Han salido para la campaña catalana los presos indepes, hechos ya como de remiendos carcelarios, como un calcetín o un hatillo. Ante Junqueras y los otros, todos como regresados de las Cruzadas, con barbas de telaraña y el fanatismo endurecido como el pan de las mazmorras, nos dicen que solo está el efecto Illa, o sea ese señor hervido dentro de su traje, esperanza de toda la gente tibia que vive en Cataluña al baño María. La verdad es que uno no cree que en Cataluña vaya a cambiar nada sustancial y solo ve un lento movimiento de Sánchez, como de serpiente de cestillo, calavera o mosaico. El icetismo del PSC, que no solo no ha desaparecido sino que ahora está en el mismo Gobierno, no aspira a combatir al nacionalismo, sino a darle la razón. Y Sánchez, por supuesto, quiere fortalecer su alianza de gobierno, no destrozarla.
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