Pablo Iglesias apareció en las tertulias como si fuera David Carradine en Kung fu, con una cadencia de flauta de bambú, una justicia inmediata de pies descalzos y una papiroflexia boba de galletita de la suerte. Parecían modos e ideas diferentes, cuando sólo era un profesor de camarilla universitaria intentando hacer política orientalista, igual que un actor blanco que intenta hacer de chino filosófico y mortífero, o sea, con mucho truco, maquillaje y cámara lenta. Pocos años después, su partido no sólo es también casta, sino que ya es únicamente casta. De aquellas verdades de mirarse uno la sandalia, de aquella cola chinesca como un nunchaku vengador, hoy no queda nada. Su ideología es un pastiche de moditas y neologismos que lo mismo se adapta a Junqueras que a Sánchez que a Maduro que a la Unión Europea; el partido ya está metido en escándalos de presidente de fútbol engominado y de delatores que cantan, y vemos a Echenique arremeter en Twitter contra la prensa y las conjuras como un Felipe González en triciclo.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Convocatoria oficial de la Selección Española de fútbol para los Juegos Olímpicos de París 2024
- 2 La caza sin cuartel de Mohamed Deif, el jefe militar de Hamás que sobrevivió a siete ataques
- 3 Puente medió con Marruecos para que Alsa cobrase una deuda
- 4 El Servicio Secreto reconoce que el atentado a Trump es su "mayor fallo" en décadas
- 5 De la amistad al resentimiento: así se degradó la relación entre Obama y Biden
- 6 El PSOE denuncia el "montaje" contra Sánchez "para beneficio del PP" y anuncia que la citación judicial será recurrida
- 7 La Sierra de Guadarrama: el hogar del buitre negro
- 8 Jyväskylä, la Atenas finlandesa que Alvar Aalto convirtió en cuna de la arquitectura moderna
- 9 El informe de la Complutense pone a Begoña Gómez contra las cuerdas