Los dedos disparan miradas, así que a lo mejor Mónica García estaba echando un mal de ojo o haciendo una greguería con su pistola de guiños. Mónica García, de Más Madrid, se puso a disparar pestañazos con la mano, o tiros con los ojos, con unos dedos engatillados que ahora ella excusa por una artritis o algún otro frágil mal de arpista o de felino heridos en su “pata de terciopelo” (André Gide, creo). Estaba haciendo una garra de robar pájaros o dinero, dedicada al PP, y de repente se transformó en una pistola amartillada igual que sus cejas. Ella dice que sólo imitaba un gesto que le hacía alguien del PP, como al otro lado de la colina, y que el pulgar artrítico o reumático o encasquillado lo ha liado todo. Pero sí que parecía una pistola, sobre todo porque ella actuaba como esa gente que no sabe de pistolas y hace el gesto de disparar empujando con el brazo, para ayudar a la bala, y se pone entre de perfil, bizca y legañosa.
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