Primera mañana tras el cierre de Madrid. Es sábado y hace un día soleado, aunque fresco. La Gran Vía a media mañana no es esa calle atestada de gente que entra y sale de las tiendas. La Puerta del Sol está casi desierta, pero decenas de jóvenes con peto amarillo gritan: "¡Compro oro!". En una de las cafeterías más concurridas de la Plaza de Oriente sólo hay ocupada una mesa.

Es casi la una del mediodía. Miro el móvil y veo una declaración de Pedro Sánchez en el Foro de La Toja: "Si no hay salud, no hay economía".

Hace tan sólo tres meses, no muy lejos del elitista balneario, en La Coruña, el presidente daba por "vencida" la pandemia y animaba a "no tener miedo y salir a la calle para reactivar la economía". A pesar de los rebrotes que ya se estaban produciendo (ese 4 de julio la Generalitat de Cataluña decretó el confinamiento de más de 200.000 personas en la comarca de El Segriá), Sánchez clamó a los cuatro vientos: "Lo que toca es reactivar".

Ya sé que es pedir demasiado reclamar un poco de memoria, pero probablemente si desde el Gobierno se hubiese sido un poco más prudente a la hora de declarar la victoria contra el virus, la segunda ola hubiera tardado mucho más en golpearnos.

Ahora estamos en lo contrario. La salud es lo que importa. Como si la salud y la economía fueran excluyentes, como si hubiera que elegir entre una y otra. Señor presidente, creo que usted está haciendo trampas al poner a los acogotados ciudadanos ante esa tesitura. Tenemos tanto derecho a la salud como a que la economía no se hunda.

El cierre de Madrid, según la estimación de la Comunidad, puede suponer unas pérdidas de 8.000 millones. Pero esa cifra no dice nada. Lo terrible es que ese revés lo van a recibir familias humildes. Propietarios de pequeños comercios, empleados de bares y restaurantes, miles y miles de personas que no tienen otros medios para subsistir. Dígales a ellos que "sin salud no hay economía".

Sánchez plantea un falso dilema entre salud y economía. Todo vale con el objetivo de hacer caer el gobierno de Madrid: "Nunca desaproveches una buena crisis"

Echemos un vistazo a la forma en la que el Gobierno ha enfrentado el azote del coronavirus: primero, a principios de marzo, se nos dijo que esto no iba a afectar a casi nadie, que no había que alarmar; luego, cuando se vio que el Covid iba en serio, se tomaron las medidas de confinamiento más duras de Europa, lo que provocó, según la estimación del Banco de España, una caída en picado de la actividad económica; tras el levantamiento de las restricciones, como acabamos de referir, el presidente animó a la gente a salir y a consumir; y ahora toca otra vez volver a la importancia de la salud. Estos bandazos sólo tienen una explicación: la oportunidad política que ofrecía la pandemia.

Se atribuye a Rahm Emanuel, jefe de gabinete de Obama entre 2009 y 2010, una frase que se amolda como un guante a la situación que estamos viviendo en España: "Nunca desaproveches una buena crisis".

Emanuel era conocido ya en la administración Clinton como un tipo duro (al que llamaban Rambo) que no ponía reparos en recurrir a todo tipo de recursos para machacar al contrincante político.

Lo importante en la estrategia política moderna es la consecución de objetivos. Y el objetivo prioritario de cualquier político es alcanzar el poder o conservarlo. Al precio que sea. En esto, Sánchez y su asesor de cabecera, Iván Redondo, pueden presumir justificadamente de eficiencia.

La oportunidad que ofrecía esta crisis era, ni más ni menos, que arrebatarle al PP la Comunidad de Madrid, donde gobierna con un escaso margen de ventaja sobre la oposición de izquierdas y en coalición con Ciudadanos.

Durante la primera oleada, la presidenta de la Comunidad de Madrid se convirtió en la punta de lanza de la oposición contra el Gobierno. Desde el cierre de los centros de enseñanza, a la desescalada, Ayuso no dejó de criticar las decisiones que emanaban del Ministerio de Sanidad. Eran los tiempos del "mando único". Cuando estaba en boga el lema Entramos juntos y saldremos juntos.

El verano no sólo trajo consigo la tesis de la "victoria" frente al virus, sino un cambio de estrategia que le ha salido redondo al presidente: la gestión ahora está en manos de las comunidades autónomas. Son ellas las que sufren el desgaste. Sanidad, el Gobierno, ha pasado de ser gestor a ser árbitro.

El empeoramiento de las cifras en Madrid a partir de finales de agosto abrió una ventana de oportunidad para lograr la caída de Madrid. De hecho, a principios de septiembre en Moncloa ya se barajaba la idea de confinar Madrid si las cifras seguían empeorando. Pero el asalto a la plaza no hubiera sido posible sin la erosión del gobierno de coalición, algo que el Gobierno y el PSOE han procurado por tierra, mar y aire.

El desbarajuste que vivimos la semana pasada entre la presidenta y su número dos, Ignacio Aguado, pone en evidencia que esa estrategia (divide y vencerás) está dando frutos.

Así que ya tenemos Madrid cerrado. Con incongruencias como las que este sábado puso de manifiesto el alcalde Martínez Almeida: "Las medidas del Gobierno han aumentado la movilidad en Madrid".

Con la excusa de salvar vidas se ha dinamitado la estabilidad del gobierno de la Comunidad de Madrid, a cuya presidenta el ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, ha acusado de "priorizar la disciplina de partido a la salud de los madrileños". ¡Al tiempo que Sánchez pedía desde Bruselas no politizar la batalla contra el virus!

El cierre de Madrid hará daño, mucho daño, a la economía, no sólo de la capital, sino de toda España

El cierre de Madrid hará daño, mucho daño, a la economía, no sólo de la capital, sino de toda España. Por mucho que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, saque pecho por los datos de paro de septiembre, ella sabe muy bien lo que indican. Por ejemplo, que España es la campeona de Europa en paro juvenil. Desde que comenzó la pandemia, según publica hoy Olga Rodríguez en El Independiente, el número de personas menores de 25 años en paro ha aumentado en más de 58.000. Los meses que nos esperan -a pesar de que aún hay casi 730.000 trabajadores en ERTE- van a ser muy malos para el empleo. El PIB caerá este año por encima del 12%, una cifra jamás alcanzada desde la Guerra Civil.

Con ese panorama, no se puede banalizar la repercusión que una medida como el cierre de Madrid va a tener para la economía y el empleo.

Los madrileños, los españoles, tenemos tanto derecho a la salud como al empleo. Nos nos haga elegir, señor presidente. Para eso pagamos impuestos. Para eso tenemos un Gobierno.

Primera mañana tras el cierre de Madrid. Es sábado y hace un día soleado, aunque fresco. La Gran Vía a media mañana no es esa calle atestada de gente que entra y sale de las tiendas. La Puerta del Sol está casi desierta, pero decenas de jóvenes con peto amarillo gritan: "¡Compro oro!". En una de las cafeterías más concurridas de la Plaza de Oriente sólo hay ocupada una mesa.

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