No solo las bicicletas son para el verano, también las dimisiones, las huidas de España, las manifestaciones surrealistas y los permisos penitenciarios con pucherazo. Todo eso estamos viviendo este extraño verano, y además la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo. No fue una más, marca el cambio de rumbo que quiere dar el PP a partir de septiembre, dejando a Vox la hegemonía en la línea dura de la derecha tras comprobar que no le fue mal a Ciudadanos virar al centro hace unos meses. Es curioso cómo los partidos hacen virajes a derecha, centro o izquierda para sobrevivir, creyendo responder a la voluntad de sus votantes, cuando en realidad sólo buscan su propia supervivencia y alcanzar el poder.
La decisión de cesar a Cayetana Álvarez de Toledo lleva implícita una importante carga ideológica, un aviso a navegantes: la política debe seguir siendo lo que siempre ha sido, nada de nueva política, ni de aire fresco en los partidos, mucho menos la presencia de versos sueltos que piensen por sí mismos. El PP tiene prisa por volver al bipartidismo, tras comprobar que la aparición de nuevas ideologías siempre benefició a la izquierda y a los partidos anti constitucionalistas. Con el cambio de Cayetana quieren volver a la centralidad, la que hizo al PP pactar con los nacionalistas tantos años, la que les alió con Pujol, la de los sobres en B, la que no dice toda la verdad porque el pueblo no está preparado para escucharla…
En España la política de partidos se basa en la obediencia ciega, no en la libre opinión
Estemos o no de acuerdo con su ideología, Cayetana Álvarez de Toledo nos hizo pensar por una vez, que siendo portavoz de un partido en España se podía decir lo que uno piensa en voz alta. Era solo una quimera. Tras su cese, solo ha recibido entre los suyos el apoyo de Esperanza Aguirre y del líder del PP catalán Alejandro Fernández, uno de los mejores políticos que tiene el partido y con opinión propia, el único de la nueva hornada que públicamente se ha manifestado contra su cese. El resto de compañeros se alegran con su destitución que le reclamaron a García Egea en infinidad de ocasiones.
Porque en España la política de partidos se basa en la obediencia ciega, no en la libre opinión. En Podemos, Iglesias ha cortado la cabeza a todo opositor a su régimen, Errejón, Espinar, Bescansa… El PSOE de Pedro Sánchez no solo ha negado a Felipe González sino que tiene una larga lista de cadáveres entre sus compañeros, Tomás Gómez, Madina, Susana Díaz… El PP no iba a ser distinto tan solo por hacer primarias.
Pablo Casado tiene el mayor de los problemas para seguir liderando el PP, que es buena persona, el poli bueno, ya sabemos que el malo es Egea. Sabe que su presidencia sigue siendo débil y su valía está por demostrar, sin haber destacado lo que debía durante esta pandemia tan mal gestionada por el Gobierno. Si no destituía a Álvarez de Toledo, los mismos compañeros de partido que pidieron la cabeza de Rajoy irían a por él. “Es una forma de esclavitud formar parte de un partido en el que no te puedes expresar con libertad”, ha dicho Cayetana como epitafio a su destitución.
En estos últimos diez años los españoles hemos cambiado, pero nuestros partidos no, por eso la falta de afección a la política en este país. Las estructuras mastodónticas de los partidos siguen actuando como hicieron sus anteriores en el cargo, manipulando una televisión que ya casi nadie utiliza para informarse, una prensa que nadie lee, y una radio que solo siguen los mayores. El 15-M se pensó por unos días que esto podía cambiar, que los ciudadanos podíamos llevar democráticamente las riendas de nuestro país sin abusos de poder, sin derroche de dinero público, con nuevas estructuras políticas que gestionen el espacio común, no nuestra ideología. Cuarenta y tres años después de recuperar la democracia queríamos mejorarla, pero ha sido imposible. Qué pronto se ha encargado la estupidez humana y los más bajos instintos, el poder, la ambición y el egoísmo, de devolvernos al estercolero del que veníamos y en el que seguiremos por mucho tiempo, porque son demasiados los que comen cada día en él.
No solo las bicicletas son para el verano, también las dimisiones, las huidas de España, las manifestaciones surrealistas y los permisos penitenciarios con pucherazo. Todo eso estamos viviendo este extraño verano, y además la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo. No fue una más, marca el cambio de rumbo que quiere dar el PP a partir de septiembre, dejando a Vox la hegemonía en la línea dura de la derecha tras comprobar que no le fue mal a Ciudadanos virar al centro hace unos meses. Es curioso cómo los partidos hacen virajes a derecha, centro o izquierda para sobrevivir, creyendo responder a la voluntad de sus votantes, cuando en realidad sólo buscan su propia supervivencia y alcanzar el poder.
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