
Es tiempo de arrimar el hombro, esta situación la superaremos juntos, es momento de solidaridad. Esta y otras consignas han resonado y resuenan en nuestros oídos, inundan nuestros ojos y se han colado en nuestras mentes en los últimos meses, como lo han hecho cada vez que una crisis, catástrofe o situación excepcional golpea nuestro estado del bienestar.
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