Sosos aciagos, bobos con talante, gafes con ramillete, inútiles afables, funestos abanicadores del desmayito rococó... Va a haber que reivindicar al iracundo, al encendido, al apasionado, al fuerte, al que grite, al que se cabree o incluso llore como lloró Merkel, grande y triste como una tahonera grande y triste. Va a haber que reivindicar al vehemente, al impetuoso, al faltón, porque los educados y los modositos, los de voz y ropa de gorrioncillo, se van del ministerio de Sanidad en el pico de la pandemia, con una de las peores gestiones del mundo a cuestas, y además le aseguran a su sucesora que va a “disfrutar”.
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