En política no hay como sacar la cabeza para que te la vuelen. La crueldad con los compañeros, si es que brillan por alguna razón, no es un fenómeno atribuible a la nueva política, sino que es algo tan antiguo como las piedras del Partenón. Pío Cabanillas, ministro de Información y Turismo con Franco y de Justicia con Adolfo Suárez, y que fue uno de los políticos más brillantes de la Transición, hizo célebre la frase: "Al suelo, que vienen los nuestros".
Margarita Robles, ministra de Defensa, es, según diversas encuestas (la última publicada por La Razón hace tres días) la ministra más valorada del Gobierno. Y eso algunos no se lo perdonan.
Robles es apreciada por los militares porque la han visto siempre cercana a sus preocupaciones y porque ha sabido defender el papel fundamental de las Fuerzas Armadas en la defensa de la Constitución y el estado de Derecho. No la ven como una "ministra de partido", sino como alguien que pone a la institución por encima de todo. Esa fortaleza le ha permitido gestionar con habilidad el problema generado por grupos de militares retirados que exigían un cambio de rumbo, o más bien una vuelta a la España predemocrática. Su discurso en la celebración de la Pascua Militar no dejó lugar a dudas: "No representan a nadie, sólo se representan a sí mismos".
Los ataques de los dirigentes de Podemos no debilitan a la ministra de Defensa, sino que la fortalecen como una persona que defiende las instituciones por encima de intereses de partido
Al igual que la pandemia demostró la utilidad de la UME, Filomena ha permitido, de nuevo, apreciar el valor de una unidad de acción rápida en situaciones de emergencia al servicio de los ciudadanos. Evidentemente, la popularidad de la UME supone un valioso activo para la ministra. Ya provocó los celos del ministro del Interior la pasada primavera porque, en opinión de Grande-Marlaska su colega había ordenado la intervención de la Unidad en residencias sin consultarle previamente, y ahora ha sucedido algo parecido con la histórica nevada que ha caído sobre Madrid. El titular de Interior, acostumbrado a brillar, no puede soportar que alguien brille más que él y ahora en su ataque de celos encuentra aliados insospechados en el PSOE que recelan del alto perfil que ha asumido la ministra de Defensa.
A Robles los ministros de Unidas Podemos, encabezados por el vicepresidente segundo Pablo Iglesias, no le perdonan su posición respecto a la Monarquía. Ayer, la ministra defendió públicamente el voto en contra del PSOE en el Congreso a abrir una comisión de investigación sobre Juan Carlos I. El argumento para el rechazo no es nuevo: el Congreso no tiene entre sus funciones el control de la jefatura del Estado. Nada más pronunciarse sobre este asunto, la secretaria de Estado de Agenda 2030, Ione Belarra, se lanzó contra ella acusándola de "alinearse con la derecha y los ultras". Presto al quite, el portavoz parlamentario de UP, Pablo Echenique, salió en apoyo de su compañera y acusó implícitamente al PSOE de debilitar a las instituciones por no respaldar la investigación al emérito.
Los líderes de Podemos deberían ser conscientes de que sus ataques a Robles no hacen sino reforzar su posición.
La ministra cuenta a su favor con armas que la blindan contra envidias y ataques populistas:
1º Formó parte del grupo de sólo 15 diputados que votaron en contra de la investidura de Mariano Rajoy, siguiendo las instrucciones del ya dimitido Pedro Sánchez. Otros, que ahora tienen mucho poder, no tuvieron el valor de jugarse el tipo y prefirieron mantener una postura cómoda y no conflictiva con la gestora que había asumido la gestión del partido tras el lamentable Comité Federal del 1 de octubre de 2016.
2º Robles no sólo se ha ganado el aprecio de las Fuerzas Armadas, sino que, precisamente por su posición institucional, representa los valores de muchos votantes tradicionales del PSOE, a los que no les gusta el compadreo con ERC o Bildu o que recelan del pacto con Unidas Podemos.
3º Desde su posición como titular de Defensa, controla el CNI, lo que le proporciona el acceso a información sensible y, al mismo tiempo, le permite tener una relación directa con el presidente del Gobierno.
Robles es un peso pesado dentro del equipo de Sánchez, aunque no tenga el rango de vicepresidenta. Una parte del apoyo que conserva el PSOE en las encuestas se explica porque hay personas como ella al frente de un ministerio tan importante como Defensa. Si el presidente quiere ir poco a poco virando su política hacia el centro izquierda lógicamente tiene que pivotar en personas como Robles, que tiene una preparación y un currículum muy por encima de la media de su gabinete.
Pero más importante aún. Si a Robles hay personas del PP o de Ciudadanos que estarían dispuestas a votarle no es porque tenga un perfil de derechas (como torpemente afirman los dirigentes de Podemos), sino porque pone a las instituciones por encima de los intereses de partido.
Por ello, lo mejor que podría hacer el presidente es seguir cuidando a la soldado Robles.
En política no hay como sacar la cabeza para que te la vuelen. La crueldad con los compañeros, si es que brillan por alguna razón, no es un fenómeno atribuible a la nueva política, sino que es algo tan antiguo como las piedras del Partenón. Pío Cabanillas, ministro de Información y Turismo con Franco y de Justicia con Adolfo Suárez, y que fue uno de los políticos más brillantes de la Transición, hizo célebre la frase: "Al suelo, que vienen los nuestros".
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