En Callao, el cartel de la serie Patria parece los dos entierros linderos de dos muertos por lindes, con sus sudarios y velos al viento, rozadizos, como cabellos aún revueltos en el odio. Entiendo el concepto publicitario, porque en la dualidad está el conflicto, y sin conflicto no hay historia ni interés. La dualidad no es equidistancia, sino el punto de partida, igual en las cosmologías, en el arte, en la filosofía o incluso en el negocio. Un díptico del Cielo y el Infierno no es equidistante, es sólo polarizador. Sin embargo, en el cartel de Patria los culpables y los inocentes no están en dos polos, sino que se nos aparecen como intercambiables. Los entierros simbólicos se han mezclado con sus mortajas y sus escarabajos de nicho, es como si pudiéramos equivocarnos de muerto igual que de novia. Es algo más que la moral rechinando, es la oportunidad que se le da a la injusticia para que confunda al mundo, y eso nos desasosiega.
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