Quién iba a decirnos que veríamos a los catalanes pedir que los madrileños les paguen su PER, o sea ese estar todo el día en la peña indepe, con esa estelada como bética y con la mitología y el tatuaje de los presos como si fueran Camarón. Parafraseando a Duran i Lleida: mientras en Madrid la gente está currando a pesar del bicho y las empresas siguen levantando cíclopes por la Castellana, en Cataluña se van las sociedades y está el personal con el pie en la pared y el ojo negro de golletes, vigilando cómo hablan los tenderos o los niños que se comen el bollicao en un castellano infantil, antiguo y odioso, como de Naranjito.
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