La crisis económica en la que estamos insertos, según como se afronte, va a ser determinante de nuestro modelo futuro de país. Puesto que tenemos un gobierno socialista, los dos ejemplos extremos a seguir no son otros que la ártica Suecia y la austral Argentina, dos países socialistas que disfrutan de tan conocidas como desiguales fortunas.
Es de suponer que incluso los socialistas –quizás no sus colegas de Podemos– prefieren sin duda parecerse a Suecia, pero las medidas que ya han adoptado y las que amenazan adoptar conducen inexorablemente a la Antártida política.
Según Mauricio Rojas en La reinvención del Estado de Bienestar:
- En el periodo 1870-1950 Suecia lideró con Suiza el crecimiento económico mundial, gracias a una reducida carga tributaria y una economía de libre mercado.
- En el periodo 1965-1995, el PIB per cápita sueco que llegó a representar más del 80% del de EE.UU decayó a poco más del 70%, pasando de la cabeza a la cola del ranking de países ricos. La carga tributaria como porcentaje del PIB ascendió del 25 a más del 55.
- Un creciente desempleo junto con una extraordinaria expansión del empleo público fueron compañeros del viaje a la crisis del Estado benefactor.
- La salida de la crisis sueca ha venido de la mano del equilibrio presupuestario —lo que conlleva menos gasto público— y la mejora de la competitividad de su economía.
- Suecia se ha convertido ahora en un Estado posibilitador del bienestar social, en vez de un exclusivo financiador y productor de servicios públicos como venía siendo.
- Un pujante capitalismo del bienestar presta servicios públicamente financiados.
- Los seguros privados de paro y de enfermedad están cada vez más generalizados.
- El cheque escolar es una exitosa realidad, junto con la mejora de la calidad de la enseñanza en competencia pública y privada.
- La privatización de la prestación de servicios sanitarios ha posibilitado una nueva “industria de exportación”: grupos empresariales que reproducen en otros países sus buenas prácticas en Suecia.
- En materia de pensiones, una inteligente combinación de criterios de reparto y capitalización, junto con incentivos al retraso de la jubilación, han dejado de hipotecar —como en España— las rentas de las generaciones venideras para pagar las pensiones de hoy.
Como consecuencia de la metamorfosis de su estado del bienestar, Suecia ha vuelto a crecer y crear empleo mientras disfruta de una realidad macroeconómica sólida y equilibrada.
¿Qué sucedió mientras tanto en Argentina? Según Pablo Grido, de la Universidad Fernando Marroquín:
- Desde mediados del siglo XIX hasta la 1ª Guerra Mundial el crecimiento medio del PIB argentino superó el 5%.
- En 1910 Argentina era el 8º país del mundo por renta per cápita, hoy es el 81.
- En 1925, la economía argentina equivalía al 135% de Australia y ahora apenas alcanza un tercio; era un 35% superior a la de México y Brasil que hoy la sobrepasan tres o cuatro veces.
- Hacia la 2ª Guerra Mundial expertos como Paul Samuelson esperaban que la renta per cápita argentina sobrepasara la de EEUU.
- La inestabilidad institucional, expansiones monetarias e hiperinflaciones sin fin, gasto público excesivo, sobrepresión e indisciplina fiscal, endeudamiento público e impagos de la deuda externa –como ahora–, han venido dominando la economía argentina.
Detrás de la decadencia Argentina está el conocido lema peronista de que “toda necesidad –incluso las inventadas- es un derecho”, tan de moda en la España de nuestros días.
Mientras que la crisis del socialismo sueco se resolvió con racionalidad: presupuestos públicos equilibrados, muy limitada y decadente deuda pública, competencia público-privada y amplia libertad de mercado, en Argentina se hizo todo lo contrario hasta convertirse en un pésimo ejemplo, solo recientemente superado por la Venezuela amiga de Podemos y algunos significativos socialistas.
España, "lejos" del desorden argentino
¿Dónde está España ahora y en que dirección debería dirigirse?
Por suerte, y sobre todo por destino histórico, España está integrada en la UE y el sistema monetario del Euro, gracias a cuyas disciplinas estamos “lejos” del desorden argentino. De hecho, es un triste lugar común entre muchos españoles confiar en la “condicionalidad” de las ayudas europeas para no salir demasiado malparados de la crisis.
Pero a diferencia de la crisis del 2008, en la que partíamos con una deuda pública moderada, la de ahora es verdaderamente atosigante, de suerte que cualquier malhumor de los mercados financieros lo pagaríamos muy caro. Entre 2008 y 2009 España elevó un 140% su deuda pública, casi cinco veces más que la media de la UE, mientras que Suecia, Alemania y Holanda la reducían. (¿Se entiende, así, a los “halcones del norte”?)
Es evidente que no tenemos margen para gastar más, así que ha llegado la hora de despilfarrar menos haciendo las reformas suecas en vez de mirar irresponsablemente hacia Argentina, como sostenía públicamente no hace mucho una ministra del Gobierno.
Todo el mundo -que sepa algo de economía- sabe y los países mas espabilados han comenzado a hacerlo, que no se pueden subir los impuestos salvo que queramos perpetuarnos en la crisis. Más bien hay que bajarlos, sobre todo al capital y al trabajo –muy maltratados en España- y quizás compensar parte de la caída de recaudación con subidas del IVA -como sostiene el Banco de España- que es el más bajo de la UE.
No se pueden subir los impuestos salvo que queramos perpetuarnos en la crisis
También es un lugar común –sin necesidad de ser economista- que el sistema español de pensiones es insostenible, por lo que hay que afrontar su reforma copiando literalmente el nuevo modelo sueco.
En materia educativa, la admirable reforma sueca debiera ser asumida sin más: cheque escolar para que los padres elijan que educación quieren para sus hijos. Así se acabaría con la -probablemente- inconstitucional discriminación política de la enseñanza concertada.
En sanidad también habría que adoptar la reforma sueca, privatizándola al gusto ciudadano, que podría elegir libremente si usar la pública o la privada. Por cierto, tanto en éste ámbito como en el educativo la libre competencia publico-privada tiende a beneficiar la segunda cuando el ciudadano elige libremente.
Pero además de las citadas reformas de gran calado, el actual momento histórico es especialmente apropiado para someter todo el gasto público, sin excepción y como se planteaba recientemente en esta misma columna, al método de Presupuesto Base Cero con objeto de poner fin al tan generalizado como infundado criterio presupuestario de aumentar rutinariamente las partidas de gasto sin pararse a pensar si todas ellas deben ser objeto de aumento, si este debe repartirse por igual o si algunas de ellas deben ser simplemente eliminadas.
Estamos a tiempo de “sentar la cabeza” y hacer lo que se debe hacer, salvo que el Gobierno mire hacia la Antártida en vez de hacia la Osa Polar.
La crisis económica en la que estamos insertos, según como se afronte, va a ser determinante de nuestro modelo futuro de país. Puesto que tenemos un gobierno socialista, los dos ejemplos extremos a seguir no son otros que la ártica Suecia y la austral Argentina, dos países socialistas que disfrutan de tan conocidas como desiguales fortunas.
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