Si hay algo que no se puede hacer cuando se está en el último tramo de una negociación delicada y secreta es salir a dar tres cuartos al pregonero anunciando con toda la trompetería disponible no sólo el final feliz de a negociación sino el triunfo por goleada de las posiciones propias y la derrota en toda la línea de las de quien se ha sentado al otro lado de la mesa y con el que se pretende firmar el acuerdo.
Y esto es exactamente lo que hizo este pasado lunes el secretario general del PP Teodoro García Egea que se despachó a gusto en la cadena COPE. No solamente habló en unos términos en los que daba a entender que la negociación había prácticamente terminado, a salvo de unos pocos flecos, sino que lo había hecho con la victoria rotunda de las posiciones del Partido Popular y las cesiones del PSOE.
Porque lo que dijo el señor García Egea es que Podemos "está al margen de cualquier conversación para renovar el CGPJ" y "no va a tener personas" dentro de él, además de valorar como “un paso importante” que el PSOE acepte esa condición de Pablo Casado para mantener apartado al partido de Pablo Iglesias de la negociación.
Pero si eso había sido así, dejó de serlo en el instante en que el secretario general del PP terminó de hacer sus declaraciones. Naturalmente, tanto desde el PSOE como desde Podemos se apresuraron a desmentir sus palabras. No solamente no era verdad , dijeron ambos, que no habrá vocales del futuro CGPJ próximos a Podemos sino que tampoco lo era que los del partido morado no estuvieran presentes en las negociaciones.
Esto último, que sí es verdad porque se negocia a dos bandas: de un lado el ministro de Justicia Juan Carlos Campo y de otro el consejero de Interior y Justicia de la Comunidad de Madrid, Enrique López por una parte y por otra el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños y el propio Teodoro García Egea, fue inmediatamente matizado de aquella manera por el ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE. José Luis Ábalos se ha visto obligado a explicar que cuando el Gobierno de coalición negocia lo hace en nombre de todo el Gobierno y no de una parte de él, además de rogar que no se apliquen "vetos ni chantajes" en estas negociaciones. Pero lo cierto es que Podemos no ha estado nunca presente en estos encuentros de negociación.
Ahora será imposible no incluir en el cupo del PSOE a algún o algunos magistrados o juristas que cuenten con el beneplácito del líder de Podemos. Aceptar otra cosa sería una humillación inasumible para Pablo Iglesias
Dejando a un lado la sorprendente afirmación -que, por otra parte, responde a la realidad- de que quien negocia es el Gobierno cuando se supone que la renovación del CGPJ corresponde pactarla a los partidos mayoritarios en el Congreso, el hecho es que las imprudentes declaraciones de un triunfante García Egea han levantado la liebre y las conversaciones para el acuerdo se han prolongado un poco más de lo previsto.
Ahora será imposible no incluir en el cupo del PSOE a algún o algunos magistrados o juristas que cuenten con el beneplácito del líder de Podemos. Aceptar otra cosa sería una humillación inasumible para Pablo Iglesias.
Probablemente no podrán estar en el futuro CGPJ nombres tan señalados como el de Victoria Rosell, ex diputada de Podemos, o el de José Ricardo de Prada, juez de una de las piezas del caso Gürtel y cuya inclusión en la sentencia de unas frases suyas que no tenían relación directa con la causa juzgada dio pie a Pedro Sánchez para plantear la moción de censura que acabó con el gobierno de Mariano Rajoy. Eso no sería aceptado por el PP.
Pero sin duda Podemos podrá estar en condiciones de decir públicamente que uno o dos de los nuevos vocales del CGPJ cuentan con su aprobación. Otra cosa, vistas las imprudentes palabras del secretario general del PP, resultaría inadmisible para el líder del partido.
Lo que nos queda por saber es si lo declarado por Teodoro García Egea fue fruto de la falta de cálculo político o, por el contrario, tenían el propósito de difuminar exactamente lo contrario de lo que afirmó. Esto es, que el PP es quien ha cedido y ha aceptado el acuerdo sin obtener las contrapartidas que han formado siempre parte del paquete de sus exigencias para pactar esta renovación.
Porque el hecho es que, a pesar del contratiempo que han supuesto sus afirmaciones -demasiado rotundas, demasiado llamativas- la negociación ha seguido su curso y el anuncio de un acuerdo está próximo. Será entonces el momento de examinar el alcance de lo que ahora mismo no parece sino la imprudencia de un político poco experimentado en estas lides pero que puede también estar escondiendo otras intenciones. No tardaremos en averiguarlo.
Si hay algo que no se puede hacer cuando se está en el último tramo de una negociación delicada y secreta es salir a dar tres cuartos al pregonero anunciando con toda la trompetería disponible no sólo el final feliz de a negociación sino el triunfo por goleada de las posiciones propias y la derrota en toda la línea de las de quien se ha sentado al otro lado de la mesa y con el que se pretende firmar el acuerdo.
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