Si ella quiere y lo hace saber, Génova va a tener muy complicado negarle a Isabel Díaz Ayuso la presidencia del PP de Madrid. Es cierto que falta mucho tiempo y que puede que el congreso regional madrileño no se celebre hasta finales de 2021 o incluso en 2022. Pero para cuando eso suceda las cosas deberán estar ya claras y las batallas internas deberán haber acabado.
Pablo Casado está metido en una operación de “renovación” orgánica de su partido porque quiere apoyarse en gente más joven y más próxima a sus planteamientos y a su talante, cosas ambas con las que pretende despegarse de la herencia de sus dos predecesores: Mariano Rajoy y José María Aznar. En definitiva, quiere hacer un partido a su medida para enfrentarse con mayor agilidad y eficacia a los tiempos que tiene por delante.
Por esa razón la ha dado un vuelco a la tradición y en el primer semestre del año que ahora empieza se celebrarán los congresos provinciales y no los regionales como hasta ahora, que irán después de que Génova haya “renovado” los cuadros del primer nivel que servirán después para elegir a los dirigentes regionales. Esta es una operación que va a llevar más de un año, que ha empezado ya y que culminará en 2022.
Pero eso no significa que quienes aspiran a tener un puesto de cierta relevancia orgánica no estén preparando ya sus peones para llegar al duelo final en condiciones de victoria. Y si eso es así en todos los niveles del partido, lo es mucho más, inevitablemente, cuando hablamos de Madrid.
El PP de Madrid, como todo el mundo sabe, está dirigido por una gestora desde que Cristina Cifuentes abandonó la presidencia del partido, y de la Comunidad, a raíz del asunto del máster. Pero la costumbre es que, cuando hay un presidente de una comunidad, esa misma persona ocupe también la presidencia del partido.
Eso pasa en Galicia, donde a nadie en la dirección se atrevería a disputarle a Núñez Feijóo el liderazgo orgánico, y pasa en Andalucía con Juan Manuel Moreno, y pasa en Murcia con Fernando López Miras, y pasa también en Castilla y León con Alfonso Fernández Mañueco.
Si ella quiere y lo hace saber, Génova va a tener muy complicado negarle a Isabel Díaz Ayuso la presidencia del PP de Madrid
¿Por qué razón no debería pasar lo mismo en Madrid? ¿Por qué motivo Isabel Díaz Ayuso no tiene asegurado el apoyo decidido y público de la dirección nacional para presidir el PP madrileño? Pues porque Madrid es mucho Madrid y quien está al frente de la formación y al mismo tiempo de la Comunidad adquiere inevitablemente una dimensión nacional que a muchos les preocupa, a otros directamente les provoca sarpullidos y a otros les mueve a oponerse desde ya y a cara descubierta a esa posibilidad. Es el caso de muchos alcaldes del PP de distintos pueblos de la Comunidad que ya han mostrado su negativa a que la señora Ayuso ocupe también la presidencia del partido.
Madrid es “territorio Casado” y el interés de la dirección nacional en tener una estructura potente pero no díscola –que es lo habitual, por cierto, en todos los partidos cuando se trata de la organización madrileña- y cuyo líder tampoco pretenda hacer sombra a Génova ni tenga la tentación de presentarse ante los suyos como posible alternativa a Pablo Casado, significa que va a intervenir en la elección de la presidencia del PP madrileño. Y eso será así diga lo que diga ahora el secretario general Teodoro García Egea que recurre a la frase, tan socorrida, de que “eso lo decidirán los afiliados”.
Aquí hay tres opciones pero sólo una de ellas se puede adoptar sin tener que dar muchas explicaciones no sólo a la militancia sino también a la opinión pública. Son éstas: 1/ la presidencia del PP madrileño la ocupa la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso; 2/ la presidencia la ocupa el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida; 3/ la presidencia no la ocupa ninguno de los dos sino alguien relevante de la organización madrileña para que “no haya batallas”.
Todas estas opciones son posibles y ninguna es disparatada. De hecho, y aunque hasta el momento nadie haya presentado sus cartas, aunque sí están moviendo sus peones, el propio alcalde de la capital acaba de hacer unas declaraciones en las que se muestra “cómodo” con una fórmula bicéfala –esto es, uno de los dos, Ayuso o él, en la presidencia orgánica además de en el liderazgo institucional y el otro ocupando sólo su cargo electoral- pero también en un esquema de tricefalia, lo cual significa que cada uno de los dos –presidenta de la Comunidad y alcalde- sigan ocupándose de sus cargos mientras que la presidencia del PP madrileño la ocupe alguien del partido.
Ese alguien tiene ya nombre: es Ana Camins, muy apreciada por la dirección nacional, por el propio presidente y también por Martínez Almeida y candidata a liderar esa "tercera vía" que ya se está manejando como posibilidad en el interior de las filas populares.
Ésa ya es una posición y, dígase lo que se quiera, es una posición que le está discutiendo ya de partida a la señora Ayuso sus mejores títulos para convertirse en la líder del partido en la Comunidad que preside. Esto no se plantearía nunca en Galicia ni tampoco, creo, en Andalucía. Pero sí se plantea en Madrid.
Ayuso y Almeida, también Camins, son los tres personas muy próximas a Casado pero parece que sólo Ayuso provoca una cierta prevención en la planta séptima de Génova 13
Ayuso y Almeida, también Camins, son los tres personas muy próximas a Casado pero parece que sólo Ayuso provoca una cierta prevención en la planta séptima de Génova 13. Alguien, o "álguienes", temen que se les vaya de las manos ese liderazgo. Es verdad que Ayuso está creciendo en los sondeos y que su gestión, muy criticada por los partidos de la izquierda, está teniendo buenos resultados en la consideración de los madrileños.
Pero todo hay que decirlo: la presidenta de la Comunidad de Madrid ha contado para eso con la inestimable ayuda del Gobierno de Pedro Sánchez y de sus socios, que la han convertido en la diana preferida de sus ataques, a lo que ella ha respondido sistemáticamente haciendo la oposición autonómica más dura al Ejecutivo nacional, retando a sus críticos y elevando la apuesta en cada ocasión.
Por esa razón ha ido creciendo su imagen, que inicialmente era francamente pobre, de modo que ahora está en condiciones de medirse con un señor que le gana en conocimientos, en formación intelectual y hasta ahora también en peso político, como es su amigo el alcalde Martínez Almeida.
Pero así es la vida y si Pablo Casado y Teodoro García Egea decidieran en el momento oportuno mover sus piezas para que Isabel Díaz Ayuso no alcance la presidencia del partido le habrán asestado a su figura política un golpe deslegitimador que requeriría muchas explicaciones no precisamente fáciles. Y que conllevaría la pérdida de fuerza de una de las armas más potentes que tiene ahora el PP para presentarse ante los electores cuando llegue el momento.
Falta mucho para que se celebre el congreso del PP madrileño, es verdad, pero las posiciones ya están empezando a moverse y los periodistas ya estamos empezando a ocuparnos.
En la planta séptima deberían ir pensándose muy bien si optan por fortalecerse internamente un poco más a base de recortarle las alas a una líder quizá crecida en su poder o apuestan por sumar sus fuerzas para enfrentarse mejor a su muy potente adversario externo: el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias al que Pablo Casado está obligado a intentar desbancar. Y no lo tiene fácil.
Si ella quiere y lo hace saber, Génova va a tener muy complicado negarle a Isabel Díaz Ayuso la presidencia del PP de Madrid. Es cierto que falta mucho tiempo y que puede que el congreso regional madrileño no se celebre hasta finales de 2021 o incluso en 2022. Pero para cuando eso suceda las cosas deberán estar ya claras y las batallas internas deberán haber acabado.
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