En medio de una subida histórica de los precios de la electricidad, Pablo Iglesias ha exigido a la compañía Naturgy que reestablezca el suministro eléctrico en la Cañada Real. ¡Qué tiempos aquellos en los que el líder de Podemos acusaba al gobierno de Rajoy de postrarse ante las poderosas eléctricas!
Acorralado por la avalancha de mensajes en redes sociales -eso le afecta mucho- recordándole los vídeos en los que daba leña a las eléctricas... cuando todavía no era vicepresidente, Iglesias se ha salió por la tangente arremetiendo contra Naturgy y... ¡la presidenta de la Comunidad de Madrid!, a la que acusa de "falta absoluta de humanidad y decencia".
Iglesias ya sabe que no puede ir por ahí gritando desde su coche oficial: "¡Que bajen los precios de la luz!", como cuando Hugo Chávez gritaba "exprópiese", y se conforma con lanzar balas de fogueo para despistar y ocultar su demagogia tras las chabolas de la Cañada.
No es extraño que las expectativas electorales de UP sigan cayendo como la cotización de los chicharros en la Bolsa. Los incautos que les votaron en algún momento ya se han dado cuenta de que los únicos que han asaltado el cielo han sido los líderes del partido.
Una vez aprobados los Presupuestos, el vicepresidente segundo ha perdido valor estratégico. Mientras él cae en picado, Calviño aparece como estrella emergente
La debilidad endémica de Podemos es uno de los ejes del nuevo curso político, justo cuando se cumple un año de la formación del Gobierno de coalición. Una vez aprobados los Presupuestos Generales, a lo que han ayudado los amigos de Iglesias, es decir los independentistas y el brazo político de ETA, el valor estratégico de UP se ha depreciado tanto como sus esperanzas de obtener un buen resultado en las elecciones catalanas. Paradojas de la vida. La consolidación del bloque de investidura para apoyar las cuentas del Reino, labor a la que ha contribuido de manera destacada el vicepresidente segundo, en lugar de encumbrarle, le ha hecho perder toda, o casi toda, su capacidad para influir en las líneas maestras de la política del Gobierno.
Ese hecho incuestionable da margen a Pedro Sánchez para hacer una política económica más al gusto de Bruselas, menos estrafalaria. El peso que pierde Iglesias lo gana Nadia Calviño que ya es una de las caras más valoradas del Gobierno a pesar, o precisamente por ello, de haber sido la señora no ante las propuestas populistas de sus colegas podemitas.
Ayer, como comienzo de la temporada, Moncloa planificó una ofensiva mediática como las que le gustan a Iván Redondo: aplastamiento por acumulación. Ruedas de prensa conjuntas sobre Filomena de Marlaska, Ábalos, y Margarita Robles (otra de las estrellas mediáticas del Gabinete); mientras que Carmen Calvo aparecía en El País y Calviño era entrevistada en la Ser. Ante ese despliegue, ¿qué importancia tienen los lloriqueos de Iglesias sobre la Cañada Real?
Lo relevante es que al líder de Podemos el presidente no le va a hacer mucho caso en asuntos tales como la reforma de las pensiones, la abolición de la reforma laboral de Rajoy o la subida del SMI. Y eso le permite a Calviño acudir a Bruselas con algo más de autoestima.
Los problemas llegarán a partir de 2022. En Alemania ya no estará Merkel y los frugales comenzarán a poner el grito en el cielo
La evolución de la economía este año no va a ser tan buena como predice Calviño, que, en la Ser, mantuvo que llegaremos en 2021 a un crecimiento del PIB del 7%. La fuerza de la tercera ola del virus, el retraso en la llegada a España de los Fondos de Recuperación, los efectos aún no medibles del Brexit o las incógnitas sobre la temporada turística conforman un panorama menos optimista de lo que le gustaría a la ministra de Economía. Aún con todo, no es descartable que si la zona euro crece un 4% este año, como prevé la Comisión, España pueda hacerlo en un 5% o incluso en un 6%.
Este año, ya lo hemos comentado en esta columna, la Comisión hará la vista gorda con el déficit. España puede haber cerrado en 2020 con un desequilibrio del 11% sobre el PIB y este año podría cerrar en torno a un 7% u 8%. Pero, de momento, no hay problemas. Hay liquidez garantizada. El Banco Central Europeo ha comprado a España en 2020 toda la emisión de deuda neta: 120.000 millones de euros.
Los problemas llegarán a partir de 2022. En Alemania ya no estará Merkel y los llamados países frugales comenzarán a poner el grito en el cielo porque habrá países que hayan logrado reducir su déficit al 3% (caso de Alemania) y otros, sin embargo, no habrán conseguido bajar del 6% (como España). Y pedirán ajustes. No lo duden.
Pero en política un año o año y medio es un mundo. Sobre todo, para un hombre como Sánchez, que lo que mejor sabe hacer es regatear en corto.
Así que, si las cosas se ponen muy feas a finales de 2022, antes de llevar a cabo cualquier recorte convocará elecciones. Eso tampoco lo duden. ¡De algo debía servirle la amarga experiencia de Rodríguez Zapatero!
En medio de una subida histórica de los precios de la electricidad, Pablo Iglesias ha exigido a la compañía Naturgy que reestablezca el suministro eléctrico en la Cañada Real. ¡Qué tiempos aquellos en los que el líder de Podemos acusaba al gobierno de Rajoy de postrarse ante las poderosas eléctricas!
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