Los independentistas han ganado las elecciones del 14-F. Es indudable y, casi con toda seguridad, dejarán a un lado las trifulcas que han impedido que hubiera un gobierno ejerciendo como tal en Cataluña durante los últimos tres años, y pactarán. El poder une mucho.
Han ganado, sí. Pero hay que desterrar la idea de que los indepes han barrido y, por tanto, que ha llegado el momento de volver a poner sobre el tapete otra declaración de independencia (DUI). A eso no se atreverán. Entre otras cosas porque no son tontos y ellos sí que saben interpretar los datos. Otra cosa es la apariencia; en eso son maestros.
¿Por qué no han sido tan buenos como dicen los resultados de los partidos independentistas?
1º Aunque sumados los representantes de ERC, JxC y la CUP alcanzan 74 escaños (cuando en 2017 esa misma suma era de sólo 70), en porcentaje el independentismo -si consideramos sólo los partidos con representación parlamentaria- se ha quedado en el 48%: sólo un 0,6% más que en las elecciones de 2017.
2º Si tenemos en cuenta el número de votos, los tres partidos independentistas que se sentarán en el Parlament suman un total de 1,36 millones de votos: ¡718.671 votos menos que en 2017! Pero, incluso sumando los del partido extraparlamentario PDeCAT, el independentismo se habría quedado 641.000 votos por debajo de los obtenidos hace tres años. Eso sí, con el partido de Artur Mas, los independentistas superan ligeramente el 50% de los votos. Algo a lo que se da una importancia excesiva.
3º No es la primera vez que los independentistas logran un resultado similar. En 2010, el independentismo (CiU, ERC y el partido de Laporta) sumó 76 escaños. En 1992, sólo CiU logró el 46,7% de los votos y 70 escaños. Se puede decir que Jordi Pujol entonces no era indepe, pero sí claramente nacionalista.
4º La abstención ha sido la más alta de toda la serie histórica: 46%. Y ha castigado de forma desigual a independentistas (38,8%) y no independentistas (61,2%).
Ha ganado el PSC, con Sánchez en el Gobierno. Los indepes no han barrido ni mucho menos. Y ERC ha quedado por encima de JxC. Se impone el pragmatismo y la DUI se guarda en un cajón
Es decir, que la sociedad catalana sigue divida más o menos al 50% y las elecciones del domingo no han representado, ni mucho menos, un salto cualitativo hacia la independencia. Arriesgarse a otro proceso de declaración unilateral de independencia sería sencillamente suicida. Probablemente, Puigdemont esté dispuesto a ello, e incluso la CUP, partido destructivo por naturaleza; pero es dudoso que el partido de Oriol Junqueras y Pere Aragonés esté por la labor de suicidarse.
Hay otro elemento a tener en cuenta que diferencia esencialmente lo sucedido en 2017 respecto a lo que acaeció el pasado domingo. El partido ganador ha sido el PSC. La victoria de Arrimadas hace tres años fue muy importante (es la segunda convocatoria en la que el partido ganador no es indepe), pero Ciudadanos no estaba en el gobierno. Y el PSC/PSOE sí. Eso quiere decir que, en una negociación, el PSC puede ofrecer cosas que Ciudadanos nunca podría ni soñar con ofrecer.
ERC quiere seguir sentado a la mesa de negociación, y, por mucho que sus aliados llamen al unilateralismo, los de Junqueras seguirán sentados, porque su plan para Cataluña es otro: no declarar la independencia hasta que no exista de verdad una mayoría amplia a favor del proceso. Y, como hemos visto hace un momento, eso no es lo que ocurre ahora.
El pragmatismo de ERC le ha dado resultado -aunque sea escaso-: le ha ganado la partida a JxC y será suya la presidencia de la Generalitat.
Otra cosa es que el ganador hubiese sido Puigdemont. Entonces la situación sería distinta y, por supuesto, mucho más grave.
Conclusión. Hay que descartar a corto y medio plazo que se produzca otra DUI. Nos adentramos en un escenario parecido al que teníamos hasta ahora pero con una diferencia esencial: Sánchez está más fuere que antes del 14-F. Su estrategia le ha dado resultado. Habrá, sí, modificación del Código Penal, los presos saldrán a la calle; habrá gestos hacia Cataluña en el terreno económico y competencial, etc. Pero la independencia es algo que no veremos en muchos años, si es que alguna vez llega a producirse.
Esa es la gran paradoja de estas elecciones. Los independentistas han ganado, pero la independencia está ahora más lejos que antes del 14-F.
Los independentistas han ganado las elecciones del 14-F. Es indudable y, casi con toda seguridad, dejarán a un lado las trifulcas que han impedido que hubiera un gobierno ejerciendo como tal en Cataluña durante los últimos tres años, y pactarán. El poder une mucho.
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