Todavía sangra la piedra en el País Vasco, o la hacen sangrar vándalos, herederos o cultivadores de esa sangre con raíz de hueso que llega tan dentro en la tierra. La tumba de Fernando Buesa ha aparecido manchada de rojo, volvía a sangrar el crimen mal tapado, o volvía a expulsar sangre menstrual, cíclica, inacabable, una tierra encharcada en sangre o que no deja de engendrar sangre. Los energúmenos no saben que están reconociendo que el crimen no se ha acabado. Aún tienen que ver la sangre, sangre en la roca o en helechos o en los nombres de los asesinados grabados sobre su propia sangre petrificada, como la de un dragón. Los salvajes tienen que ver la sangre como pintura o como esputo o como savia, y van allí a una tumba, esa fuente parada de las almas, y ponen sangre, o excavan apenas con un pie de hocicada la tierra, que pronto devuelve su sangre, ahíta. Y sólo en esa sangre se vuelven a reconocer.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 El inspector jefe de los 20 millones se reunía al lado de la Jefatura
- 2 El 'Aldamazo': El 'caso Koldo' coge vuelo y alcanza a Montero, Ribera y Cerdán
- 3 Alcampo prevé una Navidad con más consumo tras la inflación
- 4 Broncano explota contra 'El Hormiguero' tras dejarle sin invitado
- 5 Aldama, lavativa de la cárcel
- 6 El jefe de policía detenido guardaba dinero bajo la caseta del perro
- 7 Cena de Delcy con sorpresa... y la sorpresa era Pedro Sánchez
- 8 La mujer de Aldama, clave en el blanqueo de capitales de la trama
- 9 La narcolancha que mató a dos británicos en Murcia venía del taller y pertenece a marroquíes