Hace casi cuatro años, en enero de 2017, pronuncié en la Academia Matritense del Notariado, una conferencia sobre el pasado, presente y futuro del dinero, bajo la rúbrica de El dinero cuántico: un nuevo paradigma de equilibrio universal. En ella, y frente a la atónita audiencia, que por aquel entonces empezaba a despertarse con alguna que otra noticia sobre el bitcoin y la tecnología Blockchain, indiqué tres cosas.
La primera fue que, el modelo monetario del bitcoin copiaba el modelo monetario cerrado de la antigua Roma y es por ello que en Roma no había bancos. Y no había bancos porque si algo produce el negocio de la banca es expansión monetaria e inflación, dado que el negocio bancario tal y como lo conocemos es un negocio que consiste esencialmente en la creación del denominado dinero bancario o "dinero secundario", y por ello está tan fuertemente regulado.
El modelo monetario del bitcoin copiaba el modelo monetario cerrado de la antigua Roma"
Un modelo monetario en el que existen bancos es un modelo de base monetaria centrífuga o abierta, que requiere siempre de una cierta dosis de componente inflacionario para funcionar y mantener el equilibrio del modelo. Y si no había banca tampoco existía "política monetaria", porque no era precisa. Y no era precisa, por cuanto la base monetaria en Roma era fija y "centrípeta". Había tan sólo un número determinado de monedas de oro u oro amonedado, que se fraccionaban en monedas de plata y esas a su vez de cobre, a una tasa de fraccionamiento determinada y, por tanto, la cantidad disponible de medios de pago se autoajustaba permanentemente en función de la realidad económica, generando un modelo monetario equilibrado, y un modelo económico de asignaciones netas.
Por ello, en Roma, no era precisa la contabilidad por partida doble, porque no había economía financiera, o lo que es igual, el dinero era un mero depósito temporal de intercambio de valor. La perversión conceptual del modelo fue producida posteriormente al confundirse el dinero con su soporte físico, que era una commodity -el oro-, cuyo precio dependía de factores de mercado, perdiendo el dinero su carácter de estándar.
La segunda cosa que comenté era que el bitcoin debería haberse denominado más propiamente 'bite-coin', porque se iba a 'merendar', bocado a bocado, al resto de sistemas monetarios nacionales a través de una auténtica sucesión monetaria silente. Dicha sucesión monetaria silente se iría completando, a medida que los mineros alcanzaban el máximo perímetro de la base monetaria cerrada (21 millones de unidades monetarias) y la transformación del dinero fiat en bitcoins, atraído por el componente inversor o privatización del señoreaje, fuera subrogando al bitcoin en el máximo poder de paridad de compra, o si se quiere en, en el máximo valor de 1 Bitcoin.
El bitcoin debería haberse denominado 'bite-coin', porque se iba a merendar al resto de sistemas monetarios nacionales"
Al producirse este efecto, el bitcoin iría desplegando en los operadores la conciencia de que su fraccionamiento, lejos de determinar inflación -o pérdida de poder de compra -, incrementaba el valor del medio de pago conocido como "dinero fraccionario". A tal efecto, no es difícil imaginar que si el bitcoin se acaba convirtiendo en la moneda global y se subroga en el poder de compra del dólar, que es la hard currency actual, simplemente había que conocer el PPP actual del dólar para conocer el valor de un bitcoin cuando se complete esta sucesión monetaria silente. Según mis cálculos, cada bitcoin puede llegar a alcanzar un valor equivalente al de 120 millones de dólares, con lo cual cada satoshi valdrá aproximadamente un dólar a precios de hoy.
La tercera cosa que mencioné es que, a medida que los poderes soberanos de cada Estado y la industria bancaria fueran advirtiendo del peligro que este 'criptoanarquismo' suponía para los poderes públicos, la industria bancaria, las agencias tributarias, y el status quo actual, empezarían a tomar cartas en el asunto, aunque ya sería demasiado tarde. La labor computacional desarrollada por los mineros les lleva millones de horas de trabajo de adelanto. En tal sentido predije, además del fin de la banca que conocemos, que, cuanto más se empeñasen en atacar al bitcoin, más lo fortalecerían. Todas las convulsiones de todo orden y la falta de una auténtica cooperación internacional -que bien pudiera haber establecido hace muchos años un sistema monetario global sin asimetrías- son los mejores incentivos para que el bitcoin alcance su reto funcional: convertirse en la moneda privada global.
La realidad está casi empezando a superar algunas de mis predicciones.
El valor "intrínseco" del bitcoin, que determina su capacidad para ser moneda, deriva no del hecho de ser emitido por un "poder soberano centralizado" (respaldado por poderes cuya historia es la historia de las confiscaciones y de los grandes impagados), sino del hecho de que el bitcoin ha monetizado, y con éxito, el desarrollo tecnológico computacional de transmisión de datos a través de la cadena de bloques. Junto a él han aparecido otros tokens que usan la tecnología blockchain, y que técnicamente no son ni pueden ser dinero, porque no poseen estrictamente sus características funcionales, siendo meras securities que, como tales, debieran sujetarse a las reglas de protección de consumidores y usuarios impuestas para las emisiones de valores en todos los países para evitar fraudes masivos -como los que han ocurrido-, o simplemente utilizar la tecnología blockchain como medio seguro de encriptación y transmisión de datos.
El dinero digital de los bancos centrales tendrá como principal problema la potencial falta de anonimato"
Y entre esos tokens, -confundiendo una vez más el dinero con su soporte- todos los bancos centrales del mundo se aprestan ahora a emitir bajo el nuevo modelo CBDC (Central Bank Digital Currencies), monedas digitales 'fiat digital money', usando la tecnología blockchain y confundiendo una vez más el concepto del dinero con su representación física. Que el dinero -título al portador por excelencia- pase a ser un apunte contable digital en el Banco Central de turno, atenta directamente contra la 'intrazabilidad' de la circulación del dinero. El dinero digital de los bancos centrales tendrá a ese enemigo, la potencial falta de anonimato, como principal problema.
Estamos asistiendo a la desaparición paulatina del modelo del negocio de la banca. La política de fusiones es una política de paños calientes en una industria en decadencia. Ayuda -y mucho- la trampa de la actual política monetaria con tipos reales negativos, de la que difícilmente puede salirse sin tambalear las cuentas públicas o vaciar completamente el bolsillo de los contribuyentes, lo que deja de paso a los bancos sin margen ordinario.
Tampoco ayuda el intento de mantener un escenario no inflacionario, pues la inflación ha ayudado a pagar la deuda pública en gran medida. Algunos exgobernadores de bancos centrales (no evidentemente los actuales incumbentes) ya avisan de que el modelo CBDC supone un 'adiós a los bancos', aunque preconizan que el nuevo modelo de dinero digital de banco central será un modelo de dinero seguro. Ya no habrá más crisis bancarias, porque no habrá banca. Y mientras tanto, el mercado -que todo lo anticipa- no hace otra cosa que refugiarse en el bitcoin, realizando compras masivas e incrementando el valor de ésta, llamada a ser, la moneda colectiva mundial, que no pública.
Hoy un bitcoin, que costaba un centavo de dólar en 2008, tiene un valor de 22.000 dólares. Y cuanto más se esfuercen en prohibirlo (para ello deben prohibir internet) o copiarlo (necesitan una capacidad computacional acumulada de la que nadie dispone), mejor será para quienes hayan sido capaces de ver el potencial de esta moneda. Es como prohibir respirar. Posible, pero inalcanzable.
Lo bueno del bitcoin puede ser analizado desde muchos puntos de vista. Algún artículo publicado comentando sobre mi conferencia en el Observatorio Blockchain apunta hacia donde va el nuevo paradigma social con este cambio de modelo monetario. Si bien participo de muchas de estas aproximaciones, lo que sin duda anticipo es un cambio sin precedentes en el modo en que quienes compran y venden cumplan sus obligaciones monetarias y las nuevas formas inteligentes de gestión del crédito que no precisarán de regulaciones tan invasivas como la bancaria.
El bitcoin es un auténtico 'caballo de Troya' en el actual modelo social y monetario, y una de las formas de alcanzar un modelo social global más justo o menos ineficiente, sin los inconvenientes de un modelo monetario y económico como el actual, que, como diría Mervin King, de todos los conocidos es el peor posible.
José Antonio Alepuz es miembro del Cuerpo de Abogados del Estado, en situación de excedencia, y ha sido Director General y Secretario General del Banco de España y redactor de la Ley Española de Introducción del Euro.
Hace casi cuatro años, en enero de 2017, pronuncié en la Academia Matritense del Notariado, una conferencia sobre el pasado, presente y futuro del dinero, bajo la rúbrica de El dinero cuántico: un nuevo paradigma de equilibrio universal. En ella, y frente a la atónita audiencia, que por aquel entonces empezaba a despertarse con alguna que otra noticia sobre el bitcoin y la tecnología Blockchain, indiqué tres cosas.
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