Aunque Ciudadanos nació de una idea y sólo luego buscó cartel, líder e indios, era demasiado pedir que el partido resistiera sin nadie, que es lo que está pasando. De Ciudadanos queda un político enconado haciendo abogacía de reputación y monograma igual que un jubilado hace pesca de la trucha, o sea Rivera. De Ciudadanos queda la gran promesa de la Cataluña resistente perdida en la colmena madrileña, que empequeñece a cualquiera, o sea Arrimadas. Cs se ha quedado sin gente y sin foco, y lo de menos es lo que hacen: a Rivera lo liquidaron por decir no a Sánchez a toda costa, y a Arrimadas la critican por lo contrario. Quizá el personal lo que quiere es que a Cs se lo coma el tigre, haga lo que haga. Falta poco para las elecciones catalanas, que una vez ganaron, y lo que parece es que Cs está condenado al tigre como las carnes morenas de Lola Flores. Salvo, quizá, que hagan un rebobinado total.
Lo de Cs se resume en una tragedia de gente que ya no está y gente que sí está pero no donde debería. A veces piensa uno que la única solución para Cs sería un rebobinado total, volviendo a poner a Rivera a hablar de la banda de Sánchez y a Arrimadas a soltar verdades en Cataluña como manotazos o desplantes de Rosalía. Rivera pasea maletines y tarjeteros como un comercial de colchones pero no está retirado, sigue haciendo política porque, seguramente, es lo suyo, mucho más que los colchones y que los litigios sin experiencia litigante en los que él simula aportar un prestigio como de firma suiza que no tiene. Arrimadas, por su parte, se ha convertido ya en otro perfil egipcio de caballo de ajedrez en el complicado y lento ajedrez nacional del Congreso. En Cataluña era un figurón y tenía una causa, mientras en Madrid se confunde entre todas las meritorias y todas las causas que desembocan en la capital.
Lo de Cs se resume en una tragedia de gente que ya no está y gente que sí está pero no donde debería
Uno, la verdad, cree que el desencanto y la decadencia eran inevitables. Por un lado, el líder natural, el líder que fue barbeando años y objetivos a la vez que el partido, se da por vencido tras la primera derrota y se retira para hacer acuarelas de resentimiento y consolarse en la mediocridad del enchufado de bufete. Sí, el revés fue tremendo y la cacería contra él también, pero eso de que Rivera sólo pudiera ser el Elegido de la política española o bien ya un anacoreta de despachito burgués, rumiando desprecios y melancolías para siempre, parece ahora infantil. Por otra parte, la Juana de Arco del constitucionalismo en la Cataluña del procés se envía a la capital como una maestrita con las oposiciones recién sacadas, perdiendo una amazona por una funcionaria de la política, entristecida entre muchas más funcionarias de la política.
Aunque Arrimadas sea mejor político que Rivera, fueron dos plazas principales perdidas casi a la vez, cosa de la que es difícil recuperarse. Más un partido como Cs, que no tiene una larga historia ni una gran hacienda política, que en realidad apenas tenía esas dos plazas ganadas: la de un liderazgo con carisma y labia que fue creciendo a la vez que el partido, llegando a proponer una tercera España más allá del bipartidismo y las esencias (el nombre, Ciudadanos, fue su primer manifiesto); y, luego, la de esa resistencia valiente y mujeril en Cataluña, justo cuando el independentismo perpetraba el mayor ataque a la democracia desde el final de la Transición. Ahora, ya ven, uno se consume en la revancha cínica y la otra en la tarea como menestral de reconstruir un partido derruido desde fuera y desde dentro.
Ciudadanos nació de una idea, de un manifiesto y una apuesta intelectual que casi parecen gongorinos. Aparte de pasar de la socialdemocracia al liberalismo, la idea principal, la de la ciudadanía frente al identitarismo, no se ha pervertido mucho. En cuanto a su postura ante el sanchismo, se han probado las dos posibles, las dos contrarias, y las dos han parecido chocantes, necias o suicidas a los que quizá sólo están esperando al tigre. Las cuestiones orgánicas son diferentes en Cs, un partido que siempre estuvo más hecho de reclutas que de creyentes. Pero, para el votante, creo que perder estas dos plazas, ver a esos dos referentes del partido huidos o descolocados o desaprovechados o desenfocados entre el libro de marino jubilado y la Artemisa de repisa, no ha podido ser sino descorazonador.
Los del procés no sólo no han perdido, sino que forman parte del bloque que, según Iglesias, “dirige el Estado”, y lo dirige hacia la confederación de tribus paleolíticas que deseaban. Cs sigue siendo el único partido que les ha derrotado en su casa, destrozando toda su teología identitaria y sin recurrir a ninguna otra teología identitaria. Y, a pesar de eso, el vacío que han dejado no sus ideas, insisto, sino sus líderes, líderes como de bañera de Arquímedes o de Cleopatra, ese vacío parece mortal. Seguramente ya no es posible ese rebobinado total, casi Total recall como la película, volver hasta cuando Rivera o Arrimadas podían equivocarse pero estaban donde tenían que estar y sabían estar. Seguramente tampoco el electorado, azuzado por la polarización, sea capaz de rebobinar incluso más allá, hasta las ideas, hasta los orígenes, cuando no estaban Rivera como un niño de San Ildefonso ni Arrimadas como una heroína de Rossellini. Seguramente ya sólo queda esperar a que venga el tigre que iba rondando el partido se dijera lo que se dijera, ese tigre provocado desde el principio por las carnes blancas de Rivera, como un tigre que persiguiera a Orzowei. Seguramente sea inevitable, incluso, que Rivera comente el doloroso lance desde su bungalow como panameño en la vida o desde su despacho como de sobrinito en el bufete.
Aunque Ciudadanos nació de una idea y sólo luego buscó cartel, líder e indios, era demasiado pedir que el partido resistiera sin nadie, que es lo que está pasando. De Ciudadanos queda un político enconado haciendo abogacía de reputación y monograma igual que un jubilado hace pesca de la trucha, o sea Rivera. De Ciudadanos queda la gran promesa de la Cataluña resistente perdida en la colmena madrileña, que empequeñece a cualquiera, o sea Arrimadas. Cs se ha quedado sin gente y sin foco, y lo de menos es lo que hacen: a Rivera lo liquidaron por decir no a Sánchez a toda costa, y a Arrimadas la critican por lo contrario. Quizá el personal lo que quiere es que a Cs se lo coma el tigre, haga lo que haga. Falta poco para las elecciones catalanas, que una vez ganaron, y lo que parece es que Cs está condenado al tigre como las carnes morenas de Lola Flores. Salvo, quizá, que hagan un rebobinado total.
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