El propio virus ha rescatado a Sánchez en Navidad, se lo ha llevado como el lobo amigo de un villancico. El plan navideño del presidente era, de nuevo, pavonearse en el Congreso y luego borrarse, dejar que también en la tercera ola sean las autonomías las que tomen las decisiones y amarguen la fiesta, las que cierren como bolcheviques los bailes, las catedrales y las estaciones nevadas. En eso estaba cuando el virus ha venido, no como una alimaña sino como un colega, a llevárselo de cuarentena como a una cabaña de pesca. De momento da negativo, pero Sánchez cumplirá los protocolos y estará hasta Nochebuena bajo la protección de una mantita de cuadros y de una pereza dictada por el médico, viendo pasar el tiempo y la pandemia como el carrito de la merienda. O sea, exactamente lo mismo que ya estaba haciendo. El presidente nos salva sin más que mojar la galleta o tocar la zambomba, esté de cuarentena, de vacaciones o de zafarrancho, cosa que en realidad no se distingue. Ése es su misterio, o nuestra ceguera.
Lo más visto
- 1 Abogados Cristianos diferencia la estampita de Lalachus de otras como la de Ayuso por mostrarse "en la tele pública"
- 2 El PSOE andaluz da por hecho el inminente aterrizaje de Montero: "Nadie respira esperando lo evidente"
- 3 ¿Por qué Vodafone se ha marchado de España e Italia?
- 4 Jocelyn Wildenstein y sus últimos meses buscando la redención
- 5 "Anonymous participó en el 15-M y en el 'procés' catalán"
- 6 Muface: las novedades del contrato que ultima el Gobierno
- 7 Giborey, el héroe 'made in China' de la fiebre bélica de Israel
- 8 Sánchez, ridículo imborrable
- 9 Trilokinath Pandit: El antropólogo arrepentido que sobrevivió a Sentinel del Norte, la isla prohibida