Como esto siga así nos vamos a volver locos. Ha llegado un momento en que no sabemos quién cierra qué ni cuando se cierra ese qué que desconocemos. Hacen bien los periódicos publicando mapas para hacer de guías de una población que ya no sabe ni dónde tiene la mano derecha.
Esto es, en afortunada expresión de Josep Borrell cuando describió -hace ya muchos años de esto- el funcionamiento de las autonomías, “un carajal” de primerísima categoría.
Para empezar, tenemos un presidente del Gobierno que se esfuma cuando tiene que defender ante el Parlamento una medida tan extraordinariamente extraordinaria como la aplicación en todo el país de un estado de alarma durante nada menos que seis meses.
Luego, ese mismo presidente pretende no acudir durante todo ese tiempo a pedir periódicamente la autorización del legislativo para prolongar esa medida además de a dar cuenta ante el Congreso de la marcha de la pandemia. La tarea, que es suya y sólo suya, se la deja al ministro de Sanidad.
Finalmente cede un poco, solo un poco, y admite dignarse a aparecer cada dos meses a dar alguna explicación sobre el asunto más grave en materia de salud colectiva nunca vivido en España desde hace más de un siglo. Pero, eso sí, manteniendo neutralizado al Parlamento en su función esencial de control al Ejecutivo.
Ha llegado un momento en que no sabemos quién cierra qué ni cuando se cierra ese qué que desconocemos
Previamente a esta huida por la puerta de atrás, el presidente del Gobierno hace demostración plástica de su fuga abandonando el hemiciclo en el que se estaban discutiendo las condiciones del estado de alarma y deja con la palabra en la boca a todos, absolutamente a todos, los portavoces de la oposición.
A continuación decreta que las decisiones sobre la lucha contra le coronavirus las tomará el Consejo Interterritorial de Salud, con lo cual el Gobierno como tal se vuelve a escaquear y desaparece del liderazgo de la batalla.
A partir de ahí, cada comunidad hace lo que mejor le parece para superar la pandemia y cada presidente autonómico asume la responsabilidad que debería corresponderle a Pedro Sánchez por mucho que compartiera con los líderes territoriales la tarea de decidir.
Y en esas estamos mientras se sigue manteniendo el pulso político entre la presidenta madrileña y el Gobierno central.
Isabel Díaz Ayuso celebra el martes pasado una reunión con los presidentes de las dos comunidades con las que Madrid comparte lindes, Castilla-La Mancha y de Castilla y León. Finalmente llegan a un acuerdo o eso se creen los señores García Page y Fernández Mañueco que se quedan con la boca abierta cuando escuchan a la señora Ayuso decir que de eso nada, que Madrid no se va a cerrar. Ellos creían que habían hablado de lo mismo y que estaba todo claro, pero no.
En la Real Casa de Correos reina la tesis de que Isabel Díaz Ayuso ha tomado la decisión de confinar […]Como sería la cosa que cinco minutos después de que la señora Ayuso dejara a todos con los ojos haciendo chiribitas su jefe de gabinete envió un whatsapp a los periodistas para traducir el sentido de las palabras de su jefa: la presidenta ha querido decir que si el Gobierno no permite cerrar sólo viernes, sábados y domingos de los dos puentes, ella no cerrará Madrid.
Y aquí empieza otro capítulo de la guerra interminable entre la presidenta de Madrid y el Gobierno central. Un pulso en el que el Gobierno tenía todas las de perder. Primero, porque en el decreto de alarma se dice que la limitación a la movilidad en sus distintas variantes “no podrá ser inferior a siete días naturales”. Pero no dice que esos siete días tengan que ser consecutivos.
Por eso Ayuso anuncia que cerrará Madrid en los dos puentes de noviembre pero que mantendrá abierta la comunidad el resto del tiempo. Y espera a ver lo que pasa.
Los madrileños asisten a este duelo con cara de palo que se va volviendo progresivamente cara de irritación supina
Una indignada Carmen Calvo se lanza entonces a atacar a la presidenta, de la que echa pestes por aquella boca. Pero al final, se tiene que tragar el sapo. La razón es la apuntada más arriba, pero no sólo esa. Hay otras: que la ciudad autónoma de Ceuta ya ha aplicado esas mismas medidas sin que nadie le haya puesto un pero y, sobre todo, que Cataluña va a hacer lo propio y no se ha lanzado la vicepresidenta contra Pere Aragonés.
Al final, la parte “ayusista” del gobierno madrileño –porque hay otra parte “aguadista”- grita exultante: “VICTORIA!!!!!!! El Gobierno central da el OK a lo que ha propuesto la presidenta.
Los madrileños asisten a este duelo con cara de palo que se va volviendo progresivamente cara de irritación supina.
Mientras tanto, personas siguen ingresando en los hospitales de todas las partes de España y siguen muriendo.
Como esto siga así nos vamos a volver locos. Ha llegado un momento en que no sabemos quién cierra qué ni cuando se cierra ese qué que desconocemos. Hacen bien los periódicos publicando mapas para hacer de guías de una población que ya no sabe ni dónde tiene la mano derecha.