Con motivo de la crisis económica que nos envuelve y de cara a la salida de la misma, hemos sabido estos días que hasta en Cuba, según relata el último grande de sus letras Leonardo Padura en una entrevista en ABC Cultural, “Constantemente se habla de que es necesario liberar las fuerzas productivas”. Y añade: “Espero que se liberen las fuerzas productivas y con esta liberación –la palabra liberación me suena a su antónimo que es opresión, encarcelamiento, encierro, si hay que liberarlas es que están encerradas– empiecen a cambiar algunas cosas y tengamos un poquito de claridad”.
Todos los expertos en economía, en un lenguaje más académico, repiten sin cesar la necesidad de practicar políticas de oferta que dinamicen la economía liberalizándola mediante reformas para maximizar el crecimiento económico y del empleo.
Curiosa coincidencia –o no tanto– entre el canon capitalista y la posible salida de la crisis económica del comunismo cubano: en ambos casos la apuesta es a favor de la libertad. Lamentablemente, para los cubanos, no parece que por ahora ello sea viable como veremos a continuación.
En la entrevista a Padura, la periodista de ABC insiste con una nueva pregunta: “¿Cree que es viable esa liberación de la que habla contraria, como bien dice, a opresión, encarcelamiento…?”. A lo que contesta el entrevistado: “Viable es. Hace falta que haya voluntad política para que se produzca, y sobre todo, tiene que haber un cambio profundo en las mentalidades de determinadas personas –es importante que diga esto- que tienen poder de decisión en Cuba. Tiene que haber un cambio grande de mentalidad para que esto sea posible”.
En España nos estamos jugando la recuperación económica entre dos horizontes posibles: rápida y corta, y lenta y larga. Para que la primera opción tenga lugar, la libertad de mercado –que ansían los cubanos- debe imponerse al intervencionismo –o su encarcelamiento– que no solo abunda en España, sino que con este gobierno tiende inexorablemente a extenderse. Mientras que esta primera posibilidad nos es desconocida, la segunda fue experimentada con –muy triste- éxito por Zapatero: la renta per cápita de 2008 fue recuperada seis lentos y largos años después. Como los demás países apenas tardaron dos años en recuperarse, España se alejó de ellos retrocediendo nuestra convergencia con Europa en términos desconocidos durante muchas décadas.
En España, a diferencia de Cuba, como sociedad abierta el “cambio de mentalidad” que reclama Leonardo Padura para su país, debiera ser posible
De aquella larga e insólita –en comparación interna y externa- depresión salimos gracias a una política económica tímidamente reformista, la de Rajoy, que posibilitó un crecimiento económico y del empleo que nos devolvieron a la senda de la convergencia con Europa. Parte de aquellas modestas reformas fueron enmendadas por el actual gobierno, lo que además de perjudicar el crecimiento de la economía y del empleo no ha dejado de lanzar señales que están ahuyentando la inversión, no solo nacional, también la extranjera: contrarreforma laboral, aumentos del SMI imposibles de asumir por el mercado, restricciones en los alquileres de viviendas, prohibición del despido, libre ocupación de propiedades inmobiliarias, aumentos impositivos contra natura, etc…
A todo ello hay que sumar que la innovación, en vez de estar facilitada, se ve constreñida por los intereses creados del “estatus quo”, lo que conlleva a que la renovación de nuestros tejidos sea muy limitada. En el último ranking de innovación de Bloomberg, España ocupa el lugar 30 precedida por Rumania y seguida de Portugal; lo que nos debería avergonzar y, sin embargo, a nadie interesa ni preocupa.
En España, a diferencia de Cuba, como sociedad abierta el “cambio de mentalidad” que reclama Padura para su país, debiera ser posible. Pero todo indica que no sólo el Gobierno, sino gran parte de la sociedad e incluso los medios de comunicación están más interesados en las ayudas europeas –meros parches temporales- que en la curación de nuestra maltrecha economía con medidas que liberalicen todo el potencial creativo empresarial, tantas veces descritas en esta columna.
¿Qué “mentalidad” –en palabras de Padura– tienen sobre todo lo dicho los ministros comunistas de nuestro Gobierno? ¿Creen que Padura es un iluminado –un Padilla de nuestro tiempo– cuando proclama la liberación de las fuerzas productivas, o que está bien encaminado?
¿Qué piensan los ministros socialistas de este Gobierno de los tiempos de Zapatero? ¿Asumen crítica o complacientemente su herencia: divergencia de renta per cápita con la UE que hizo retroceder por completo la convergencia conseguida conjuntamente por González y Aznar, duplicación del desempleo y aún más de la deuda pública? ¿Tienen, acaso, “voluntad política” para “liberar las fuerzas productivas”?
En la crisis anterior no pudimos hacerlo peor, pero ahora aún estamos a tiempo de hacer todo lo posible -aquí podemos, en Cuba no– por evitar reproducir los errores del pasado, que nos llevaron a ser junto con Italia los grandes perdedores de la misma. Para ello hay que hablar más, todos, incluidos los políticos, los medios y sus tertulianos de microeconomía -la que nos da de comer, vestir, etc.- en vez de macroeconomía y las ayudas exteriores que son pan para hoy y hambre para mañana.
Dentro de unos años tendremos que examinarnos de las tres grandes asignaturas que determinan el comportamiento de todos los gobiernos:
- Grado de convergencia o divergencia de nuestra renta per cápita con la UE.
- Evolución de la ocupación laboral.
- Nivel de endeudamiento público.
Para aprobar estas asignaturas es necesario saber de microeconomía y actuar consecuentemente con sus principios, que tan bien acaba de propagar –¡aun sin saber de ello!– ese imprescindible escritor en nuestra lengua llamado Leonardo Padura.
Con motivo de la crisis económica que nos envuelve y de cara a la salida de la misma, hemos sabido estos días que hasta en Cuba, según relata el último grande de sus letras Leonardo Padura en una entrevista en ABC Cultural, “Constantemente se habla de que es necesario liberar las fuerzas productivas”. Y añade: “Espero que se liberen las fuerzas productivas y con esta liberación –la palabra liberación me suena a su antónimo que es opresión, encarcelamiento, encierro, si hay que liberarlas es que están encerradas– empiecen a cambiar algunas cosas y tengamos un poquito de claridad”.
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