Se diría que a algunos les sorprende que se suban a los coches exactamente como se subieron antes y que arrojen vallas exactamente como las arrojaron antes. El nacionalismo siempre está sorprendiendo a nuestros políticos moralistas o a nuestros moralistas de la política, y eso que no deja de repetirse, que todas sus batallas parecen reproducir las mismas fotos en mármol o en vivo, como escenas de Iwo Jima. Coches pisoteados como leyes, leyes apedreadas como coches; el discrepante acosado, marcado, agredido, expulsado de la ciudadanía, de la democracia; la democracia misma que empieza a entenderse y a predicarse sólo como coacción de las multitudes... El nacionalismo es consustancialmente violento, como un niño frustrado, pero esta violencia que además se repite como invariable coreografía no puede sorprender más que a los hipócritas.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Las medias verdades y mentiras de la colaboración de Aldama con los servicios de inteligencia: "Es un fantasma"
- 2 Aldama puede acabar con Sánchez
- 3 Esto es lo que sube el Ingreso Mínimo Vital en 2025
- 4 Quién es quién de la prole Jolie-Pitt y quién cambió su nombre
- 5 'Clothoff': la app que desnuda a las mujeres con Inteligencia Artificial
- 6 30 curiosidades de Sissi, la emperatriz de Austria, que no sabías
- 7 El mejor restaurante de auténtica cocina vasca en Madrid
- 8 El primer gran 'servicio' al PSOE de David Broncano
- 9