Una batalla más y ya van no sé cuántas pero muchas, demasiadas para un Gobierno de coalición que más parece un Gobierno de confrontación.
La subida del Salario Mínimo Interprofesional está siendo la última después de la del Ingreso Mínimo Vital; la de la ley de Libertad Sexual también conocida como la 'Ley del Sólo Sí es Sí'; la de la prohibición de desahucios; la del referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui; la de la semana laboral de cuatro días; la de la elección por mayoría absoluta de los vocales del CGPJ y, claro, la madre de todas las batalla, la de la República contra la Monarquía constitucional. Esto solamente por citar las últimas.
Y en todos estos enfrentamientos -la mayoría de ellos producidos antes de la aprobación por el Congreso de los Presupuestos Generales del Estado- a la resistencia de los ministros afectados en cada caso por las pretensiones y las urgencias de Pablo Iglesias y sus colaboradores ha seguido habitualmente una conversación, almuerzo mediante, entre el vicepresidente podemita y el presidente del Gobierno.
Conversación que se ha saldado sistemáticamente con la cesión por parte de Pedro Sánchez ante las quejas y las demandas de Iglesias que es muy consciente de que, en su parcela de mando, la única área de gestión real y concreta es la que corresponde al Ministerio de Trabajo y que en los demás asuntos lo que a él le conviene hacer es influir, agitar, publicitar ante la opinión pública sus propuestas y luego vender las decisiones del Gobierno como cosa propia y conseguida gracias a los denodados esfuerzos de los miembros del partido morado.
La subida del SMI es uno de esos caramelos llenos de atractivo para el líder de Podemos, secundado por Yolanda Díaz"
La subida del Salario Mínimo Interprofesional es uno de esos caramelos llenos de atractivo para el líder de Podemos, secundado entusiásticamente en esto por su ministra de Trabajo Yolanda Díaz. Y según anunció ayer mismo su secretario de Estado de Empleo, el ministerio está dispuesto a poner en marcha el incremento del SMI, a pesar de encontrarse con la oposición de los empresarios, que ayer hicieron expresa su negativa a seguir incrementando el salario mínimo en unas circunstancias económicas y de empleo tan atroces como las que estamos padeciendo y que van a empeorar aún mas en cuanto se termine la cobertura de los ERTE.
Parece que esta vez, por fin, Pedro Sánchez no va a dejar a sus ministras económicas, Calviño y Montero, colgadas una vez más de la brocha. Desde Moncloa se ha hecho saber que "no hay margen" para esa medida, y mucho menos después de haber incrementado el SMI el año pasado en más de un 22%, la mayor subida de la historia.
El presidente del Gobierno tiene muy presente que España va a recibir miles de millones de euros procedentes de Europa gracias a un acuerdo que costó un inmenso esfuerzo alcanzar y que requiere la presentación de unos proyectos y unos planes económicos en los que no haya cabida para alegres incrementos de gasto dictados por unas políticas sociales que se van a nutrir del dinero de Europa, que es al fin y al cabo el dinero de los contribuyentes europeos.
No se puede permitir Pedro Sánchez ninguna frivolidad en la administración del dinero público porque sabe que tiene los ojos de Bruselas escrutando cada uno de sus movimientos, en éste y en otros campos. Y, dado que ya tiene amarrada la aprobación de los Presupuestos -su gran y única obsesión- no es de extrañar que no esté dispuesto a doblar la cerviz ante la última exigencia del líder de Podemos.
No estamos acostumbrados a que desde la Presidencia del Gobierno se le diga que no al jefe del partido morado y que la negativa se mantenga más allá del almuerzo cara a cara entre Sánchez y su socio de gobierno. Por eso, no conviene echar de momento las campanas al vuelo para celebrar la primera "rebeldía" del presidente frente a su socio. Esperemos a ver en qué queda al final esa nueva subida del SMI exigida por Podemos.
Éste es el clásico asunto que da muy buenos resultados a quienes se presentan como defensores de 'los de abajo' y eso suele tener muy buena prensa"
Pero lo que está muy claro es que la batalla no ha hecho más que comenzar, y eso por una razón evidente. Éste es el clásico asunto que da muy buenos resultados a quienes se presentan como defensores de "los de abajo" y eso suele tener muy buena prensa entre las personas que se enfrentan a situaciones de necesidad indiscutibles y que no tienen por qué hacerse cargo de que medidas como la que propone, con el apoyo del vicepresidente, la ministra Yolanda Díaz, sumadas al enorme incremento de gasto contemplado en los Presupuestos puede traer como consecuencia un mayor aumento del paro y el consiguiente empeoramiento de la situación de quienes ahora mismo lo padecen.
Esto es evidente para cualquiera pero no es lo que interesa a Iglesias y los suyos, mucho más ocupados en desempeñar el papel de Robin Hood contemporáneos que en prever con sentido de Estado las consecuencias de esos compromisos irresponsables que pueden dañar la economía mucho más que favorecer a quienes los morados dicen defender, cuando lo que pasa en realidad es que los están engañando.
No sería malo que Pedro Sánchez se liberara de vez en cuando del yugo que le unce a Pablo Iglesias y que le está llevando hasta el momento por un camino peligroso para su partido y para sus perspectivas electorales de futuro. Vamos a ver si ésta es la primera ocasión.
Una batalla más y ya van no sé cuántas pero muchas, demasiadas para un Gobierno de coalición que más parece un Gobierno de confrontación.
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